"HAY UNA SOLA RELIGIÓN, EL AMOR. HAY UN SOLO DIOS Y ESTÁ EN TODAS PARTES"
lunes, 31 de agosto de 2020
Kitty O'Meara. Poema
Kitty O'Meara es una maestra retirada que vive en Wisconsin y a quien se le atribuye el poema "Esperanza" y como del Siglo pasado. Ella es la autora de la poesía " And the people stayed home" y fue escrita este mismo año.
Kitty O' Meara
Y la gente se quedó en casa.
Y leyó libros y escuchó.
Y descansó e hizo ejercicio.
E hizo arte y jugó.
Y aprendió nuevas formas de ser.
Y se detuvo.
Y escuchó más profundamente. Algunos meditaban.
Algunos rezaban.
Algunos bailaban.
Alguno se encontró con su propia sombra.
Y la gente empezó a pensar de forma diferente.
Y la gente se curó.
Y en ausencia de personas que viven de manera ignorante,
Peligrosas, miserables, oportunistas,
Politiqueros sin sentido y sin corazón,
La tierra comenzó a sanar.
Y cuando pasó el peligro, y la gente se unió de nuevo, lloraron sus pérdidas,
Y tomaron nuevas decisiones.
Y soñaron nuevas visiones.
Y crearon nuevas formas de vida.
Y sanaron la tierra por completo,
Tal y como ellos habían sido curados
SE ACOSTUMBRÓ. !Así soy yo!. Reflexión
Se Acostumbró...
A ocupar toda la cama, a dormir las horas deseadas, a no cocinar los domingos.
A no dar explicaciones y hacer lo que le gusta sin que nadie la critique.
A comer a la media noche y a ver sus programas favoritos, a cantar en voz alta y bailar por toda la casa, a que nadie la tache de loca
A recibir llamadas a cada rato y contestar mensajes muy tarde.
Al olor del café por las mañanas, a tardar cuando le toca arreglarse para ir a dónde le de la gana
Se Acostumbró a ella, a sus cosas, a su vida, a estar sola, a no esperar nada de nadie, a caminar por la vida con valores, con virtudes, con errores, a levantarse de caídas.
SE ACOSTUMBRÓ A QUERERSE SOLA!!!
domingo, 30 de agosto de 2020
Juan 15 1-27
Jesús, la vid verdadera
JUAN 15
1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. 9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. 10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. 14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. 16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. 17 Esto os mando: Que os améis unos a otros.
El mundo os aborrecerá
18 Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. 19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. 20 Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. 21 Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. 22 Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. 23 El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece. 24 Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre. 25 Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron. 26 Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. 27 Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.
Juan 14 1-31
Jesús, el camino al Padre
JUAN 14
1 No se turbe vuestro corazón; creéis
en Dios, creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si
así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para
vosotros. 3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a
mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. 4 Y sabéis a dónde
voy, y sabéis el camino. 5 Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo,
pues, podemos saber el camino? 6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad,
y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. 7 Si me conocieseis, también a mi
Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.
8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el
Padre, y nos basta. 9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros,
y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre;
¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 10 ¿No crees que yo soy en el
Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi
propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. 11 Creedme
que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las
mismas obras.
12 De cierto, de cierto os digo: El
que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará,
porque yo voy al Padre. 13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo
haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14 Si algo pidiereis en mi
nombre, yo lo haré.
La promesa del Espíritu Santo
15 Si me amáis, guardad mis
mandamientos. 16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté
con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede
recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora
con vosotros, y estará en vosotros.
18 No os dejaré huérfanos; vendré a
vosotros. 19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me
veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. 20 En aquel día vosotros
conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. 21 El
que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me
ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. 22 Le dijo
Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no
al mundo? 23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y
mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. 24 El que no me
ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del
Padre que me envió.
25 Os he dicho estas cosas estando con
vosotros. 26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en
mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he
dicho. 27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.
No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. 28 Habéis oído que yo os he dicho:
Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho
que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo. 29 Y ahora os lo he dicho
antes que suceda, para que cuando suceda, creáis. 30 No hablaré ya mucho con
vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí. 31 Mas
para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago.
Levantaos, vamos de aquí.
LOS NIÑOS. Reflexión
LOS NIÑOS
Los niños no deben estar donde no quieren estar.(algo sucede en ese lugar)
Los niños no deben estar con quien no quieren estar. (algo pasa con esa persona)
Los niños no deben estar cerca de personas inestables emocionalmente (aunque sea su madre).
Los niños no deben quedar solos en casas ajenas.
Los niños no deben quedar a cargo de adolescentes.
Los niños no deben quedar a cargo del novio de turno. (No lo conoces ni tu)
Los niños no se deben acostumbrar a andar con cualquier persona.
Los niños no deben salir a jugar sin supervisión.
El hermano mayor no debe cuidar a sus hermanitos.
Los niños no deben estar en un ambiente dónde se consuma alcohol y/o drogas. (incluye la auto medicación)
Los niños no deben dormir en cualquier casa.
Los niños no deben convivir con todos los amigos de papá o mamá, no es necesario, no todos son buenas personas.
Ellos no tienen la decisión en sus manos.
Ellos no saben de peligro.
Ellos no saben de maldad.
Ellos no saben de odio.
Ellos no saben que existen personas con malas intenciones.
Los niños son inocentes, son nobles, ¡son niños! Nuestra responsabilidad es protegerlos de todo y de todos, AUNQUE NO SEAN NUESTROS PROPIOS HIJOS!!!
Juan 1-38
Jesús lava los pies de sus discípulos
JUAN 13
1 Antes de la fiesta de la pascua,
sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al
Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el
fin. 2 Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas
Iscariote, hijo de Simón, que le entregase, 3 sabiendo Jesús que el Padre le
había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios
iba, 4 se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la
ciñó. 5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los
discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. 6 Entonces vino
a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? 7 Respondió Jesús
y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás
después. 8 Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si
no te lavare, no tendrás parte conmigo. 9 Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo
mis pies, sino también las manos y la cabeza. 10 Jesús le dijo: El que está
lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros
limpios estáis, aunque no todos. 11 Porque sabía quién le iba a entregar; por
eso dijo: No estáis limpios todos.
12 Así que, después que les hubo
lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os
he hecho? 13 Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.
14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también
debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15 Porque ejemplo os he dado,
para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. 16 De cierto, de cierto
os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le
envió. 17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis. 18 No
hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la
Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar. 19 Desde
ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy.
20 De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a
mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.
Jesús anuncia la traición de Judas
(Mt. 26.20-25; Mr. 14.17-21; Lc.
22.21-23)
21 Habiendo dicho Jesús esto, se
conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno
de vosotros me va a entregar. 22 Entonces los discípulos se miraban unos a
otros, dudando de quién hablaba. 23 Y uno de sus discípulos, al cual Jesús
amaba, estaba recostado al lado de Jesús. 24 A éste, pues, hizo señas Simón
Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba. 25 El entonces,
recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? 26 Respondió Jesús:
A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas
Iscariote hijo de Simón. 27 Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces
Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto. 28 Pero ninguno de los que
estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto. 29 Porque algunos pensaban,
puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos
para la fiesta; o que diese algo a los pobres. 30 Cuando él, pues, hubo tomado
el bocado, luego salió; y era ya de noche.
El nuevo mandamiento
31 Entonces, cuando hubo salido, dijo
Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él. 32
Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en
seguida le glorificará. 33 Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me
buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde
yo voy, vosotros no podéis ir. 34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis
unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35 En
esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con
los otros.
Jesús anuncia la negación de Pedro
(Mt. 26.31-35; Mr. 14.27-31; Lc.
22.31-34)
36 Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a
dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas
me seguirás después. 37 Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir
ahora? Mi vida pondré por ti. 38 Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí?
De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres
veces.
sábado, 29 de agosto de 2020
Un pajaro que vivía resignado... Parábola
Si sientes que la vida no tiene sentido, que los problemas te están acabando, memoriza esta parábola:
“Un pájaro que vivía resignado en un árbol podrido en medio del pantano, se había acostumbrado a estar ahí, comía gusanos del fango y se hallaba siempre sucio por el pestilente lodo.
Sus alas estaban inutilizadas por el peso de la mugre, hasta que cierto día un gran ventarrón destruyó su guarida; el árbol podrido fue tragado por el cieno y el se dio cuenta de que iba a morir.
En un deseo repentino de salvarse, comenzó a aletear con fuerza para emprender el vuelo, le costó mucho trabajo porque había olvidado como volar, pero enfrentó el dolor del entumecimiento hasta que logró levantarse y cruzar el ancho cielo, llegando finalmente a un bosque fértil y hermoso.”
*Los problemas son como el ventarrón que ha destruido tu guarida y te están obligando a elevar el vuelo o a morir.
Nunca es tarde...
No importa lo que se haya vivido, no importan los errores que se hayan cometido, no importa las oportunidades que se hayan dejado pasar, no importa la edad, siempre estamos a tiempo para decir BASTA!!, para oír el llamado que tenemos de buscar la perfección, para sacudirnos el cieno y volar ALTO y muy lejos del pantano.
Abandona la vía segura y cómoda. Lánzate a la ruta incierta, llena de enigmas e inseguridades y hazlo solitariamente...!!!
Autor desconocido
viernes, 28 de agosto de 2020
Juan 12 1-50
Jesús es ungido
en Betania
(Mt. 26.6-13;
Mr. 14.3-9)
JUAN 12
1 Seis días
antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había
estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. 2 Y le hicieron allí
una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa
con él. 3 Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho
precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se
llenó del olor del perfume. 4 Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote
hijo de Simón, el que le había de entregar: 5 ¿Por qué no fue este perfume
vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? 6 Pero dijo esto, no
porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa,
sustraía de lo que se echaba en ella. 7 Entonces Jesús dijo: Déjala; para el
día de mi sepultura ha guardado esto. 8 Porque a los pobres siempre los
tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.
El complot
contra Lázaro
9 Gran multitud
de los judíos supieron entonces que él estaba allí, y vinieron, no solamente
por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de
los muertos. 10 Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a
Lázaro, 11 porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en
Jesús.
La entrada
triunfal en Jerusalén
(Mt. 21.1-11;
Mr. 11.1-11; Lc. 19.28-40)
12 El siguiente
día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a
Jerusalén, 13 tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban:
¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! 14 Y
halló Jesús un asnillo, y montó sobre él, como está escrito:
15 No temas,
hija de Sion;
He aquí tu Rey
viene,
Montado sobre un
pollino de asna.
16 Estas cosas
no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue
glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca
de él, y de que se las habían hecho. 17 Y daba testimonio la gente que estaba
con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos. 18 Por
lo cual también había venido la gente a recibirle, porque había oído que él
había hecho esta señal. 19 Pero los fariseos dijeron entre sí: Ya veis que no
conseguís nada. Mirad, el mundo se va tras él.
Unos griegos
buscan a Jesús
20 Había ciertos
griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. 21 Estos, pues, se
acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo:
Señor, quisiéramos ver a Jesús. 22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces
Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. 23 Jesús les respondió diciendo: Ha
llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. 24 De cierto, de
cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda
solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 25 El que ama su vida, la perderá; y el
que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 26 Si alguno
me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si
alguno me sirviere, mi Padre le honrará.
Jesús anuncia su
muerte
27 Ahora está
turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he
llegado a esta hora. 28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del
cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. 29 Y la multitud que
estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían:
Un ángel le ha hablado. 30 Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por
causa mía, sino por causa de vosotros. 31 Ahora es el juicio de este mundo;
ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. 32 Y yo, si fuere levantado
de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. 33 Y decía esto dando a entender de
qué muerte iba a morir. 34 Le respondió la gente: Nosotros hemos oído de la
ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es
necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?
35 Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre
tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que
anda en tinieblas, no sabe a dónde va. 36 Entre tanto que tenéis la luz, creed
en la luz, para que seáis hijos de luz.
Incredulidad de
los judíos
Estas cosas
habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos. 37 Pero a pesar de que había hecho
tantas señales delante de ellos, no creían en él; 38 para que se cumpliese la
palabra del profeta Isaías, que dijo:
Señor, ¿quién ha
creído a nuestro anuncio?
¿Y a quién se ha
revelado el brazo del Señor?
39 Por esto no
podían creer, porque también dijo Isaías:
40 Cegó los ojos
de ellos, y endureció su corazón;
Para que no vean
con los ojos, y entiendan con el corazón,
Y se conviertan,
y yo los sane. 41 Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él.
42 Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de
los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. 43 Porque
amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.
Las palabras de
Jesús juzgarán a los hombres
44 Jesús clamó y
dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; 45 y el que me
ve, ve al que me envió. 46 Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel
que cree en mí no permanezca en tinieblas. 47 Al que oye mis palabras, y no las
guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al
mundo. 48 El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue;
la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. 49 Porque yo no
he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento
de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 50 Y sé que su mandamiento es
vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.
Un amor del tamaño del mar. Jaime Bayly.
“Un amor del tamaño del mar” Jaime Bayly
La señora que viene los fines de semana a limpiar la casa se llama Lorenza Pastora. Es paraguaya. Habla como paraguaya. Es una delicia escucharla. Tiene un acento musical. No ha cumplido cuarenta años. Tiene apenas treinta y ocho. Lleva diez años viviendo en este país.
Lorenza Pastora dejó a sus dos hijos en Asunción antes de venir a los Estados Unidos. Entonces tenían cinco y tres años. Ahora el muchacho, Isidro Daniel, tiene quince años y la chica, Paula Edith, trece. Lorenza Pastora no los ha visto crecer. Hace diez años que no los ve. No puede verlos porque si regresa a Paraguay, pierde la posibilidad de entrar de nuevo a los Estados Unidos. Hablan por teléfono todos los días. Se ven por Skype. Son chicos buenos, responsables. Sacan buenas notas en el colegio. Su madre está orgullosa de ellos.
Con el dinero que ha podido ahorrar estos últimos diez años trabajando como limpiadora de casas, Lorenza Pastora se ha comprado una casa en el campo, en las afueras de Asunción, con muchos árboles de aguacates. Allí viven su madre y sus dos hijos. Ella todavía no ha conocido esa casa. Su sueño es retirarse en unos años, regresar a Asunción y vivir en esa casa en el campo con su mamá y sus hijos. No está lejos de lograrlo. Va por buen camino.
Cuando le pregunto por sus hijos, se emociona, se le corta la voz, se le humedecen los ojos. Diez años sin verlos es mucho tiempo, demasiado. Está loca por verlos. No sabe qué hacer. Está tramitando su residencia. Mientras no se la concedan, no puede salir de los Estados Unidos. Si viaja al extranjero, no la admitirán de regreso. A veces se entristece, se llena de melancolía, decide que volverá a Paraguay de una buena vez y para siempre. Pero luego hace acopio de valor y perseverancia y se promete trabajar unos años más, hasta que tenga un dinero ahorrado que le permita abrir un negocio allá. No quiere volver a su tierra a pedir trabajo como empleada. Su sueño es abrir un negocio, ser la dueña, la jefa, y no obedecer órdenes de nadie. Yo la animo a que no desmaye y cumpla su sueño. Ella piensa en abrir un negocio simple, una tienda de abarrotes, una bodega, una ferretería. Le pregunto si una peluquería sería una buena idea y me dice que no. Le pregunto si una licorería sería rentable y me dice que seguramente sí, pero ella es una mujer seria, honorable, de convicciones religiosas y valores morales, y no quiere hacer dinero vendiendo cosas que hacen daño, que intoxican, que sacan lo peor de la gente. Admiro su sabiduría. No lee libros de alta literatura, pero me parece que sabe de la vida mucho más que yo. Y su ética de trabajo es, en verdad, asombrosa. Nunca se queja, nunca pide vacaciones, nunca se enferma o indispone, y cuando viene los fines de semana, está siempre atareada, limpiando algo, inventándose un quehacer, una faena, no descansando ni mirando la televisión. Yo no trabajo ni la décima parte de lo que ella trabaja. Yo voy a la televisión, me pintan la cara y hablo. Me pagan por hablar. Eso no es trabajar. También escribo cosas raras, ficciones que no lo parecen. Eso tampoco califica como trabajar. No a mis ojos ni a los de mi madre.
Le digo a Lorenza Pastora que, si ella no puede viajar a Asunción a abrazarse con sus hijos, hay que traerlos a Miami. Me dice que es imposible, que no les darán la visa. Le digo que haré mi mejor esfuerzo y usaré mis contactos e influencias para que les den la visa de turistas. Hablo con un amigo que trabaja en la Casa Blanca. Me sugiere que mande cartas de invitación al consulado de los Estados Unidos en Asunción. Me promete que le enviará un correo al embajador, pidiéndole que nos ayude. Le agradezco de corazón. Escribo una carta, invitando a los hijos de Lorenza Pastora, diciendo que Isidro Daniel y Paula Edith son artistas, escriben música, cantan canciones muy lindas y quieren venir a promocionar el disco que pronto lanzarán al mercado. Todo es mentira. Pero es una mentira piadosa, necesaria para que les den la visa. Digo en la carta que voy a entrevistarlos en mi programa, que voy a pagarles el pasaje aéreo y el hotel, que me hago responsable de que, cumplida la entrevista, no se queden a vivir en los Estados Unidos, excediendo el tiempo límite que les fijen como visitantes. Unas semanas después, los jóvenes llaman a Lorenza Pastora y le cuentan, eufóricos, que les han dado la visa. Lorenza Pastora está emocionada, me abraza, llora, lloramos. Yo soy muy sentimental, muy fácil de llorar. Una madre que no ve a sus hijos hace diez años porque se sacrifica trabajando como una leona para que ellos tengan una mejor futuro, una casa propia, una profesión, es a mis ojos una heroína, una santa, una persona que enriquece al mundo con su contribución generosa, altruista. Necesitamos gente como Lorenza Pastora. Estoy con ella hasta el final. Por eso, apenas nos confirman que les han dado la visa a sus hijos, compro los pasajes. No hay vuelo directo entre Asunción y Miami. Deberán hacer escala en Lima. Volarán en Avianca. Decido comprar los boletos en clase ejecutiva, así los chicos tendrán un viaje de ensueño. Se lo merecen. Lorenza Pastora se lo merece. Y yo tengo la plata para darles ese pequeño gusto. Son los pobres, los desamparados, los desheredados de este mundo quienes deberían viajar en primera clase. Los ricos llevan ya vidas demasiado confortables, no estaría mal que viajasen de vez en cuando en clase turista para recordar que otros viven más apretados e incómodos que ellos.
Le digo a Lorenza Pastora que iremos juntos al aeropuerto de Miami a recibir a sus hijos. Ella no ha dormido en la víspera, no puede creerlo, todo le parece un sueño. El vuelo debe de llegar poco antes de las cuatro de la tarde. Lorenza Pastora viene a mi casa, comemos algo ligero, pasamos por una florería y compramos rosas y orquídeas, luego compro chocolates y vamos al aeropuerto. Mientras los esperamos en el tercer piso, Lorenza Pastora me cuenta que el papá de sus hijos la dejó embarazada dos veces y luego desapareció. No está en la foto, nunca lo estuvo, no colaboró económica ni afectivamente en la crianza ni en la educación de los chicos. Es una historia tantas veces repetida en nuestros países. Le digo que ella es, a un tiempo, una madre y un padre, un gran ejemplo para sus hijos, y que son personas de bien gracias a ella, a su esfuerzo, su tenacidad, su espíritu de lucha. Cuando habla del papá de sus hijos, no siento rencor en sus palabras ni en su mirada. Lorenza Pastora es una mujer hecha de madera noble. No conoce el odio, el resentimiento, el rencor. No piensa que hubiese merecido una vida mejor. Está agradecida por la vida que le ha tocado. Se siente una mujer con suerte, y más aún ahora, a pocos minutos de abrazar a sus hijos, tras diez años sin verlos.
Los chicos aparecen a lo lejos, empujando unos carritos metálicos con maletas abultadas. Isidro Daniel y Paula Edith corren extasiados a abrazar a su madre. Lloran con ella. Le dicen cosas dictadas por el amor más profundo, un amor que nace en esa zona del espíritu que no perecerá, que es inmortal. Se parecen muchísimo a ella. Son gorditos y pecosos como ella. Son buenos, bonachones, querendones, su mirada los delata. Ambos la han sobrepasado en altura, sobre todo él, que es ya un hombre, un muchachón. Los abrazo, les doy las flores. Les digo que su madre es una campeona, que tengo tanta suerte de haberla conocido, que todos quienes la conocemos, la respetamos y admiramos profundamente. Entramos en la camioneta, las grandes maletas apretujadas atrás. Comemos chocolates. Ellos hablan en su lengua pintoresca, musical. Cuentan cómo fue el viaje. Nunca habían viajado en avión. No se dieron cuenta de que iban en clase ejecutiva. Lorenza Pastora y yo nos reímos.
Al llegar a casa de Lorenza Pastora, nos despedimos con un gran abrazo y les dejo a los chicos unos sobres con dólares para que puedan costear sus gastos y comprar regalitos a su madre. Qué lindos chicos, qué humildes, qué tiernos, qué agradecidos con la vida. Le digo a Lorenza Pastora que venga con ellos a la casa el fin de semana. Quiero que mi hija los conozca, los escuche, aprenda a quererlos. Les recuerdo que deben traer traje de baño para meternos en la piscina.
El fin de semana los chicos vienen con Lorenza Pastora a mi casa. Dormirán con su madre, en el cuarto de huéspedes. Hemos puesto dos camas plegables, y es un cuarto grande, de espacios generosos. Han traído ropa de baño. No saben nadar. Por suerte la piscina no es tan honda y tienen piso en una parte de ella. Lorenza Pastora y su hija Paula Edith no se animan a meterse en el agua. Solo el joven Isidro Daniel se da un chapuzón rápido. Luego nos echamos en las tumbonas y hablamos de fútbol, sobre todo de fútbol argentino, del partido increíble que Lanús le volteó a River, mientras Lorenza Pastora y su hija hablan con mi esposa y nuestra hija. Ellos, los visitantes paraguayos, son muy comedidos y solo aceptan agua y helados, no toman vino ni cerveza. Mi mujer toma cerveza, yo, vino helado canadiense.
Más tarde entramos en la casa y, cuando ven el cuarto de música de nuestra hija, los hijos de Lorenza Pastora parecen especialmente felices, sus ojos refulgen de ilusión. De pronto descubro que sienten pasión por la música. Cuando dije que vendrían al programa a cantar y hablar de su nuevo disco, pensé que estaba mintiendo en toda la línea. Pero ahora los chicos me preguntan si pueden cantar dos o tres canciones. Les digo que sí, por supuesto. Paula Edith toca el piano, Isidro Daniel, la guitarra, ambos cantan y Lorenza Pastora, embriagada de amor y ternura y gratitud, me mira y llora y lloramos, y en ese momento somos eternos, inmortales, y todo el amor que ella siente por sus hijos es del tamaño del mar.
jueves, 27 de agosto de 2020
Juan 11 1-52
Muerte de Lázaro
JUAN 11
1 Estaba entonces enfermo uno llamado
Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. 2 (María, cuyo
hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le
enjugó los pies con sus cabellos.) 3 Enviaron, pues, las hermanas para decir a
Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. 4 Oyéndolo Jesús, dijo: Esta
enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de
Dios sea glorificado por ella.
5 Y amaba Jesús a Marta, a su hermana
y a Lázaro. 6 Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el
lugar donde estaba. 7 Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a
Judea otra vez. 8 Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos
apedrearte, ¿y otra vez vas allá? 9 Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce
horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10 pero
el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. 11 Dicho esto, les
dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. 12 Dijeron
entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. 13 Pero Jesús decía esto de
la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. 14
Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; 15 y me alegro por
vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él. 16 Dijo
entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros,
para que muramos con él.
Jesús, la resurrección y la vida
17 Vino, pues, Jesús, y halló que
hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca
de Jerusalén, como a quince estadios; 19 y muchos de los judíos habían venido a
Marta y a María, para consolarlas por su hermano. 20 Entonces Marta, cuando oyó
que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. 21 Y Marta
dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22
Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. 23 Jesús le
dijo: Tu hermano resucitará. 24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la
resurrección, en el día postrero. 25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la
vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y
cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? 27 Le dijo: Sí, Señor; yo he
creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
Jesús llora ante la tumba de Lázaro
28 Habiendo dicho esto, fue y llamó a
María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama. 29
Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él. 30 Jesús todavía no había
entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había
encontrado. 31 Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la
consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido,
la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. 32 María, cuando llegó a
donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si
hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. 33 Jesús entonces, al verla
llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en
espíritu y se conmovió, 34 y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven
y ve. 35 Jesús lloró. 36 Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. 37 Y
algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber
hecho también que Lázaro no muriera?
Resurrección de Lázaro
38 Jesús, profundamente conmovido otra
vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. 39 Dijo
Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo:
Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho
que si crees, verás la gloria de Dios? 41 Entonces quitaron la piedra de donde
había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre,
gracias te doy por haberme oído. 42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije
por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has
enviado. 43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 44 Y
el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro
envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
El complot para matar a Jesús
(Mt. 26.1-5; Mr. 14.1-2; Lc. 22.1-2)
45 Entonces muchos de los judíos que
habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en
él. 46 Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús
había hecho. 47 Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el
concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. 48
Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán
nuestro lugar santo y nuestra nación. 49 Entonces Caifás, uno de ellos, sumo
sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; 50 ni pensáis que nos
conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. 51
Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año,
profetizó que Jesús había de morir por la nación; 52 y no solamente por la
nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban
dispersos. 53 Así que, desde aquel día acordaron matarle.
54 Por tanto, Jesús ya no andaba
abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua
al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí con sus discípulos.
55 Y estaba cerca la pascua de los
judíos; y muchos subieron de aquella región a Jerusalén antes de la pascua,
para purificarse. 56 Y buscaban a Jesús, y estando ellos en el templo, se
preguntaban unos a otros: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta? 57 Y los
principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno
supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen.
EL TRABAJO EN SOLEDAD. Reflexión
EL TRABAJO EN SOLEDAD.
Un día una persona subió a la montaña donde se refugiaba una mujer ermitaña que meditaba, y le preguntó:
-Qué haces en tanta soledad?, a lo que élla le respondió: -Tengo mucho trabajo.
-y, cómo puedes tener tanto trabajo?, no veo nada por aquí…
-Tengo que entrenar a dos halcones y a dos águilas, tranquilizar a dos conejos, disciplinar a una serpiente, motivar a un burro y domar a un león.
-y, por dónde andan que no los veo?.
-Los tengo dentro.
Los halcones se lanzan sobre todo lo que se me presenta, bueno o malo, tengo que entrenarlos a que se lancen sobre cosas buenas. Son mis ojos.
Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan, tengo que enseñarles a que no hagan daño. Son mis manos.
Los conejos quieren ir donde ellos quieren, no enfrentar situaciones difíciles, tengo que enseñarles a estar tranquilos aunque haya sufrimiento, o tropiezo. Son mis pies.
El burro siempre está cansado, es obstinado, no quiere llevar su carga muchas veces. Es mi cuerpo.
La más difícil de domar es la serpiente. Aunque está encerrada en una fuerte jaula, ella siempre está lista para morder y envenenar a cualquiera que esté cerca. Tengo que disciplinarla. Es mi lengua.
También tengo un león. Ay… qué orgulloso, vanidoso, se cree ser el rey. Tengo que domarlo. Es mi ego.
- tengo mucho trabajo.
Y tú, en que trabajas?
Bendiciones
miércoles, 26 de agosto de 2020
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