HOLA COMPADRE. (1) Facundo Cabral
(Transcripción Juana Macedo)
Como un león enjaulado en mi pueblo me sentía, cada día que pasaba era un día que perdía. Los prejuicios transformaban mis sueños en pesadillas, más no dejé de pensar que era otra cosa la vida. Caminando comprobé aquello que sospechaba, la vida es una fiesta si uno hace lo que ama.
“Hola compadre, que tal, contento de estar aquí, para contarte las cosas que yo he visto por ahí. Con la divina locura por el mundo me perdí, con Dios y el diablo planeando aventuras para mí, querida yo no me voy, tú eres la que se queda. Nada dejé ni he perdido lo llevo todo conmigo. La copla se iba creciendo a cuanto más caminaba, cada día era más cierta la vida la sustentaba. Ninguna cosa distrajo la libertad de mi vida, porque una mano ocupada es una mano perdida, querida yo no me voy, tu eres la que se queda. Nada dejé ni he perdido lo llevo todo conmigo”.
Antes de llegar aquí yo pasé por el infierno, el diablo mandó saludos al escribano del pueblo, ni el vicio ni la virtud compadre me convencieron, la vida es armonía promedio de los extremos. Por caminar aprendí a ver claro mi destino, porque una cosa es la tierra y otra cosa es el camino, no me apuró la justicia, para ella nunca es tarde, no hay favor que no se cobre ni deuda que no se pague. Siempre tomé lo preciso, lo que era necesario. Por eso nunca fui gordo ni a nadie estoy atado, por eso yo vivo libre, feliz, sereno y tranquilo porque nunca he sido un cerdo al que lo venden por kilos; si madrugas Dios te ayuda, decía un tío mío, más cuando él madrugaba Dios se quedaba dormido... (Continúa 2)
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