viernes, 4 de abril de 2025

EMILIA. Reflexión


“EMILIA”

En una fría noche de invierno, Emilia, una niña de 9 años con ojos llenos de esperanza, vagaba por las calles de la ciudad.

Su cabello alborotado y sus ropas raídas contaban historias de abandono y pobreza.

Desde que perdió a su madre por una enfermedad, había aprendido a sobrevivir sola, confiando en la bondad de desconocidos.

Esa noche, con los labios azulados por el frío, vio una mansión imponente al final de una calle. Sus luces brillaban como faros en la oscuridad, y a través de las ventanas podía vislumbrar un mundo de lujos que parecía sacado de un sueño.

Decidió acercarse, con la esperanza de encontrar refugio. Cuando llamó a la puerta, fue atendida por un hombre robusto con ceño fruncido, era el guardia.

No puedes estar aquí, niña. Vete antes de que llamemos a la policía.

Pero justo en ese momento apareció el dueño de la mansión, Mauricio Santillán, un millonario de 55 años que, aunque tenía fama de ser frío, sintió algo diferente al mirar a Emilia.

¿Qué quieres, pequeña?, preguntó, cruzando los brazos. Sólo un lugar donde dormir esta noche, señor, dijo Emilia, con la voz quebrada.

Mauricio, después de una breve pausa, dio una orden inesperada:
Déjala dormir en el sótano. Pero sólo por esta noche.

El sótano de la mansión, aunque frío y oscuro, era un lugar seguro para Emilia. Allí había cajas llenas de recuerdos antiguos, muebles cubiertos con sábanas blancas y un piano polvoriento en una esquina.

Mientras se acomodaba en un rincón con una manta que le ofrecieron, no pudo evitar observar todo con curiosidad.

A pesar de su cansancio, Emilia no podía dormir. Se acercó al piano y, con dedos temblorosos, presionó una tecla. El sonido resonó en el espacio vacío, rompiendo el silencio como una chispa en la oscuridad.

Mauricio, quien solía pasear por la mansión antes de dormir, escuchó la nota y bajó al sótano. Al verla junto al piano, algo se removió en su interior.

¿Sabes tocar?, preguntó, sorprendido. Mi mamá me enseñó algunas canciones antes de que ella... Emilia no terminó la frase, pero sus ojos contaron el resto de la historia.

Mauricio se sentó a su lado, algo que no había hecho en años. Sus dedos, acostumbrados a firmar contratos millonarios, tocaron suavemente las teclas. Para Emilia, fue como si el piano hablara, narrando emociones que las palabras no podían expresar.

A la mañana siguiente, mientras Emilia desayunaba en la cocina con los empleados, Mauricio recibió una llamada importante. Un evento benéfico que organizaba su empresa necesitaba un cierre memorable, pero la pianista contratada había cancelado.

Fue entonces cuando se le ocurrió una idea audaz. Bajó al sótano y encontró a Emilia explorando entre las cajas.

¿Te gustaría tocar el piano frente a muchas personas?, le preguntó.
¿Yo? Pero... no soy buena. Solo sé unas cuantas canciones.

Mauricio, con una sonrisa que hacía tiempo no mostraba, respondió: A veces, no se trata de ser perfecto, sino de mostrarle al mundo quién eres.

Esa noche, Mauricio llevó a Emilia al evento. El escenario estaba iluminado con luces doradas, y el público, compuesto por empresarios y figuras importantes, se sorprendió al ver a una niña con ropas prestadas acercarse al piano.

Emilia comenzó a tocar una sencilla melodía que su madre le había enseñado. Al principio, sus dedos temblaban, pero poco a poco, se llenó de confianza.

Cada nota parecía contar una historia, una que hablaba de lucha, amor y esperanza.

El público quedó hipnotizado. Algunos tenían lágrimas en los ojos, mientras otros aplaudían con fervor al terminar. Pero lo más sorprendente ocurrió después.

Una mujer del público, visiblemente emocionada, se acercó a Emilia y a Mauricio.

Esa canción... dijo la mujer. La escribí hace años, antes de perder a mi hija. ¿De dónde la aprendiste?

Emilia, impactada, respondió: Mi mamá me la enseñó. Siempre decía que era especial. La mujer, cuyo nombre era Margarita, era una reconocida compositora.

Al hablar más con Emilia, descubrieron un vínculo inesperado: Margarita era la tía de Emilia, separada de su hermana hacía años.

Mauricio, testigo de este momento, comprendió que había hecho más que ofrecerle un refugio a Emilia; le había devuelto una familia.

Mauricio, tocado por la experiencia, decidió cambiar su vida. Adoptó a Emilia oficialmente y comenzó a involucrarse en causas benéficas. El frío sótano de su mansión, que antes era un lugar olvidado, se convirtió en un espacio lleno de música y recuerdos.

Emilia, con el tiempo, se convirtió en una pianista reconocida, llevando su historia de superación a todo el mundo. Y aunque había comenzado como una pequeña mendiga buscando un refugio por una noche, encontró algo mucho más valioso: un hogar, una familia y un propósito.

Créditos Canal Asombroso
Tomado de la red.

“Reflexión. El relato nos muestra la dura realidad que enfrentan muchos niños en el mundo.

La forma en que Mauricio, un millonario que ha perdido el contacto con sus emociones, se conecta con Emilia y se convierte en su padre adoptivo, nos muestra el poder de la bondad y la compasión.

También se destaca la importancia de la música y el arte en la vida de las personas, y cómo pueden ser una fuente de consuelo, inspiración y conexión.

Nunca es demasiado tarde para cambiar y encontrar la felicidad. Una sensación de esperanza y optimismo, nos recuerda que la vida siempre puede cambiar para mejorar la calidad de vida”.

"Que cada palabra que leas, sea un paso hacia un corazón más grande y una vida más plena”. FEGP

Un consejo. No ignores el esfuerzo...

Gracias. Por esas personas que curan...

jueves, 3 de abril de 2025

La formulación de un problema es más importante...

Cuando empecé a tratar con los hombres...


 

Somos visitantes en este planeta. Estamos aquí por cien años...

 


MIS PAPELES. Facundo Cabral. Parte 7

Autor: Facundo Cabral. 13/12/2007
MIS PAPELES

El presente me tiene tan atareado que nunca releo mis libros (en realidad, cuando van a la imprenta dejan de pertenecerme, comienzan a ser parte de la vida de los demás, ya no de la mía, como seguramente yo tengo más presente a la obra de Bradbury que él mismo, como yo le recordaba a Borges líneas suyas que había olvidado de tal manera que alguna vez me preguntó: ¿esa línea tan bella es mía?, el querido Borges que hablaba en francés con el alemán Ernst Jónger, al que una mañana le interrumpieron la lectura de Heródoto con la noticia de que debía alistarse para la segunda guerra mundial, a él, que ya había estado en la primera, de la que tanto escribí).

Estoy tan en m que el éxito me asombra más que alegrarme, pienso de concierto en concierto (Mazatlán, Culiacán, Los Mochis, Tampico, Veracruz), como pienso que tanto hubo antes para que las cosas sucedan ahora mismo, todos los siglos en este instante, tanta gente para que esto me suceda a mí en esta caliente mañana de Veracruz: el amor de los que me escuchan, las palmeras, el puerto, es decir la promesa del mundo, la ardiente comida Mexicana, el recuerdo de los días en que Estambul era Constantinopla. Tanto hubo antes para que todo sea ahora, esta Plaza de Armas, el Zócalo donde los Veracruzanos se juntan en los atardeceres a bailar danzón, el Capitán, tal vez el último de los Piratas románticos, que aquí se enamoró de una morena y aquí se quedó, como un alegre guía porque nadie sabe cómo él dónde están las aventuras y las diversiones.

Hicieron falta muchos siglos para este momento en este cuarto de hotel, frente a los barcos que alberga el golfo.

A cada rato aparece una nueva Gioconda, pero tantas no desvalorizan a la que Leonardo pintó sobre madera de álamo con una técnica tan sutil que no hay rastro de pincel, magnífico estudio de la luz crepuscular, juego de lo claro y lo oscuro que recrea la pintura antigua, la vida. Detrás, el paisaje da una idea total del mundo.

Pintores y Escultores inspiraron a Dylan Thomas (en homenaje a él, Robert Zimmerman se llama Bob Dylan), que los transcribía para que fueran palabras, que era el mundo en que vivía, él, que sobrevivía entre la pobreza y la cerveza, él, que quería una voz para advertir a los ríos y a las rosas de que en cualquier momento caemos en la nada, algo que aprendimos los hombres que con nuestras lágrimas fecundamos a la tierra, una voz para que la hierba sepa que la juventud, a veces, se dobla como ella por los vientos con que la vida nos prueba, una voz para alertarnos que el viento de la muerte bebe de las fuentes de la vida, que la sangre que cae del cielo cierra todas las heridas, que las estrellas son trampas urdidas por el tiempo.

jueves, 27 de marzo de 2025

Aprendí a no obligar a nadie a quedarse a mi lado...

 


Y entonces dejé caer mi pasado por el abismo del olvido...

 


El valor de la vida está en entender que tu famiia no tiene precio...

 


LA SABANA MOJADA.


LA SABANA MOJADA.

Que significa una sábana mojada durante el sexo?
Una sábana mojada significa un orgasmo femenino bien trabajado, por un excelente amante.

Una sábana mojada de esta manera no engaña, un orgasmo se puede fingir, pero una sábana mojada no.

Una sábana mojada es sinónimo de una mujer satisfecha, que su cuerpo se contracturo y su entre pierna explotó.

Una sábana mojada significa que una dama manifestó un orgasmo femenino mayúsculo, un squirting en fuente donde el hombre se puede bañar y beber.
Una sábana mojada es la medalla distintiva de un buen amante que hizo que su mujer quedé completamente satisfecha con pierna cruzada y manos en genitales y alma en el paraíso.

Una sábana mojada simplemente es la magia del sexo bien hecho, el hechizo instantáneo de un cuerpo femenino pleno y un alma de mujer en el paraíso.
Una sábana mojada es el trofeo de un hombre que sabe hacer el amor, un caballero que hace que su doncella sea plena en el acto, es el galardón de un verdadero hombre en la cama.
Así que si tú haces el amor y no dejas una sábana mojada, considerate un verdadero fracaso como amante.

Ya que a una mujer no se le pregunta si está satisfecha o le gustó, una mujer te lo demuestra con una sábana mojada.

Saludos, Poeta Youssef, envíame una solicitud de amistad o un mensaje, con gusto aceptaré.

MIS PAPELES. FACUNDO CABRAL. Parte 6

 

Autor: Facundo Cabral. 13/12/2007
MIS PAPELES

Sigo siendo un hombre esperanzado, pero mis esperanzas son más prudentes, ya no se alargan tanto, lo que quiere decir que ahora soy mesuradamente optimista (a esta edad, uno comprueba que lo malo no era tan malo ni lo bueno tan bueno, como a esta edad se comprueba que el arte sucede). Solo me dejo llevar, entonces no es mérito mío haber llegado a esta edad, en la que por suerte estoy fuerte porque de aquí en más comenzarán a irse los amigos, es más ya comienzo a sospechar el sillón en el que me sentaré a esperar a la eterna vencedora, la que, seguramente, me encontraré leyendo, tal vez a Goethe, que llamó soledad progresiva a este ir perdiendo amigos.

Desde el presente agiorno al pasado, por eso cada día lo veo con más benevolencia, por eso avanzo hacia el futuro tranquilo, si es que hay algo más que el instante (el transcurrir del tiempo solo se puede ver a la distancia, en el ahora mismo es imposible notar el devenir, es más, si todavía siento el ayer, el ayer es hoy porque solo puede ser pasado lo superado, por lo tanto para mi nunca serán pasado ni Shakespeare ni Manet ni Eliot). No hay eternidad para recuperar el instante que perdí, por eso debo vivirlo permanentemente, y es mía, solo mía la decisión, y un instante vivido con plenitud perdona todos los errores. La vida me lleva de un extremo a otro, pero en mí está la unidad, de cerca parecen fragmentos, pero de lejos se ve la totalidad (a la distancia, esas notas sueltas conforman una melodía). Plantado en mí mismo, puedo atreverme a todas las corrientes (estuve tan atento a mí mismo que pude ir del mismo abandonado al patriarca que cobija a todos, y se me ocurre pensar esto recordando a mi madre, que cuando le pregunté que venía después de viejo, me dijo: Patriarca!).

Tuve mucha suerte, por ejemplo viví los años sesenta, y el que no los vivió no sabe lo que es vivir poéticamente, eso es lo único que me da pena de los jóvenes de hoy, de todas maneras, al Universo no le van ni le vienen las felicidades o las desdichas de los humanos, como sigue creciendo la hierba en los campos de batalla. Después los setenta y los ochenta fueron muy duros, pero me sirvieron para comprobar que ya no tenía miedo y que, si de la cuna a la tumba es una escuela, lo que llamaba problemas eran lecciones, y así, entre colibríes y montañas, fueron creciendo mis canciones, que es mi vida atomizada (a veces, como ahora, me siento poseído por la pura inspiración, hace un instante sobre la tierra y ahora a diez mil metros de altura, por eso la pluma juega sola sobre el papel, la pluma alemana sobre el papel mexicano, por eso siento como sueños a lo que los académicos llaman ensayos, y en estos momentos uno siente el destino, como aquellos días en la Isla de Pascua, en el Cuzco y en Chetumal, días en que, en un instante, vivenció a la eternidad).

Yo pensaba que a esta edad uno comienza a apartarse del mundo, y sucede todo lo contrario: lo contemplo con más claridad, y desde adentro, desde su propio corazón, es decir del presente en constante ebullición. Estoy en el centro de esta excitante batalla, entre todos pero solo, para no perder consciencia (poco a poco me fui apartando de las apariencias, pasó de la sombra a lo que la provoca). Ya soy capaz de respetar mi propia historia, y al verme con simpatía soy una totalidad (ahora soy un patriota, si la patria es la tierra, por eso me siento siempre en mi lugar, y aunque me moviera poco sigo siendo el rey, como en el ajedrez).

Los muertos del papel me inspiran más que los vivos del asfalto (Sterne, Mallarmé, Nietzsche, Stendhal). Me remodelan, es decir me mejoran a cada lectura, me excitan de tal manera que los continúo escribiendo este interminable osario que, atomizado, será mis libros, los que conformarán la obra que será el espejo de mi vida y, por supuesto, yo seré (es más, ya soy) mi propio editor porque no estoy dispuesto a perder tiempo e independencia con las editoriales (que son nadie), con las escuelas y con los grupos donde se debilita y asfixia el individuo, que es lo único verdadero porque solo a partir de él existe todo.