lunes, 30 de junio de 2025

TRIBUTO Y HOMENAJE A FACUNDO CABRAL -4

 


-No le temas a la soledad, lo dijiste en tu canción y ¿te sentís un hombre solitario?

Yo busco la soledad, yo amo a la soledad, le meto los cuernos con la libertad, porque la libertad es la hembra que más me excita.

¿Pero siempre amaste la soledad o un día aprendiste a amarla?

No, me dejaron solo, yo me tuve que acostumbrar de prepo. Mi padre se fue  un día antes que yo naciera. Mi madre me parió en la calle, con 6 hijos y yo en la calle y murieron 4 de hambre y de frio en 8 años cruzando la Patagonia. La soledad me la impusieron, la soledad, el hambre, la bronca, el frio, después la vida me demostró que fue una gran suerte haber empezado por lo peor, porque lo que venía era lo mejor, vino lo mejor el postre después.


COMPRAME ESTO...

¡CÓMPRAME ESTO! —gritó el niño, apretando una bolsa de papas fritas en su mano.

La madre, cansada y con la cara roja de vergüenza, acepta.

—Sí hijito... —dijo bajito.

El niño sonrió triunfante. Detrás del mostrador, la cajera, una mujer mayor, los observaba con sorpresa.

—Perdone que me meta, señora... pero los hijos no aprenden cuando uno les da todo fácil. Aprenden con lo que les falta.

La madre la miró confundida.

—Los hijos necesitan alas, no premios cada vez que lloran. Si les damos todo servido, no aprenden a defenderse. Hay que enseñarles a esperar, a equivocarse, a soportar un “no”.

La madre asintió en silencio. Las palabras le quedaron dando vueltas.

El niño se le acercó nuevamente a la mamá y le ordenó:

—Dame tu celular, RÁPIDO. Quiero jugar.

Su madre lo miró con el ceño fruncido. Estaba cansada. Nerviosa. Dudó. Pero esta vez, en lugar de ceder, dijo:

—No, mi amor. Hoy no.

El niño abrió los ojos con rabia, tiró la bolsa al suelo y se lanzó al piso llorando, pataleando, gritando. La madre se quedó quieta. Lo miró, pero no actuó. No lo regañó ni le habló. Solo esperó.

Pasaron unos minutos. El niño, al ver que nadie reaccionaba, fue bajando el tono. Se cansó. Se levantó solo, con la cara roja y los ojos húmedos. No dijo nada más.

La madre respiró profundo. No fue fácil. Pero lo logró. Se acercó a él:

—No siempre vas a tener lo que quieres. Pero siempre estaré aquí para ayudarte a crecer.

Luego lo tomó de la mano y le agradeció a la cajera por el consejo.

No confundas amor con complacer todos los caprichos de tus hijos. Decir “sí” siempre solo les hace daño. Cuando cedes al berrinche, les estás enseñando que pueden conseguir todo sin esfuerzo, sin respeto ni límites. Eso no es amor, es prepararles un camino difícil.

Los límites son necesarios. Son las herramientas que les permitirán enfrentarse a la vida real, que no siempre será justa ni fácil. Si no les enseñas a aceptar un “no” desde pequeños, la vida lo hará, y será mucho más duro para ellos.

Poner reglas, decir “no” y resistir el berrinche es duro, sí, pero es lo que les da fuerza, seguridad y autonomía. Es lo que les ayuda a crecer como personas capaces y responsables.

No les des todo fácil. No los protejas de la frustración. Eso no los prepara para el mundo, solo los vuelve vulnerables. Amar es poner límites, aunque duela, porque así les das alas verdaderas para volar.

domingo, 29 de junio de 2025

EL PROFESOR ESCRIBIO ESTO...

El profesor escribió esto en la pizarra… y toda la clase se burló. Pero lo que vino después… les cambió la vida.

7×1 = 7
7×2 = 14
7×3 = 21
7×4 = 28
7×5 = 35
7×6 = 42
7×7 = 49
7×8 = 56
7×9 = 63
7×10 = 71 ❌

Las risas no tardaron.
—¡Se equivocó! —gritaron entre carcajadas.
—¡Es 70, no 71!

El profesor esperó. Y cuando hubo silencio, les dijo algo que nadie olvidó:

—“Acerté nueve veces.
Pero nadie me reconoció por eso.
Solo hablaron del único error que cometí.”

—“Así funciona el mundo:
Puedes hacerlo todo bien durante años,
pero basta una falla para que te critiquen, se burlen o te juzguen.”

—“Por eso… no vivan esperando aplausos.
Ni se detengan por un tropiezo.”

Porque muchas veces no acertarás a la primera… ni a la segunda.
Y está bien.
Lo importante es no dejar de intentarlo.

No olvides valorar también tus propios logros, aunque otros solo vean tus errores.

TRIBUTO Y HOMENAJE A FACUNDO CABRAL -3

 


Un presidente en mi país le dijo: “Sara que gusto de conocerla ¿en que podría ayudarla?” … mi madre le dijo con que no me joda es suficiente. El presidente inteligente le dijo si yo tuviera el 10% del país así, seríamos potencia en un año Sara.

¿Sabes por qué funcionamos con él? Él se encarga de su mujer y sus hijas y de la guitarra, por eso suena como suena y él va tranquilo a dormir a su casa porque yo me encargo de mi canto y de mi soledad, entonces los dos somos independientes, nos juntamos para crear una tercera criatura. Vos viviste todos estos años sin mí, yo viví sin vos, ahora vos aportá lo tuyo y yo lo mío y hay un canal, eso es una sociedad, no de este bando con el otro bando, yo no hablo con patotas, hablo con uno, estoy hablando contigo.

FACUNDO CABRAL

Juana Macedo

sábado, 28 de junio de 2025

TRIBUTO Y HOMENAJE A FACUNDO CABRAL -2


 

¿Y cual sistema político se amolda más al amor?

No la política no sirve. Tampoco creo que todos tengamos los mismos derechos porque no todos cumplimos los mismos deberes, amarás al prójimo como a ti mismo.

No pertenezco a ningún partido político pero voy a citar a Perón porque dijo dos cosas que me parecen de una ética extraordinaria, dijo:

-“El hombre debe ganar por lo menos lo que consume.

Segundo, conozco  una sola clase de hombres los que trabajan”

Vos tenés que ser responsable de vos, lo que hablábamos recién.

“Si cada uno cuidara su árbol el bosque sería maravilloso”.

FACUNDO CABRAL

Juana Macedo.

viernes, 27 de junio de 2025

TRIBUTO Y HOMENAJE A FACUNDO CABRAL. -1

FACUNDO CABRAL 2001 -1

TRIBUTO Y HOMENAJE A FACUNDO CABRAL (Transcripción Juana Macedo)

…el hombre del pesebre, 70 veces 7, poner la otra mejilla, ¿Qué valor tiene que ames a quien te ama?... el padre espera que ames a quien no te ama.

¿Y qué es la música?, la música es un hecho de amor, ¿Por qué cantás? Porque estás contento, estás enamorado, cantas porque lo quieres compartir, después puede dejar algún dinero, podés ser famoso o podés pasar desapercibido, eso es secundario, uno canta porque está contento, porque está enamorado de la vida...

FACUNDO CABRAL

Juana Macedo

jueves, 26 de junio de 2025

Si no chocamos contra la razón nunca llegaremos a nada


 

Tuve suerte. Supe muy temprano en mi vida qué era lo que deseaba hacer.


 

Hay todo tipo de mujeres...

DOS HERMANOS VIVIAN UNO FRENTE AL OTRO...

Dos hermanos vivían uno frente al otro, separados solo por un arroyo. Durante años habían sido muy unidos, pero por una discusión tonta dejaron de hablarse. El orgullo, el enojo y el silencio se fueron metiendo entre ellos, hasta que todo se rompió.

Un día, llegó un carpintero a la casa del hermano mayor y le preguntó si necesitaba ayuda.

—Sí —respondió—. Quiero que me construyas una cerca bien alta. Mi hermano desvió el arroyo para marcar distancia… y quiero asegurarme de no volver a verlo nunca.

El carpintero asintió. Se puso a trabajar en silencio mientras el hermano se iba al pueblo.

Cuando volvió al anochecer… se llevó una gran sorpresa.

Donde esperaba una cerca, había un puente.

Un puente de madera hermosa, que cruzaba el arroyo y llegaba hasta la puerta de su hermano.

Y justo en ese momento, vio que su hermano venía caminando hacia él.

—Hermano… no puedo creer que hayas construido este puente, después de todo lo que pasó. Yo fui quien se equivocó. Perdóname.

Se abrazaron. Lloraron. Y por primera vez en mucho tiempo… se sintieron en paz.

El carpintero ya se iba cuando el hermano mayor corrió a detenerlo.

—¡Espera! ¿Cuánto te debo? ¿Por qué no te quedas unos días?

El carpintero sonrió y le dijo:

—Gracias, pero aún me esperan muchos puentes por construir.

A veces, sin darnos cuenta, dejamos que los enojos levanten muros con la gente que más queremos. Pero el perdón… el perdón construye puentes.

Y siempre hay tiempo para tender uno.

¿A quién te gustaría acercarte hoy?

-Susana Rangel 

martes, 24 de junio de 2025

LA HERENCIA

“Le limpié la baba durante cinco años… y el día que murió, la herencia fue para otro.” 

Estuve con él cuando los demás desaparecieron. Le cambié pañales de adulto, le di sopa en cucharita, lo acosté en una cama que olía a medicamento y soledad. Era mi abuelo. El mismo que me llevaba al parque cuando era niño, el mismo que me enseñó a andar en bicicleta. Cuando se enfermó, nadie apareció. Mis tíos decían que “no podían”, que “el trabajo”, que “la distancia”. Y yo, sin excusas, me quedé. 

Le vi apagarse día a día. A veces lloraba sin decir palabras. Yo le agarraba la mano. Le ponía música de su época. Lo bañaba, lo afeitaba, lo cargaba como si fuera mi hijo. Nunca pedí nada. Nunca esperé nada. Pero sí creí que, al final, quedaba claro quién estuvo y quién no. Me equivoqué. El día del entierro llegaron todos: con trajes, con gafas negras, con lágrimas falsas y abrazos de teatro. 

Dos semanas después, me llamaron del notario. La herencia—una casa y unos ahorros—había sido repartida entre mis tres tíos. En el testamento, ni siquiera aparecía mi nombre. Uno de ellos me dijo: “Él lo hizo así hace años, cuando tú eras apenas un niño.”
Y fue ahí donde entendí: no todos los que aman son recordados… y no todos los que heredan, merecen. 

Me dolió. Claro que sí. Pero no por la plata. Por la invisibilidad. Por haber estado hasta el último suspiro y que ni eso bastara. Esa noche lloré. Pero me prometí algo: yo no cuido por recompensa… pero tampoco vuelvo a cuidar desde la ingenuidad. Hoy sigo adelante. Sin herencia. Pero con la frente limpia. Porque hay cosas que no se heredan, pero te construyen. 

“A veces la vida no te paga por lo que diste… pero sí te enseña quiénes fingen amor y quiénes lo cargan en silencio hasta el final.”