sábado, 16 de agosto de 2025

ANSIEDAD


"Mi hijo no dormía y tenía dolores de estómago por ansiedad hasta que descubrimos este libro..."

Es cierto...

Hay un reloj haciendo "TIC-TAC" en el cerebro de los niños ansiosos y se le puede ir silenciando para ver resultados positivos, a veces en solo 4 semanas.

Desarrolle mi método después de 16 años como psicóloga clínica especializada en ansiedad y depresión, y tras ayudar a más de 500 familias que ya habían "probado de todo".

Lo que la ciencia demuestra es que el cerebro tiene una capacidad única para formar nuevas conexiones neuronales, especialmente en la infancia y preadolescencia. 

Le llaman “neuroplasticidad”.

Y a través de técnicas estructuradas, repetición y práctica constante de nuevos patrones de pensamiento y comportamiento, podemos reducir la ansiedad y aumentar la tranquilidad.

Es más…

Cuando los padres aprenden exactamente qué hacer antes, durante y después de momentos críticos - y aplican ciertas técnicas consistentemente, sucede algo extraordinario…

Los niños que antes se negaban a ir a la escuela, ahora se despiden con una sonrisa…

Los que sufrían ataques de pánico al separarse, ahora disfrutan de jugar con amigos sin miedo…

Los que no podían dormir por pesadillas, ahora descansan toda la noche…

Los que se paralizaban por miedo a cometer un error o hacer el ridículo, ahora se animan a participar…

Y lo más hermoso…

 Vuelve esa chispa en sus ojos que la ansiedad había apagado.

Dentro de mi libro, "La Mente Tranquila" encontrará todas las técnicas que uso en mi clínica a diario…

… Técnicas basadas en Terapia Cognitivo-Conductual que han ayudado a cientos de familias reales y que cualquier padre puede implementar, incluso en los momentos más difíciles.

La Mente Tranquila es una guía, paso a paso, que cientos de padres están usando en 2025 como alternativa o complemento a la terapia formal.

¿Que mejor que cuando están pequeños para aprovechar esa ventana crítica de desarrollo cerebral, para instalar nuevos patrones de pensamiento y comportamiento?

No hay que esperar a que ese reloj siga haciendo tic-tac.

La infancia es preciosa y cada día cuenta.

Haga CLIC para descubrir cómo transformar la ansiedad en los niños para verles sonreír nuevamente y enfrentar la vida con confianza.

Los niños merecen vivir sin el peso de la ansiedad…

Y los padres merecen verlos florecer. 

viernes, 15 de agosto de 2025

Cuando sea más vieja...

Cuando sea mas vieja, voy a vivir un poco con cada hijo y les daré en su casa todas las alegrías que ellos  me dieron en la mia.

Quiero devolverles todo lo que disfruté cuando ellos hacian las mismas cosas.

¡Les encantará!

Escribiré en las paredes con lápices de diferentes colores.

Saltaré sobre los sofás con los zapatos puestos.

 Beberé el agua de las botellas
y las dejaré fuera de la nevera.

 Hare pelotas con el papel de baño 

¡Cuán emocionados estarán!

Cuando esté mas vieja y me mude con mis hijos ...

Disfrutaré jugando con el azúcar o la sal.

Sacudirán la cabeza y me perseguirán, pero me esconderé debajo de la cama.

Cuando me llamen para la cena que prepararon, no me comeré las verduras, ensaladas ni carne.

Me atragantaré con el arroz y derramaré leche sobre la mesa.

Y cuando se enojen, correré, si puedo!

Me sentaré muy cerca del televisor y cambiaré de canal todo el tiempo.

Me quitaré las medias y siempre perderé una.

Y jugaré en el barro hasta el final del día.

Y luego, por la noche, ya acostada, agradeceré a Dios por todo, cerraré los ojos para dormir, y mis hijos me mirarán con una media sonrisa y dirán:

- ¡Es tan dulce cuando duerme!!!!!!!!!" a ver si me aguantan
Una mujer, para el cumpleaños de su mejor amiga, le regaló una cadena de oro. Se gastó todo su sueldo; y la verdad, no ganaba mucho.

Pues sí, la compró y se la dio con mucho cariño. Muy pronto en la fábrica donde ambas trabajaban todas se enteraron del regalo. Y empezaron las críticas: que cómo era posible gastar tanto dinero en una amiga, que exageraba, que eso no se hacía. Incluso una compañera se atrevió a decirle en público:
—Oye, ¿y qué te dio ella a cambio? ¿Qué ha hecho como para que la bañes en oro?

Oly, tranquila, contestó con pocas palabras:
—Me dio unos tamales.

Todas se rieron y preguntaron con ironía:
—¿Tamales? ¿Y eso amerita una joya de oro?

Entonces Oly explicó:
—Cuando estuve internada en el hospital, muy grave, sin poder comer nada, ella me llamaba a diario para preguntarme qué se me antojaba. Un día, sin pensarlo, le dije “unos tamales de rajas con queso”. No sé ni por qué, así nomás lo solté. Y ¿qué creen? Mi amiga se aventó en pleno frío, tomando dos camiones, y me trajo una olla llena de tamales recién hechos. No una, varias veces vino a verme. Me cuidó, se sentaba junto a mí, me daba ánimo.

Así que no entienden nada. Si yo tuviera un reino o millones de dólares, igual sería poco para pagarle lo que hizo por mí. Porque gracias a ella estoy aquí. Si no fuera por esos tamales y por su cariño, a lo mejor ya tendría cruz en el panteón en lugar de estar recibiendo este sueldo.

Las demás se quedaron calladas. Empezaron a pensar en voz baja: ¿tendrán ellas una amiga así, de tamales?

Porque en realidad no se trata de los tamales, ni de la cadena de oro. Se trata de dos corazones que tuvieron la fortuna de encontrarse en la verdadera amistad.

En palabras más simples: lo importante en la vida es tener a alguien para quien seas indispensable. Y cuando alguien te demuestra amor de esa forma, no importa el costo. Hasta por unos tamales…  

Créditos a su autor

FACUNDO CABRAL Su mejor Testimonio (Transcripción Juana Macedo) 3.

 


Mi madre decía: "El día del juicio final, Dios no va a juzgar uno por uno porque sería ardua tarea y tiene que ver un universo, está muy ocupado, va a juzgar el promedio de la humanidad y si juzga el promedio estamos salvados porque la mayoría es buena gente  eso yo lo se.                                                      Cuando yo estaba por nacer, mi padre se fue un día antes de que yo naciera porque conoció a otra mujer y yo nací en la calle, mis padres alquilaban una casa y nunca le dijo a mi madre que hacia 3 o 4 meses que no pagaba los alquileres y entonces el dueño se enojó y la echó. Me dijeron que había niños acá huérfanos, no creo, no les crean nunca cuando les digan que son huérfanos por favor, porque todos tenemos un Padre y es eterno, no, por eso decía: Te puede faltar el marido de tu madre, jamás tu Padre, tu padre está siempre. Mi padre se fue y yo nací en no sé cómo se llama acá esto? en la vereda, la banqueta… y mi madre se enojó con la sociedad y empezó a caminar hacia el Sur. Hace 57 años una mujer sola y una prostituta eran lo mismo, en algunas cosas el hombre avanza, evoluciona, hoy una mujer sola es una mujer sola, que se separó, no funcionó, a lo mejor tendrá otra chance. Yo sigo pensando que tenemos una mujer prevista por Dios, una. Yo la tuve por eso vivo solo, yo soy viudo, tuve mi mujer y sigue viviendo en mi corazón, solo una mujer tiene un hombre, algunos les cuesta encontrarla y van de mujer en mujer hasta que llegan a la de él, que se yo, pero yo pienso que es una tarea inútil. Si Dios la tiene prevista te va a llegar sola, sino, no la puedes ir a buscar a la discoteca a través de la cerveza, porque es una hermana, yo le debo tremendo respeto y el amor trae la vida, no es una distracción más, no es tan inevitable, nadie se muere si no tiene un coito cada sábado a la noche...                                               

LA MUJER QUE NO HABLABA

Había una vez una mujer que ya no hablaba.

No porque no pudiera, sino porque nadie la escuchaba de verdad.
Cada vez que intentaba contar su dolor, el mundo le devolvía consejos vacíos, frases hechas o, peor aún, silencio.

Así que, un día, dejó de hablar. Y empezó a plantar silencios.
Los sembraba como semillas: una por cada desilusión, una por cada puerta cerrada, una por cada “eres demasiado sensible”, “estás exagerando”, “hay problemas más grandes que los tuyos”.

Y esos silencios, increíblemente, empezaron a crecer.
En su jardín secreto nacieron árboles de comprensión, flores de fuerza interior, raíces profundas de resiliencia.
Porque en esos silencios no encontraba solo paz: se encontraba a sí misma.
Eran horas en las que nadie podía tocarla ni herirla más.
Y mientras el mundo seguía corriendo, distraído, ella permanecía ahí.. sola, sí, pero entera.

No estaba huyendo. No se escondía.
Dentro de esos silencios aprendía a mirarse de frente, a sentirse viva incluso cuando dolía.
Había entendido que nadie llenaría ese vacío.
Y que, tal vez, ese vacío era el espacio que necesitaba para dejar crecer raíces que fueran solo suyas.
No había nadie para salvarla, pero ya no necesitaba ser salvada.
El dolor ya no era un enemigo, se había vuelto tierra fértil para aprender a florecer sola.

Un día, una niña se acercó a su jardín. No dijo nada. Se sentó a su lado, en silencio.
Y en ese silencio, la mujer se sintió, por fin, escuchada..no porque alguien cerrara su herida, sino porque alguien se quedó, sin miedo de mirarla tal como era.

Porque a veces no hace falta que alguien llene el vacío: basta con que se quede cerca, sin palabras.
Y desde ese día, su jardín nunca más estuvo solo.. pero sus raíces siguieron firmes y fuertes, porque eran suyas, y de nadie más.

jueves, 14 de agosto de 2025

Pensé que mi mamá quería a mi hermano...

“Pensé que mi mamá quería más a mi hermano…”
Y no… no era favoritismo.
Era una herida que yo no conocía.

Cada hijo conoce  una versión distinta de su madre.
Uno la conoció fuerte… otro  cansada.
Uno la hizo reír… otro llorar.
Uno llegó cuando aún soñaba… y otro cuando ya se le notaban las renuncias en la mirada.

No era que quisiera más a uno…
Es que cada uno ocupó un rincón distinto de su alma.

Uno necesitó más tiempo.
Otro más paciencia.
Y hubo uno que solo necesitaba que ella no se quebrara… y por eso ella fingía estar bien.

A veces creemos que mamá tiene un favorito porque vemos el abrazo… pero no la historia.
Vemos el silencio… pero no todo lo que tuvo que callar.
Vemos que da más… sin notar a quién más le dolió.

Porque sí:
El hijo que más abrazos recibió, tal vez fue el que más roto estaba.
El que parecía tenerlo todo fácil, quizás era el que más se perdió en el camino.
Y el que nunca pedía nada… fue el que aprendió a no necesitar.

Una madre no ama con justicia matemática.
Ama con lo que tiene.
Con lo que le queda.
Ama desde el cansancio, desde la intuición, desde el miedo a fallar.

¿Alguna vez te preguntaste por qué no te abrazó más?
Tal vez pensó que eras fuerte.
Tal vez ya no le quedaban fuerzas.
Tal vez también esperaba un abrazo tuyo…

Ella fue mujer antes que madre.
Fue hija antes que guía.
Y tuvo que aprender sola a repartir su alma entre varios sin romperse por completo.

No juzgues su amor por lo que hizo.
Valóralo por lo que sacrificó en silencio.
Por las lágrimas que secó sin que vieras.
Por las veces que prefirió dolerse sola, para que tú no te sintieras culpable.

Y si todavía la tienes contigo… mírala de nuevo.
Tal vez no era falta de amor.
Era que te estaba cuidando… a su manera.

No esperes a perderla para entenderla.
No esperes ser padre o madre para perdonarla.
Y no esperes más para decirle lo que siempre quiso oír:

“Gracias, mamá. Por amarme… incluso cuando no lo entendí.”

Cada hijo ocupa un lugar distinto en el corazón de mamá…
Y aunque no todos lo entiendan igual, ese amor siempre estuvo ahí.
Solo que tu no lo viste!

Tomado de la red

miércoles, 13 de agosto de 2025

FACUNDO CABRAL. Su mejor testimonio. Transcripción Juana Macedo. 13


Esa canción hoy se canta en rumano, en griego, en japonés, por esa canción nos ayudó a que compráramos para nuestras comunidades llegáramos ya a cuarenta mil hectáreas padre y la bendición y me transforme en líder de los campesinos era un pequeño (Em¡liano Zapata… (inentendible) empezamos a tener contacto con mucha gente que yo ni supuse que podía llegar a tener contacto y al tener influencias en la vida y pude contar esto, desde aquella noche hasta hoy lo que he hecho es contar, lo que puede pasar en la vida de un ser humano a partir de la llegada del Señor…ese ha sido, por eso yo nunca me sentí artista, ni me siento, yo siento que soy un testigo, que canto como podría cortar la madera, es lo mismo, no hay ninguna...

Y a los 22 años pasé por una ciudad que se llama Mar de Plata, era la primera ciudad grande que yo iba siendo otra persona y entre a un hotel como este a pedir trabajo de lo que sea y lo que me dieron fue una guitarra, les había fallado un músico y yo debuté esa noche… (aplausos) o sea, que me la puso en la mano siempre, me dijo ahora vas a ver lo que va a pasar con tu vida, a los tres días un diario publicó: En el Hotel de Hermitage de Mar de Plata todas las noches sucede un milagro, ese era yo. En un lugar donde iban a ver mujeres y a beber alcohol, había a veces hasta más de 1000 personas por día escuchando el eclesiastes, imagínate, entre whisky y coñac y muchos de ellos fueron salvos y al ratito era muy famoso y ganaba mucho dinero. Empezamos la primera comunidad de niños con mi madre. Ya había empezado humildemente, ya teníamos donde empezar, hoy son setenta y pico de escuelas en total. Nuestras escuelas trabajan las 24 horas, no se cierran jamás porque el niño va a la escuela a la hora que quiere y se va cuando quiere y el maestro está para servirlo, no para darle órdenes, no le da deberes, ni se califica. Nuestros niños de 11 años hablan dos lenguas, los niños que tienen 15 años hablan tres lenguas, hay dos en Harvard con Kissinger, estudiando derecho internacional, los dos mayores; hay dos en la Sorbona, tenemos un médico de 23 años, bueno, ahí empezó esta aventura extraordinaria.

Es por eso, pienso que es tan fácil, hace falta, si nos juntábamos aquí y nos juntáramos afuera igual que aquí todos los días y saliéramos a buscar cada día a quien esté más jodido, el milagro que sucede es extraordinario. Si ahora saliéramos a no dejar ni un niño en la calle, es tan fácil. Es amor nada más, porque mi hermano, no puedo comer tranquilo si está afuera, hermano debo comer tranquilo, es mi compromiso. Matan a un negro en EEUU y me matan a mí es un hermano, matan a un escocés en Irlanda la guerrilla y me matan a mí, si es un hermano mío, siempre me matan y siempre renazco en el que nace, por eso fue fácil, y un día me cansé de todo eso y en el 65 empecé a caminar un año la Isla de Pascua, estudiar el Libro Sagrado, después un año en el Machu Picchu y conocí lo que había quedado de los Incas y después en Mato Grosso otro año y “renací realmente y supe quién era y para que estaba”…

Película que has visto muchas veces..

martes, 12 de agosto de 2025

Demi Moore

Demi Moore era una niña que sobrevivía a lo imposible. A los cinco años, una enfermedad renal casi le arrebata la vida. Creció en un hogar marcado por el alcohol, el abandono y el dolor. Fue víctima de abuso, de traiciones que dejaron heridas profundas. Abandonó la escuela, se refugió en el modelaje, y comenzó a construir una carrera mientras luchaba contra adicciones y una soledad que no se curaba con fama.

Y entonces llegó Bruce. Bruce Willis no solo fue su pareja. Fue el primer amor que la sostuvo con ternura, sin condiciones. Con él, Demi encontró algo que nunca había tenido: estabilidad, respeto, hogar. Se casaron en 1987, formaron una familia con tres hijas, y durante más de una década compartieron una vida que la ayudó a sanar. Bruce fue su refugio emocional, su compañero en la reconstrucción de sí misma.

Aunque se separaron en 1997 y oficializaron el divorcio en el 2000, nunca se alejaron del todo. Cada uno siguió su camino, formó nuevas relaciones, pero la conexión entre ellos nunca se rompió. Paradójicamente, su familia se volvió más fuerte en la distancia. Criaron a sus hijas con amor compartido, celebraron juntos cumpleaños, navidades, y momentos que solo los lazos verdaderos pueden sostener.

Hoy, Demi Moore está viva por una cadena de milagros. Y entre ellos, Bruce es uno de los más grandes. En los años en que ella más lo necesitó, él estuvo. Y ahora, cuando Bruce enfrenta su propia batalla contra la demencia, Demi está ahí. No por obligación, sino por gratitud. Porque el amor que él le dio fue el que la ayudó a sobrevivir. Y ella lo retribuye con presencia, con ternura, con memoria.

Demi ama a Bruce porque él fue su hogar cuando no tenía uno. Porque él la vio cuando otros solo miraban. Porque, aunque la historia romántica terminó, el amor verdadero nunca lo hizo.

“Él me sostuvo cuando yo no podía sostenerme. Hoy, yo lo sostengo con el mismo amor que me salvó.”

sábado, 9 de agosto de 2025

SE AFERRÓ A SUS HIJOS. Reflexión

Don Ernesto enviudó a los 45 años. Pero en vez de rendirse, se aferró a lo más valioso que le quedaba: sus hijos.

Crió a sus hijos con amor, paciencia y sacrificio. Trabajó horas extras, cocinó, lavó. Nunca se quejó. Siempre estuvo. Fue madre y padre. Su vida giraba alrededor de ellos.

Los años pasaron. Don Ernesto envejeció. Un día, empezó a olvidar cosas, a decir palabras que no tenían sentido. Después de varios estudios, lo operaron del cerebro. La operación fue un éxito médico, pero algo cambió en él. Su carácter se volvió más torpe, a veces decía cosas sin pensar. Ya no era el mismo. Pero seguía siendo un buen papá.

Al principio, sus hijos lo cuidaron. Pero pronto perdieron la paciencia. Se enojaban cuando repetía cosas, cuando hacía preguntas tontas, cuando necesitaba ayuda para vestirse. Poco a poco, lo fueron dejando solo.

Después, cada uno hizo su vida. Tuvieron hijos, trabajos, viajes. Y se olvidaron del hombre que los había criado con tanto amor. Lo visitaban de vez en cuando, con prisa, con el celular en la mano.

Un día, Don Ernesto murió en su cama. Solo. Sin nadie que lo sujetara de la mano.

Recién ese día, todos los hijos lloraron. Lloraron fuerte. Lloraron lo que no lloraron en vida. Escribieron mensajes bonitos en redes sociales, subieron fotos con él, hablaron de lo buen padre que fue. Pero él ya no podía leerlos.

Qué triste es cuando un padre lo da todo por sus hijos, pero cuando él más los necesita, nadie está para él. No esperes a que sea tarde para valorar, cuidar y estar. El amor no se publica, se demuestra en vida.

FACUNDO CABRAL. Su mejor testimonio. Transcripción Juana Macedo. 12

 


Les voy a contar una anécdota, un amigo mío mexicano le regaló medio millón de dólares a la Madre Teresa, porque era la primera vez que iba a la casa que tiene en México y él vio que en la casa no había nada y él hizo un cheque de medio millón de dólares, mi amigo tiene mucha lana y se lo dio.

Y la Madre me dio el cheque y me dijo: cuánto es eso? - Le digo: mucho dinero, medio millón de dólares, mucho dinero en cualquier lugar del mundo y ella se lo devolvió y le dijo: “Dame tu mano, (y mi amigo estaba así… un gesto) Y le dijo: yo no quiero tu dinero, yo quiero tu paz, yo no necesito tu dinero, yo necesito tu paz, cuando estés en paz si te necesito para dársela a nuestros hermanos que están peor que nosotros. No te preocupes por el dinero porque la divina providencia siempre nos da de comer”.

¡Eran las doce y media del mediodía padre! “Y además la divina providencia es puntual, sabe que aquí se come a la una”.

No había nada en la casa, 30 ó 40 personas ahí, a la 1 salimos y cuando yo voy a abrir la puerta, siento que alguien hace fuerza del lado de afuera, habían 3 ó 4 personas que habían llegado en un automóvil con canastas con comida y le dijo la Madre Teresa a mi amigo: “has visto que puntual”.

Salgan mañana a la calle sin un peso y van a ver que van a tener todo lo que necesitan, simplemente esperando y lo van a ver. Así yo pude cruzar la Siberia, la Manchuria, los mares del mundo, lo que se les ocurra, porque no van a creer que todos los países donde uno va, le dan un teatro tan bello como el de Asturia y viene toda la gente 3 días 4 días, no es así, A lugares que yo canto en los templos, en las sinagogas, en las plazas en los mercados, la gente deja su moneda para que uno coma y siga al otro pueblo, hago todos los trabajos posibles. Y 15 días por año, hago un trabajo diferente cada año, que es una experiencia, vuelvo a limpiar zapatos en Montevideo, Buenos Aires, ayudo en la cocina en algún hotel de Ecuador, cualquier oficio, todos los años dos semanas para no olvidarte, porque seguramente vas a volver a esos oficios, es lo más fácil.

Esa noche, como les decía, supe que soy un príncipe y que soy hijo de un rey y cambio todo, obvio. Esa misma noche de la alegría escribí una canción, ni sabía que iba a ser mi oficio este. Escribí una canción de cuna, nunca supe por qué escribí una canción de cuna esa noche y muchos años después, porque vean el cambio, saber que uno es pariente de Isaías, saber que uno es pariente de Salomón, el que sabía que todo tiene su tiempo, caramba ser pariente del Bautista. Escribí una canción de cuna, muchos años después Krishna Murti que fue gran amigo, me dijo: “Ahora entiendo porque escribiste una canción de cuna aquella vez” y por qué fue? porque yo no lo sabía, te la estabas escribiendo a ti mismo, porque estabas naciendo, es decir yo me escribí mi propia canción de cuna. (aplausos)...

jueves, 7 de agosto de 2025

FACUNDO CABRAL. Su mejor testimonio. Transcripción Juana Macedo. 11

 

Esto me lo enseñó un vagabundo y les voy a contar otra cosa que es muy rara y es muy…, por eso los planes de Dios son magníficos, el vagabundo que yo conocí dos meses después que me escapé, también se llamaba Simón ¡fíjate tú!, recuerdo perfectamente el día, porque hay gente que dice: que memoria que tengo, cómo se puede acordar el día, recuerdo yo ese día, porque ese día que sucedió esto que les voy a contar yo nací, o sea para la ley yo nací el 22 de Mayo de 1937, es una infamia. Para Dios, es decir, para la vida yo nací el 24 de Febrero de 1954, cuando se supone que tenía 17 años.

No se nace solo cuando se sale de la madre, se nace cuando uno se da cuenta, hasta que uno no se da cuenta… Hay gente que vive toda una vida y muere sin nacer, hay gente que muere a los 80 años sin haber vivido y sabes, llamarle hermano al que nació en el mismo territorio, vivir es vivir, entender que nacemos para encontrarnos, que nos gustemos o no, somos hermanos, que hay un mundo para respetarlo y dejarlo para el que vendrá, eso es vivir. Vivir a plenitud, en el puro amor, yo le veo a Dios en un gato, no tengo que encerrarme en un monasterio, esas cosas al hombre lo hacen desgraciado porque Dios sabe lo que uno necesita...

Buena Reflexión

Mi hijo comenzó a encerrarse en el baño más de lo normal.
Decía que era por privacidad, por tranquilidad… que ahí podía pensar sin ruido.
Yo pensé que era eso: necesidad de espacio. Adolescencia.
Hasta que una tarde olvidó cerrar la puerta con seguro.

Estaba sentado en el suelo, con los ojos perdidos, mirando el vacío.
Frente a él, el espejo empañado.
Y sobre el cristal, escrito con su dedo:
“Si me pierdo… ¿alguien vendrá a buscarme?”

No quise asustarlo. Cerré la puerta con cuidado, como si no hubiera visto nada.
Pero esa noche me senté en su cama, le acaricié el cabello como cuando era niño…
y le dije:
—Si algún día te sientes perdido… yo voy contigo.
Y si no puedes hablar… me siento a tu lado hasta que quieras.
Y si no puedes llorar… lloramos en silencio.

Él se quebró.
Yo también.
Lloramos sin palabras.
Esa fue la primera vez que me dejó entrar… en su verdadero mundo.

Desde entonces, no dejo que las puertas cerradas me asusten.
No invado, pero pregunto.
No presiono, pero acompaño.
Y no doy por hecho que el silencio es señal de calma.

Porque a veces, el que más ríe… es el que más está pidiendo auxilio.
Y el que más se encierra… es el que más anhela que alguien insista en entrar.

Historia anónima

miércoles, 6 de agosto de 2025

NO SANAS PORQUE CUANDO LLEGA ALGO BUENO A TU VIDA LO RECHAZAS..

No sanas porque cuando llega algo bueno a tu vida lo rechazas, y prefieres quedarte con lo que no te hace feliz.

No sanas porque sigues ignorando al poderoso y valioso ser que llevas dentro.

No sanas porque continúas desatendiéndote, y fingiendo que todo está bien en tu mundo.

No sanas porque no te has atrevido a enfrentarte a las personas que dirigen tu vida.

No sanas porque no usas tus tijeras para cortar lazos con personas que ya no te nutren.

No sanas porque has asumido que el sacrificio es la forma de demostrar amor a los demás.

No sanas porque no usas la magia del perdón para limpiarte de ira, y rencor.

No sanas porque huyes de la naturaleza, no disfrutas de la lluvia, no te pierdes en el bosque, no te bañas en el mar y te escondes del Sol y la Luna.

No sanas porque gritas por ayuda a los vientos y cuando te escuchan y te tratan de llevarte por un camino que te hará feliz, te aferras al pasado.

No sanas porque no te dejas llevar por tu interior, por la fuerza de tu corazón y tu mente, y has olvidado que tú eres el sanador, porque "no sanarás si no quieres sanar".

FACUNDO CABRAL. Su mejor testimonio. Transcripción Juana Macedo. 10

 


Y un día, me di cuenta que en esos tres años, había hecho mucho más de lo que yo creía, porque en Argentina se hacía 6 años de primario (no sé cómo le llaman ustedes) y 6 años de secundario no? Y después uno entra a una carrera, es igual. Yo hice esos 3 años padre, los doce. A los 21 años y unos meses había terminado la carrera de Filosofía y Letra (aplausos…). Porque estaba todo el día en eso; si cualquiera de ustedes se mete solamente a estudiar por ejemplo a San Mateo, o a Buda si les place, o a lo que sea, será muchísimo lo que aprenderán en 3 años. Solo en eso yo vivía encerrado leyendo y con el auxilio del hombre brillante, que conocía las excelencias de la vida. Por eso decía con orgullo Freud y gente tan interesante para mi vida, hoy y tal vez para siempre. Entonces yo ya era más inteligente que la policía, me escapé fácil.

A los 2 meses y días que me escapé de la cárcel, yo ya era otra persona, ya había desaparecido el alcohol, en la cárcel aunque les parezca mentira, se puede beber, hay gente que mete el alcohol, se arreglan con la gente de ahí, le dan un peso, lo roban, siempre aparece, como la droga, lamentablemente. Cuando tuve algo en mi corazón y en mi cabeza, ya no había vació por lo tanto ya no había lugar para el alcohol. Uno bebe o necesita mucho dinero cuando está vacío por dentro, sino necesita el dinero justo. Mi madre decía: “Tomar de la mesa del Señor solo lo necesario para que no falte a nuestros hermanos lo suficiente”… y cuidado que no les está hablando alguien que sea adicto a la pobreza, porque yo soy Príncipe, soy hijo del único Rey. Es decir, no somos pobres (Aplausos)…

Un día sucede que te cansas..

YA BASTA. Reflexión

¡Ya basta!
El grito retumbó en todo el patio.

Cientos de niños se giraron.
Todos miraban a Ismael, de pie, descalzo, con las zapatillas en la mano y los ojos llenos de algo que no era miedo…
era dignidad.

Frente a él, tres compañeros reían, pero esta vez, sus risas se apagaban lentamente.

—¿Quieren seguir burlándose? —dijo Ismael, levantando sus viejas zapatillas rotas—. ¡Háganlo! Pero al menos ahora háganlo de frente.

Nadie dijo nada.
Nadie se atrevió.
Solo se escuchaba el viento.

Todo había comenzado esa mañana.
Ismael llegó al colegio como siempre: temprano, callado, con las zapatillas gastadas que su madre le había dado tras semanas de juntar monedas.

En el recreo, cuando corrió tras el balón, la suela se despegó del todo.
Tropezó.
Cayó.
Y la carcajada de Luis, el más popular del salón, estalló como una bomba.

—¡Se te salió el cartón de los pies, Ismael! ¿Estás jugando o limpiando el piso?

Las risas se multiplicaron.
Ismael no dijo nada.
Solo apretó los dientes.
Pero por dentro… algo se rompió.

Esa tarde, en casa, no quiso cenar.
Se encerró en su cuarto.
Pero su abuela, con esa sabiduría que no necesita llaves, entró igual.

—¿Qué pasó hoy?

—Mis zapatillas. Mi vida. Mi cara. Todo es una vergüenza, abuela.
—¿Y por qué lo crees?
—Porque ellos se burlan. Todos se ríen.

Entonces ella se sentó, le acarició el cabello y dijo:

—Hijo… nadie te puede hacer sentir inferior sin tu consentimiento.

—¿Y si ya lo hicieron?
—Entonces diles que ya no tienen tu permiso.

Al día siguiente, Ismael llegó con las mismas zapatillas.
Pero no con la misma alma.

Esperó al recreo.
Esperó al primer comentario.
Y cuando llegó, se quitó los zapatos y se paró frente a todos.

—Rían si quieren. Pero hoy, sus palabras ya no me duelen. Porque lo que tengo en los pies no me define.
Lo que me define es que yo no me burlo de nadie.
Y eso me hace más fuerte que ustedes.

Un silencio pesado cubrió el patio.
Luis bajó la mirada.
Y muchos que se habían reído… comenzaron a aplaudir.

No por los zapatos.
Sino por el valor.

Vestir con orgullo lo que tienes, aunque sea poco, vale más que disfrazar lo que eres con risas ajenas.
La verdadera vergüenza no está en usar zapatillas rotas…
está en reírse de quien no puede tener otras.

Y el respeto más valioso… no se exige.
Se gana el día en que uno se atreve a caminar descalzo.

martes, 5 de agosto de 2025

NO TOQUES A LAS PERSONAS MAYORES DE 50

“No toques a las personas mayores de cincuenta. En serio.
No son solo otra generación: son una verdadera especie de supervivientes.

Duros como el pan del día, rápidos como las pantuflas de la abuela lanzadas con precisión de boomerang. A los cinco años ya “leían” el humor de su madre por el tintinear de la olla; a los siete tenían un llavero con instrucciones:
“Encontrarás la comida en la nevera: caliéntala, pero no la derrames.”

A los nueve cocinaban el borsch sin receta; a los diez sabían cerrar la llave del agua y huir del perro del vecino con un cubo en la cabeza.
Pasaban todo el día en la calle, sin móvil, con una ruta clara: barra de dominadas, río y vuelta a casa de noche, con las rodillas cubiertas de cicatrices: el mapa de sus pequeñas batallas.

Y sobrevivieron.
Sellaron los rasguños con saliva y hojas de llantén, y al doler, escuchaban: “Si no se ha quedado colgando, es que casi no duele.”

Comían pan con azúcar, bebían del aspersor del jardín —un microbioma que envidiaría cualquier yogur—, y no conocían las alergias. Y si las tenían, no decían nada.

Saben quince trucos para eliminar manchas de hierba, grasa, sangre o tinta, porque siempre tenían que regresar “presentables”.

Y eso no es todo. Han pasado por:
– radio a transistores,
– televisor en blanco y negro,
– tocadiscos y vinilos,
– magnetófonos de bobinas y cintas,
– CD y Discman,

y ahora llevan miles de canciones en el bolsillo… pero echan de menos el crujido de rebobinar casetes con un lápiz.

Con el carnet de conducir en mano, cruzaban el país en un viejo coche sin hoteles, aire acondicionado ni GPS. Solo un atlas de carreteras y un sándwich de huevo en la guantera. Llegaban siempre, sin Google Translate, con una sonrisa.

Son la última generación que vivió sin internet, sin batería de repuesto y sin la ansiedad de quedarte sin carga.
Recuerdan el teléfono fijo colgado de un cable en el pasillo, libros de recetas en cuadernos y no en apps, y cumpleaños que apuntaban… o solían olvidar.

Ellos:
– arreglan todo con cinta aislante, un clip o unos alicates,
– tenían un solo canal de TV y no se aburrían,
– “hojeaban” la guía telefónica, no un feed,
– creían que una llamada perdida significaba “estoy bien, te devuelvo la llamada.”

Son diferentes. Cuentan con un “asbesto emocional”, un sistema inmunológico forjado en la escasez y reflejos de ninja urbano.

No toques a un cincuentón: ha visto más, vivido más profundo y lleva en el bolsillo un caramelo de menta más viejo que tu hijo.

Sobrevivió a la infancia sin sillita de coche, sin casco y sin crema solar. La escuela, sin portátil. La juventud, sin scroll infinito.

No busca respuestas en Google: confía en su instinto.
Y tiene más recuerdos que tú fotos en la nube.”

FACUNDO CABRAL. Su mejor testimonio. Transcripción Juana Macedo. 9.

 

A los 14 años ya tenía todos esos robos y me cazo la policía y me metieron a la cárcel por 4 años, de 14 a 18 años, una condena de 4 años y se iba a revisar cuando terminara, porque a los 18 en Argentina uno es mayor de edad, y posiblemente pasara, por la calidad de los delitos, pasara una cárcel de mayores, existía esa posibilidad, o sea, que hubiera podido estar un rato más largo, pero yo me escapé un año antes.

Siempre me le escapé a la policía, también cuando la policía trabajó como de costumbre para los dictadores en Sud América, siempre me escapé y cuando no me les escapé, logré cambiar a más de uno de ellos. Yo tengo 87 detenciones en mi país por culpa de las dictaduras militares y 14 veces la picana eléctrica a los testículos padre… pero le voy a contar lo que pasó en la cárcel… porque esto es maravilloso, digo que soy un tipo con suerte porque me cruzo con gente extraordinaria, me la pone ahí cerquita. Yo era un tipo muy revoltoso y antisocial en la cárcel, entonces tenía pleitos todos los días en el patio, en el patio es donde te juntás a ciertas horas y cuando nos juntábamos en el patio siempre había pleito y yo fui siempre muy solitario, tenía pleito contra 4, contra 5, vivía siempre a los golpes.

Había un jesuita, en la cárcel, a los que amo por supuesto y me dijo: te van a matar aquí. Acá te va a ir muy mal y yo voy a ver si te puedo salvar, te voy a cambiar de lugar me dijo. Y me llevó a un lugar donde no iba nadie, era un lugar de la cárcel, me puso un colchón en la biblioteca, porque ahí nadie va a leer, es más la mayoría ni sabía leer, entonces yo era como un campeón, que vivía como en la suite de este hotel, con mi biblioteca propia, pero era analfabeto. Y yo había visto libros, claro, sabía que habían libros en el mundo, pero no sabía de qué se trataban, en la escuela donde estaba mi madre, por ahí vi muchos más libros y libros bellos, grandes, de colores, buena textura de piel, de papel, hoy los amo.

Yo perdí la vista tres veces en los últimos años y yo siento la gravitación física de los libros, los amo, además tengo todos el motivo más grande del mundo para amar los libros porque yo soy hijo del libro de los libros, de la Biblia, yo nací ahí, imagínense, hace poco fui a la feria del libro en Miami y no llegó mi libro, entonces yo le dije a la gente ¿Qué hace un autor aquí sin su libro?

Pero les voy a decir que yo tengo mucho derecho de estar aquí, porque yo soy hijo del Libro de los libros.

Así que yo le preguntaba al Jesuita, Simón se llamaba, como aquel Simón ¿Simón que hay en ese libro marrón? Ahí está la historia de un general corso Napoleón y me contaba cosas, me contaba las historias… y me contó todas las historias. Y en el libro verde, y en el libro verde ahí te podes enterar de cómo se comía en la época de Moisés, ¿quién fue Moisés?, y me contaba la historia de Moisés, y me empecé a volver loco con las historias que me contaba el Jesuita Simón.

Y un día me dijo: yo no puedo estar leyéndote y contándote historias todos los días porque acá hay doscientos y picos de muchachos y yo no puedo estar contigo, así que no me jodas. Mejor vamos haciendo una cosa, si yo tengo tiempo y vos querés, fíjate que hábil, yo te puedo enseñar a leer y yo me quedé encerrado 3 años ahí, aprendí a leer y a escribir, entonces leía a Mark Twain, había el segundo volumen de las confesiones de San Agustín padre ahí adentro, ahí estaba Freud,Tolstoi, el gran inspirador de Gandhi junto con Jesús, lo decía Gandhi eso, estaba Whitman decía cosas prodigiosas, a la mañana le decía a la naturaleza “despierta que tu amante ha llegado” y yo empecé a conocer a otra gente, mucho mejor que lo que era el esposo de mi madre, que la policía, que la sociedad cobarde, mucho mejor gente.,,

sábado, 2 de agosto de 2025

DESPUES DEL DIVORCIO. Reflexión.

Después del divorcio, no le quedó mucho.

Un par de maletas, unos papeles, y su carro.
Ese carro viejo que antes usaba para llevar a sus hijos a la escuela…
ahora era su único techo.

—No te preocupes, papá. Puedes quedarte con nosotros —le dijo su hija.

Pero él no quiso.

—No, mi amor. No quiero incomodar. Ya bastante tienen ustedes.

Y así, durante semanas, nadie supo que pasaba las noches en un estacionamiento.
Con el asiento reclinado.
Tapado con una cobija vieja.
Comiendo pan con café frío.
Mirando fotos que ya solo vivían en su cartera.

No lo hacía por orgullo.
Lo hacía por amor.

Porque no quería ser “una carga”.
Porque sentía que ya no tenía un lugar en ninguna casa.

Hasta que un día, su hija lo encontró.
Ahí estaba. Dormido. Solo.
Con la mirada cansada… y el corazón aún más.

Lloraron.
Mucho.
Pero no por lástima.
Sino por todo lo que nunca se dijeron.

Su hija sintió el alma hecha pedazos.
No por verlo débil… sino por haberlo dejado solo tanto tiempo.

Y esa misma noche, le prepararon un cuarto.
Pequeño, sencillo…
pero lleno de amor.

Desde entonces, cada vez que alguien le ofrece algo, él responde lo mismo:
—No necesito mucho. Solo saber que alguien me quiere cerca.

Moraleja:
Hay padres que prefieren dormir en un carro… antes que sentirse estorbo.
No por falta de amor.
Sino por exceso de dignidad.

No esperes a que el orgullo los aleje.
Hazles saber que su lugar sigue ahí…
aunque ya no vivan juntos, aunque la familia haya cambiado.

Porque un papá no necesita lástima.
Necesita sentirse parte.

-Susana Rangel 


FACUNDO CABRAL. Su mejor testimonio. Transcripción Juana Macedo. 8.

 

Cuando me fui al campo yo vivía solamente con gente mayor, los peones de campo eran tipos que tenían por lo menos de treinta años para arriba y se bebía mucho y se fumaba mucho, y empecé a beber con ellos como un juego, porque yo veía que el alcohol era como mágico. Un paisano tímido que no se animaba a decirle nada a Matilde, la hembra de la cantina, cuando tenía dos copas le tocaba las nalgas y era… y yo dije: esto es mágico, que fácil tomo un poco de esta basura y soy valiente y me olvido de mis cosas y me voy a acercar a quien me quiero acercar. Bueno para hacerla muy corta, a los once años yo era alcohólico, pero alcohólico, clínicamente alcohólico, yo robaba para beber una botella de vino Padre, yo bebía una botella de licor por día, a los once.

Por supuesto que el alcohol aumentó mi odio, es típico, me obstruyó más la cabeza que trabajaba mal y poco y me taponeo el corazón, me acostumbré a robar para beber y de pronto tenía 24 robos y había quemado dos escuelas, una comisaría y la sucursal de un banco y ya era el líder de una gavilla, robábamos periódicos a los que los vendían en esta esquina y los vendíamos en aquella esquina, se los robábamos a golpes, mandé mucha gente al hospital, mucha gente, era muy violento, casi con placer, alguien me tenía que pagar esto, yo no sabía que esto era una lección, no un problema, Dios a mí me debe querer mucho, porque me puso toda esta experiencia adelante. Lo que llamamos problemas son lecciones, el solo hecho de tomarlo como problema ya te venció, si tenés un cáncer que alguno lo debe tener aquí, pensá que es una lección vas a aprender mucho y va a ser un gran negocio, yo no sabía en esa época esto, para nada, pensaba que Dios era amigo solamente de aquellos a los que les va bien, después supe que dura fue la experiencia de su hijo directo y otras tantas como el Bautista.


viernes, 1 de agosto de 2025

FACUNDO CABRAL. Su mejor testimonio. Transcripción Juana Macedo. 7.

 

Anteanoche fue el último concierto, cuando o siempre que voy a salir a un teatro como este teatro precioso en Asturias, o al Lincoln Center de Manhattan, o a alguna Universidad como la Sorbona en París o Cambridge en Inglaterra, Oxford, cuando me invitaba a desayunar Borges o Bradburí siempre recuerdo esta anécdota de las neuronas. Cuando recuerdo que llevo 31 o 32 libros escritos, siempre me recuerdo lo de las neuronas. Por suerte después sí aprendí que el intelecto es solo una herramienta para el espíritu, todo eso sin amor no sirve para nada, es nada más que un exceso de información que más te obstruye y te confunde que lo que te alivia, la felicidad va por otro lado y la sabiduría viene del corazón, no es de la cabeza, pero una cabeza entrenada se puede dar cuenta de las circunstancias, hacer una buena mención, solo eso, es un técnico en mi vida.

Bueno cuando yo tenía 9 años o 9 años y medio más o menos, me fui a trabajar al campo para ganar más dinero, mi madre ya estaba bien, mis hermanos empezaban a estudiar, a leer y a escribir, yo era analfabeto por supuesto. A pesar del techo y del trabajo, había un profundo dolor en mi vida, era mi padre claro, bueno el marido de mi madre, pero no era porque me faltaba mi padre, vean ustedes, seguramente acá debe haber más de uno que vivió esta circunstancia, no era que yo me sentía mal, yo me sentía mal por mi madre, la veía tan sola, pasaba por un lugar como este y decía: porque demonios esta gente, todos está todo el mundo juntos desayunando, con su mujer, con su familia, por qué mi madre no, yo no entendía esa historia. No era por mí a mí me valía que estuviera mi padre o no, yo ya estaba criado y sigo siendo un hombre orgulloso de mi soledad y mi camino, pero era ella; yo sentía que ella se merecía un hombre al lado.

Una hembra se completa cuando llega su hombre, un hombre es una realidad a medias hasta que llega su mujer, salvo que Dios tenga otro plan. A mí seguramente me dijo: Vas a vivir todo lo que estás viviendo y lo vas a contar, serás mi testigo, yo no necesito otra cosa, a ti te hizo sacerdote, Jesús no tuvo familia propia tenía una tarea, pero excepto esos casos excepcionales, Teresa, se supone que nacemos juntamos hembra y macho y hacer de esas dos mitades una unidad, por eso me jodía.

DESPUES DE 12 AÑOS DE MATRIMONIO...



Hace un tiempo, después de doce años de matrimonio, mi esposa me dijo algo que no me esperaba:

— Quiero que invites a otra mujer a cenar… y al cine.


Me quedé en shock. Pero ella enseguida aclaró:
— Te amo, pero sé que hay otra mujer que también te quiere muchísimo… y que merece pasar una noche contigo.


Se refería a mi mamá. Llevaba ya diecinueve años viuda. Y entre el trabajo, la casa y nuestros tres hijos, casi no encontraba tiempo para verla.


Esa misma noche le hablé por teléfono:
— Mamá, pensé que tal vez te gustaría salir conmigo a cenar… y a ver una película.


— ¿Pasó algo? ¿Están bien? — me preguntó de inmediato, con ese tono preocupado. Mi mamá es de esas que cuando suena el teléfono tarde… espera malas noticias.


— Todo bien, má. Solo quiero pasar un rato contigo.


Se quedó callada. Luego dijo con voz bajita:
— Hace mucho que soñaba con eso...


El viernes salí del trabajo y pasé por ella. Estaba un poco nervioso, no sé por qué. Cuando llegué, ya me estaba esperando afuera de su casa. Tenía un abrigo sobre los hombros, su cabello recogido con cuidado y vestía ese vestido que guardaba desde su aniversario de bodas con mi papá.


— Les conté a mis amigas que iría a cenar con mi hijo. ¡Estaban impresionadas! — dijo sonriendo mientras se subía al coche.


Cenamos en un restaurancito acogedor. Caminaba tomada de mi brazo como si fuera la primera dama. Yo le leía el menú, porque sus ojos ya no alcanzaban a ver las letras pequeñas. Ella solo sonreía con nostalgia.


— Antes yo te leía los menús cuando eras chiquito — me dijo con ternura.
— Hora de pagar con cariño todo lo que me diste — le respondí.


La cena fue tranquila, llena de esas pláticas sencillas que calientan el alma. Hablamos de todo: de la vida, de recuerdos, de tonterías y de cosas profundas. Estuvimos tan metidos en la conversación… que llegamos tarde al cine.


Al llevarla de vuelta a casa, me dijo:
— La próxima vez yo te invito. Y yo pago, ¿eh?
— Trato hecho — le sonreí.


— ¿Cómo te fue? — me preguntó mi esposa al volver.
— Mejor de lo que imaginé — le contesté.


Unos días después… mi mamá falleció. De manera repentina. Ya no tuve oportunidad de hacer nada más por ella.


Días después, recibí un sobre. Dentro había una copia del recibo del restaurante… y una nota escrita con su letra:
“Pagué por adelantado nuestra segunda cena. No sabía si iba a poder volver a salir contigo, pero por si acaso… pagué para dos: para ti y tu esposa. No sé cómo explicarte lo que significó esa noche para mí. Hijo, te amo con todo mi corazón.”


Cuida a tus padres. Son los únicos que te aman de verdad, que se alegran con tus logros y sufren en silencio cuando algo te duele. No los recuerdes solo en cumpleaños o en Navidad. Porque algún día… puede ser demasiado tarde.
— Requi Índiz



miércoles, 30 de julio de 2025

MI HIJO

Mi hijo Marcos nunca se casará.

No tendrá hijos.
No conducirá un coche.
Ni vivirá muchas de las cosas que tú y yo damos por sentadas.


Pero él es feliz.
Y está sano.
Y eso… para mí, es todo lo que importa.


Cuando alguien le responde con una sonrisa, me ilumina el día.
Cuando una chica le regala una mirada amable, la alegría no solo se dibuja en su rostro… se le desborda por el cuerpo entero.


Porque no se necesita mucho para ser profundamente humano.
Solo un poco de bondad.
Solo un poco de empatía.


Quiero contarte una historia.


Durante una fiesta en una escuela para niños con necesidades especiales, un padre subió al escenario y dio un discurso que dejó a todos en silencio.


—Mi hijo Marcos —dijo— no aprende como los demás.
No entiende como ellos.
Y a veces me pregunto… ¿dónde está el orden natural de las cosas en su caso?


Hubo silencio.


Entonces el padre respiró hondo… y añadió:


—Cuando nace un niño como Marcos, el mundo recibe una rara oportunidad: la oportunidad de mostrar su verdadera humanidad.


Y compartió algo que nunca olvidaría:


—Un día caminábamos cerca de un campo donde unos chicos jugaban fútbol.
Marcos me miró y me dijo:


—Pa… ¿creés que me dejen jugar con ellos?


El padre sabía que lo más probable era que no.
Pero también sabía que, si lo aceptaban, ese simple gesto le regalaría a su hijo algo invaluable: dignidad.


Se acercó a uno de los chicos, sin muchas esperanzas…
Y el chico, tras mirar a sus amigos, respondió:


—Estamos perdiendo 3 a 0. Faltan diez minutos…
Claro que sí. Que venga. Lo vamos a dejar tirar un penal.


Marcos se puso la camiseta con una sonrisa gigante.
Se sentó en la banca… y durante el resto del partido, fue el chico más felíz del mundo.


Y entónces, en el último minuto…
Hubo penal.


El mismo chico se acercó al padre, le hizo una seña, y dijo:


—Es su turno.


Marcos caminó hacia el arco.
El arquero entendió de inmediato: se tiró suavemente hacia un lado.
Y la pelota de Marcos…
entró.


Gol.!!!
Pero no uno cualquiera.
El gol que cambió una vida.


Los chicos lo alzaron en hombros.
Lo abrazaron.
Gritaron como si acabara de marcar el gol de la final del Mundial.


El padre cerró con la voz rota:


—Ese día, un grupo de chicos no eligió ganar un juego.
Eligieron hacer historia.
Y su hijo…
fue un héroe por un día.


Marcos murió ese invierno.
Pero nunca olvidó su gol.
Y su madre jamás olvidó la noche en que él volvió a su casa…
y ella lo abrazó, llorando de alegría, mientras le contaba el momento más hermoso de su corta vida.


Aveces compartimos memes, chistes y videos vacíos sin pensarlo dos veces.
Pero cuando llega una historia que nos recuerda lo importante, dudamos…
¿A quién se la mando? ¿Quién lo entenderá?


Si vos estás leyendo esto… es porque alguien cree que vos sí podes ser ese eslabón.
Ese puente.
Esa chispa de humanidad que el mundo tanto necesita.


Porque como dijo alguien alguna vez:
“Una sociedad se mide por cómo trata a sus miembros más vulnerables.”

FACUNDO CABRAL. Su mejor testimonio. Transcripción Juana Macedo. 6.

 

Y había una multitud muy grande esperando al lado frente a la Catedrál al Presidente y a Eva Perón porque había un Tedeum, y yo era pequeño y la policía no se cuidaba de mí, viste, había un cordón y además era raquítico, yo era muy chiquito y logré pasar y llegué al auto del Presidente y me dijo que querés? Y le dije un trabajo, tengo 2 hermanos y una madre y la tierra del fuego está muy mal y Eva llamó a un señor y le dijo encárguese de esto. Y conseguimos una escuela, imagínese lo que era una escuela, nosotros cuidábamos la escuela, y limpiábamos la escuela, cuando se iban los niños, sacábamos los bancos de la aula y poníamos dos colchones y dormíamos, los tres hermanos en un colchón y mi madre en otro, era un paraíso y 160 pesos se sueldo que era más o menos un 30 o 40 por ciento menos de lo que ganaba un empleado en un banco, era como una fortuna para nosotros, era como 300 dólares, imagínate lo que era.

Mi madre la llevaron a internar a Buenos Aires, fíjense lo mal que estaba, que estuvo un año y dos meses internada en Buenos Aires, la salvaron y mis hermanos sobrevivieron de milagro. Al poco tiempo me internaron a mí durante tres semanas porque cuando mi madre ya volvió de la internación en Buenos Aires, porque yo tenía problemas serios mentales. Yo tenía un solo sueño, el único sueño que tenía era conocer a mi padre y matarlo, ese era mi sueño, lo deseaba con fervor, imagínate cuando me contabas hoy lo de El Salvador, ese señor que me impresionó mucho, yo busqué años a mi padre para matarlo, imagínate como estaba. El segundo sueño, si es que me daban una chance, el segundo sueño después de eso, cuando iba a dormir, morir… yo no quería vivir, entonces no hablaba. Hablé milagrosamente con Perón ese día porque era una obligación, yo a los 6 años recién hablé, la primera palabra que dije fue Sara que era el nombre de mi madre y ya no hable más. Tenía problemas cerebrales muy serios entonces cuando me internaron a las 3 semanas, el médico le dijo a mi madre: Mire señora no se haga ninguna ilusión intelectual con su hijo, porque perdió muchas neuronas, entonces él podrá hacer algún oficio simple, peón de campo, albañil y mi madre preguntó por qué? Porque perdió muchas neuronas. Mi madre por supuesto no sabía que era una neurona, preguntó que era una neurona, el médico le explicó, cuando salimos mi madre me abrazó y me dijo: “No te hagas ningún problema, con las poquitas que quedan vamos a hacer lo máximo posible”… (Aplausos)...

martes, 29 de julio de 2025

LA ABUELA. Reflexión

La abuela llegó sin anunciarse, como solía hacer. Traía consigo ese aroma a lavanda, a pan recién horneado, a memorias que saben a infancia.

Al entrar, se encontró con un torbellino de escobas, trapos, platos en el fregadero y su hija sudando la gota gorda con el plumero en la mano, corriendo de un lado a otro como si la visita fuera la reina de Inglaterra.

—“Mamá, qué bueno que viniste… pero no te vayas a sentar todavía, que esa silla la iba a sacudir.”

La abuela la miró, con esa mezcla de ternura y pena que tienen las mujeres que ya vivieron todo y entienden lo que de verdad importa. Observó cómo su hija se agobiaba por cada migaja, por cada huella en el piso, por cada rincón con polvo como si su valor estuviera medido en la limpieza.

—“¿Qué te parece si salimos a caminar un ratito? El atardecer está hermoso.”

—“Ay mamá, no puedo. Tengo que terminar de dejar todo reluciente. No quiero que veas la casa hecha un caos.”

La abuela se quedó en silencio unos segundos. Y entonces, con voz suave, pero firme, le dijo:

—“Hija… no dejes que tus sartenes brillen más que tú.”

La hija frunció el ceño.

—“¿Cómo dices?”

—“Que está bien limpiar, sí. Pero no a costa de tu alegría. No a costa de tu descanso, de tu salud, de tus momentos.”

La joven bajó el plumero, desconcertada.

Y ahí, la abuela le contó su verdad:

—“Cuando yo tenía tu edad, pensaba que ser buena madre era tener la casa impecable, las camas tendidas, las paredes sin huellas, los platos sin restos. Me levantaba antes que todos y me dormía después que todos, trapeando, lavando, ordenando. Pensaba que así me iban a admirar, que así iban a decir que era una gran mujer.”

—“¿Y no lo eras?” —preguntó la hija.

—“Fui muchas cosas… menos feliz.”

—“¿Por qué?”

—“Porque me perdí momentos. Me perdí risas. Me perdí abrazos en el sofá porque tenía miedo a que lo ensuciaran. Me perdí tardes con tus hermanos porque preferí dejar el piso reluciente. Me perdí bailes, juegos, conversaciones. Nadie recuerda una casa limpia. Pero sí recuerdan a una madre presente.”

La hija comenzó a llorar.

—“¿Y si alguien llega de sorpresa?”

La abuela sonrió con dulzura:

—“Entonces verá tu hogar… no tu museo. Y si juzga, que no regrese. Quien te ama viene a buscar tu compañía, no tu limpieza. Viene por tu risa, no por tus alfombras.”

Se acercó a ella, la tomó de las manos y le dijo:

—“Desempolva si hace falta… pero no desempolves tus ganas de vivir. La vida está ahí afuera. Tus hijos están creciendo. Tu pareja espera tu atención. Tus amigas extrañan tu risa. Tus padres quieren caminar contigo. No dejes que la escoba sea tu única compañera.”

—“El polvo vuelve siempre. La vida… no.”

La hija se sentó a su lado, llorando bajito, como quien acaba de soltar una mochila invisible que llevaba cargando desde hace años.

Y ese día… no se limpió la estufa.

Pero se limpió el alma.

Abuela e hija salieron de la casa sin preocuparse por las migas en el piso. Caminaron, se tomaron fotos tontas, compraron helado, hablaron de la vida. Y al regresar, la casa seguía ahí. Sin brillar. Sin estar perfecta.

Pero llena.

Llena de vida, de momentos, de risas.
De todo eso que no se barre, ni se friega, ni se plancha…
pero que queda tatuado en la memoria para siempre.

FACUNDO CABRAL. Su mejor testimonio. Transcripción Juana Macedo. 5.

 


Escuché a un turco que decía: Llegó un Presidente nuevo que parece que está preocupado por los pobres se llama Perón, y por Dios no tomen esto como un anuncio político, yo descreo absolutamente de la política, descreo de todo lo que obliga a dividir, lo que empobrece y las ideologías ya le han hecho mucho mal al mundo. Tenemos que buscar lo que tenemos en común, por eso justicia es armonía de desiguales, izquierda y derecha son solo los costados de un camino, no hay otro, además ya hay una ley y es muy fácil de recordar: son los diez mandamientos, no me hace falta ningún congreso, nada. Mi ética, mi moral me exige amar al prójimo como a mí mismo, entonces de ahí en más todo será justicia y así se han hecho las mejores comunidades, las otras viven en pleito.

Escuché el nombre de Perón y me fui a buscar a Perón, yo tenía 8 años, tardé tres meses y medio en llegar hasta Buenos Aires, esos 3500 kilómetros, colgado en algún tren, en algún camión y llegué. Mi madre a partir de ese día, pensó que yo podía conseguir todo y tenía razón, yo creo en los milagros. Llegué a una estación de trenes que se llama Constitución y pregunté: ¿Dónde puedo hablar con Perón? Imagínate, el vendedor de verduras que le pregunté, la cara que habrá puesto, un niño que llega a Washington diciéndole cómo hablo con el señor Clínton?... Y él me dijo: Muy fácil por esta misma avenida la 9 de Julio, hasta una avenida que se llama 2 de Mayo, doblas a la derecha y te encontras con una Plaza muy fea y una casa rosada muy fea, ahí está el Presidente. Pero va a ser difícil que él te atienda, me dijo, pero mañana va a la ciudad de la Plata que está a 50 kilómetros de aquí, porque es el aniversario de la ciudad, va a ir él con Eva Perón y yo fui a buscarlo hasta la Plata, ya estaba muy cerquita, este hombre me pagó el tren y me dio un dinero para comprar algo de comida. Fue mi primer amigo en Buenos Aires, lo sigo teniendo, Hoy tiene 85 años, él es como un hermano muy cercano, gracias a Dios nunca lo perdí, un día contesto en televisión y él llamó por teléfono y lo recuperé, después de tantos años, ni se acordaba que era yo...

lunes, 28 de julio de 2025

PONME LA CADENITA. Reflexión

CUANDO LO LEÍ CASI SE SALEN MIS LAGRIMITAS!! 

¡Ponme la cadenita!

En algún hogar del mundo , esa mañana como todos los días , se escuchaban los gritos alterados de un hombre regañando a su hijo:

-Levántate pronto , lávate la cara , los dientes , péinate , ponte la camisa....

Pero apúrate , tienes que ir a clases. 

¿Sabes qué?... 

Ya no hay tiempo para que desayunes , en el camino tomarás tu jugo , pero no lo vayas a tirar.. 

¿Qué te dije , tonto?

Ya te manchaste la camisa. 

Me tienes harto , nunca aprendiste a hacer bien las cosas.

El chiquillo guardaba silencio , sabía que le podía ir peor. 

Estaba tan atemorizado que ni siquiera podía decirle "papá".

En la escuela , constantemente era reprendido por su maestra porque se distraía. 

Siempre pensando por qué no podía ser feliz como los demás niños.

Esa tarde al regresar a casa , sin saber por qué , se atrevió a romper el silencio y dijo:

-Hoy me preguntó la maestra en qué trabajas y no supe qué responder.

Yo entreno perros , dijo el hombre.

-¿Y para qué los entrenas? dijo el niño.

-Los enseño a ser obedientes a sentarse, a echarse , a quedarse quietos , a brincar obstáculos , a no hacer destrozos , cuidar la casa , cuidar y proteger a los niños.

Los entreno para trabajar en la policía , en los bomberos , los entreno para rescatar personas , para salvar vidas localizando explosivos y muchas cosas más...

¡Ah! , ¡También los entreno para ayudar a caminar a las personas ciegas!

Con mucho interés seguía preguntando:

-¿Y les pagan a los perros por hacer todo eso?

Claro que no, dijo él.

A cambio reciben mucho amor , atención y cuidados de parte de sus dueños o de quienes trabajan con ellos.

- ¿Y cómo logras entrenarlos? 

-Es muy sencillo , dijo. 

Solamente les pongo una cadenita los llevo a pasear , camino y platico con ellos y poco a poco les voy enseñando.

Cuando no hacen bien los ejercicios los corrijo firmemente pero sin lastimarlos , después los acaricio para que sientan que no estoy enojado con ellos!.

 Pero se necesita mucha paciencia!

El pequeño , muy emocionado , quería salir corriendo y platicarle a sus amiguitos lo que acababa de escuchar , pero de pronto....

Con ese gesto infantil , característico y natural que hacen los niños cuando sienten que van a brotar sus lágrimas , levantó su carita inocente y dijo...  

-Ponme la cadenita!

Yo también quiero salir a pasear y platicar contigo , quiero aprender muchas cosas de ti , quiero que me corrijas si lo hago mal y después me acaricies para sentir que no estás enojado conmigo.

A cambio yo seré un niño obediente , no te haré enojar más , no haré destrozos , cuidaré la casa , aprenderé a cuidar a las personas a salvar vidas...

Ah! y si un día tú quedaras ciego , yo te ayudaré a caminar! 

¡Por favor , ponme la cadenita , solo tenme paciencia!

El hombre aquel , estalló en un sollozo profundo que le desgarró el pecho y al abrazar a su hijo , sintió que de su corazón salía una cadenita que rápidamente se enlazaba con el corazón de su hijo.

¡Era una cadenita con muchos eslabones de amor , de calor humano de comprensión y mucha paciencia!

El niño sonrió , se acurrucó en su pecho y dijo: 

¡Gracias , Papá!

"Que todo lo amable , gentil , tolerantes , cariñosos , cuidadosos que podemos ser lo seamos con los nuestros , hijos , esposo (a) padres , nietos , hermanos familia , amigos y los que nos rodean y podamos reflejar así el amor  en donde nos movamos".

¡Bella  reflexión!

Autor: desconocido
Imagen: web

FACUNDO CABRAL Su mejor Testimonio (Transcripción Juana Macedo) 4.

 


Mi madre caminó 3500 kilómetros en 7 años, por eso yo solía decir que mi madre fue nuestro pequeño Moisés, con 7 hijos, cruzando un territorio muy difícil, un desierto, no crean que es esto ah, fruta, verde, acá Dios fue muy generoso, este flores por todos lados, mayas extraordinarios, no en el desierto de la Patagonia no hay casi nadie, llegaron algunos aventureros a buscar fortuna y esa gente es peligrosa.

Mi madre para la gente era algo así como una prostituta, porque nadie conocía al padre de esos 7 hijos y fuimos viviendo milagrosamente, digo viviendo porque es una forma de decir, no tan viviendo porque murieron 4 hermanos de hambre y de frío. Y comíamos de la basura, yo robaba también era el más hábil a pesar de ser el más pequeño, era del que menos se cuidaba la gente y así vivíamos… Ahora se me viene una imagen de mi madre extraordinaria, la veo ponerse de rodillas para agradecerle a Dios la basura que íbamos a comer… se arrodillaba ella, increíble, fíjate lo que era. Muchos años después en un lugar grande como este, con el príncipe Rainiero, en el Palacio en Mónaco, mi madre se arrodilló para agradecer lo alimentos y el Príncipe por primera vez se puso de rodillas en el suelo, quinientos dueños del mundo casi toda la aristocracia europea de rodillas porque esa mujer se ponía de rodillas antes de comer, nunca había pasado en el Palacio, por esa mujer, terminó siendo venerada, amada, esa mujer que decían que era una loca, que venía del lado de Buenos Aires

Quedamos tres, vivimos milagrosamente tres, yo el menor, dos más y mi madre, pero ya llegó un punto en que mi madre no podía ya caminar, estaba muy mal y se moría mi madre, se morían mis hermanos. Y escuché una cosa, escuché a un turco, cuando ya habíamos llegado a la tierra del fuego, estoy hablando de una zona que ahora en el mes de Junio, julio, agosto, a veces llega a 40º grados bajo cero la temperatura, un buen verano son 4 o 5 grados sobre cero, poca gente, mucho pingüino que son lindos los pingüinos. Yo salgo a caminar por mi zona y me siguen 3 o 4 o 5 mil pingüinos Padre, es maravilloso, las ballenas, nosotros jugamos con ballenas. Allí empecé a entender y amar y San Francisco en la relación con los animales. Ahora una vez por año voy con los de (inentendible) Richar Endicante Santerán y se les tira… duermo en un cuarto muy pequeño y se deja la puerta hasta este tamaño del suelo y se tira jamón y pan y cosas viejas en el cuarto en la cama, para que entren las ratas para hacer la creencia de dormir con ellas y sentir a Dios ahí también...

domingo, 27 de julio de 2025

No te quejes...

 


SÍNDROME DE DOWN. Reflexión

Cuando nació Sofía, los médicos no solo estaban preocupados por ella.
Estaban preocupados por sus padres.

María y Juan eran jóvenes y se enfrentaban a un diagnóstico inesperado: síndrome de Down.
Cuando la noticia llegó, algunos amigos y familiares les aconsejaron que no siguieran adelante.
Pero María y Juan tomaron una decisión: criarían a su bebé con todo su amor.

La gente no creía en ellos.
Los especialistas dudaban.
Los conocidos hablaban a sus espaldas.
Incluso sus propios miedos les decían:

"No pueden hacer esto".

María y Juan simplemente abrazaron a su bebé y le susurraron:

"Míranos".
No tenían un manual. No sabían qué esperar.
Pero se despertaban cada noche para alimentar a Sofía.
Buscaban terapias y programas de estimulación temprana.
Y le leían cuentos para dormir con más paciencia que palabras perfectas.

Pusieron pictogramas en la pared.
Ahorraron para comprar materiales didácticos especializados.
Y cada vez que Sofía se frustraba, María y Juan sonreían y decían:

"No necesitas alas para volar alto. Solo necesitas un corazón que no se rinda".
A los 10 años, Sofía actuó en la obra de teatro de su escuela.
A los 16, fue la capitana del equipo de natación adaptada.
A los 21, se graduó de la universidad con un título en educación especial, inspirando a todos a su alrededor.

En su primer día como maestra, trajo a sus padres con ella.
El director les estrechó la mano a María y Juan y les dijo:

"Su hija es una de las educadoras más dedicadas que hemos conocido".

María y Juan sonrieron, con los ojos llenos de lágrimas, y dijeron:

"Siempre supimos que alcanzaría sus sueños... pero nunca pensamos que inspiraría tantos otros".
Ahora, cada vez que Sofía ayuda a un estudiante a superar un desafío, siempre hay algo que guarda consigo:

Una foto en el bolsillo de su bata:
de sus padres,
jóvenes y esperanzados,
sosteniendo a un bebé dormido con una pequeña sonrisa.

El mundo una vez les dijo a María y Juan que no podían criar a una hija con síndrome de Down.
Pero esa hija ahora ilumina el mundo...
y todavía dice:

"Mis padres son la razón por la que estoy aquí".