miércoles, 15 de noviembre de 2017

ECLESIASTÉS (18) Vanidad de las riquezas


Vanidad de las riquezas

9 El que ama el dinero no se sacia jamás, y al que ama la opulencia no le bastan sus ganancias. También esto es vanidad.

10 Donde abundan las provisiones son muchos los que las devoran. ¿Y qué beneficio reportan a su dueño, fuera de poder mirarlas con sus propios ojos?

11 Dulce es el sueño del trabajador, sea que coma poco o mucho; al rico, en cambio, el estómago lleno no lo deja dormir.

12 Hay un mal muy penoso que yo he visto bajo el sol: es la riqueza guardada por su dueño para su propia desgracia.

13 Esta riqueza se pierde en un mal negocio, y el hijo que él engendró se queda sin nada.

14 Él salió desnudo del vientre de su madre, y así volverá, como había venido; de su esfuerzo no saca nada que pueda llevárselo consigo.

15 Este es ciertamente un mal muy penoso: se fue exactamente como había venido, ¿y de qué le aprovechó esforzarse por nada?

16 Además, todos sus días comió oscuramente, con mucho dolor, malestar e irritación.

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