HOLA COMPADRE. (Completo) Facundo Cabral
(Transcripción Juana Macedo)
Como un león enjaulado en mi pueblo me sentía, cada día que pasaba era un día que perdía. Los prejuicios transformaban mis sueños en pesadillas, más no dejé de pensar que era otra cosa la vida. Caminando comprobé aquello que sospechaba, la vida es una fiesta si uno hace lo que ama.
“Hola compadre, que tal, contento de estar aquí, para contarte las cosas que yo he visto por ahí. Con la divina locura por el mundo me perdí, con Dios y el diablo planeando aventuras para mí, querida yo no me voy, tú eres la que se queda. Nada dejé ni he perdido lo llevo todo conmigo. La copla se iba creciendo a cuanto más caminaba, cada día era más cierta la vida la sustentaba. Ninguna cosa distrajo la libertad de mi vida, porque una mano ocupada es una mano perdida, querida yo no me voy, tu eres la que se queda. Nada dejé ni he perdido lo llevo todo conmigo”.
Antes de llegar aquí yo pasé por el infierno, el diablo mandó saludos al escribano del pueblo, ni el vicio ni la virtud compadre me convencieron, la vida es armonía promedio de los extremos. Por caminar aprendí a ver claro mi destino, porque una cosa es la tierra y otra cosa es el camino, no me apuró la justicia, para ella nunca es tarde, no hay favor que no se cobre ni deuda que no se pague. Siempre tomé lo preciso, lo que era necesario. Por eso nunca fui gordo ni a nadie estoy atado, por eso yo vivo libre, feliz, sereno y tranquilo porque nunca he sido un cerdo al que lo venden por kilos; si madrugas Dios te ayuda, decía un tío mío, más cuando él madrugaba Dios se quedaba dormido.
Me gusta la hembra callada pero el caballo ligero, el fervor del mexicano y el vino del chileno; la fama no me interesa pues te esclaviza a cualquiera y a mí siempre me gustó ser dueño de mi cabeza. Quien busca a la mayoría por miedo a la soledad, en lugar de mejorarse contagia su enfermedad. No hay historias de segundos, pero menos de terceros, la cuenta comienza en uno y termina con el cero.
Yo no tiro cualquier copla sin ton ni son a los vientos, no me interesa el oído sino el entendimiento; unas tras otras las coplas van naciendo cuando canto, algunas las dicta Dios, otras me las cuenta el diablo. La vida es un viaje eterno solía decir mi abuelo, el mundo lo confirmó pero mucho más el tiempo.
“Nada deje ni he perdido lo llevo todo conmigo”
De tanto andar por ahí no sé por dónde empecé pero seguro que vengo de donde viene usted, de la tierra que en silencio con el agua y con el fuego provocan toda la vida sus alegrías, sus miedos. Entonces vengo del fruto, centro mismo del incendio a contar de lo que he aprendido de la nuez, la flor, el ciervo y aquello que no me acuerdo.
Me gustaba mi caballo en la tierra que abandoné, lo dejé con sus amores, señores me fui de aquí. Yo no camino derecho, siempre camino torcido, el que camina derecho conoce un solo camino. Tengo solo una cabeza, un sombrero basta y sobra. De que me sirven dos camas si yo duermo en una sola.
Yo soy el gallo que canta anunciando el nuevo día, yo soy el viento del sur que un día llegó a Bahía, la ciudad no me convence y la paso de costado la escalera de cemento solamente hace estragos, la mentira no me gusta y por eso nunca miento, simplemente cuando canto sueño y al soñar invento.
Si yo digo lo que digo no es porque me sobre ciencia, yo no soy el que se mueve, es el mundo que da vueltas.
“Pasé por Guadalajara donde me dijo María, que nunca te han olvidado el banco y la policía. Alguien aun insistía en llevarse todo el oro y por el peso del mismo más se hundía en el lodo, querida yo no me voy, tu eres la que se queda, nada dejé ni he perdido lo llevo todo conmigo”
El sol estaba cayendo cuando llegue a Sonora, con los yanquis comenzó mi verdadera aurora, estuve con Nicolás que se hizo millonario por hacer algo nomás de puro desocupado. Se quedó con el dinero de santa Clara del Valle, fue tanto lo que robó que hoy nadie puede compararle. Traigo noticias de Paul que se escapó de Chicago por una señora ardiente y un marido enojado. La flor seguía cantando aun en la quinta avenida de un Manhattan delirante como el sueño que es la vida. En Washington me encontré con tu hermano y tu cuñado se íban a California a ver si la suerte cambia.
He visto como la vida alimentaba la muerte cuando los desocupados se tiraban desde el puente, el puente de San Francisco que se encontraba tranquilo porque estaban todos muertos, o presos, o fugitivos. Otro Kennedy llegaba, Jimmy Carter insistía, Fran Sinatra retornaba y Elvis Presley se moría.
Al sur de la competencia donde los hombres se calman, salí con los pescadores en busca de la mañana. En Noruega conocí lo mejor de las mujeres y al tomarme todo el tiempo supe que nada se muere. Cuando tenía dinero me invitaban a comer y cuando no tuve nada, nadie lo quiso saber.
Una mañana de España en el Museo del Prado supe que no hay un dolor que Goyo no haya pintado, la historia se sometía como siempre al vencedor y la gloria envenenaba aun al mejor cantor. Desde el sur me reclamaba el pasado con la muerte, pero el presente marcaba en el norte mi suerte.
El pasado es otro sueño que se recuerda asimismo, pero la vida es presente, presente siempre distinto. No me preocupa el pasado caprichoso e insolente, pero menos el futuro que es asunto de la muerte, aprendí que en esta vida solo nivela el olvido, es mucho mejor andar sin recuerdos el camino, esquivando monumentos que demoran al presente, pude llegar al futuro y conocer a la muerte. La vi transformando todo con amor y alegría para el permanente triunfo de la permanente vida.
Bélgica estaba muy triste y España muy desatada, Francia estaba muy solemne e Italia muy excitada, en pocas partes del mundo encontré a la alegría, en México, en Brasil, en Grecia y Anda Lucía, en el resto señoreaba la tristeza o la ignorancia, en Barcelona el cansancio, en Hungría la venganza, la libertad en Holanda, el placer en Dinamarca, especialmente la noche que conocí a Sasancha que venía de París harta de los artificios y yo dejaba Madrid huyendo de los prejuicios. Con ella casi me caso un verano de Berlín pero un amigo italiano se sacrificó por mí.
El tiempo fue generoso dejándome mucho tiempo para que al fin comprendiera que la vida es un momento, entonces pude salvarme de la pobreza mundana que se condena asimismo haciendo lo que no ama.
“Nada deje ni he perdido lo llevo todo conmigo”
“He conocido mujeres y de esto nadie se asombre que por buscar un marido se perdieron a los hombres. Parecido le parecido le pasó al tucumano Walberto, por una sola mujer se perdió a todo el resto. Querida yo no me voy, tu eres la que se queda”
“Nada deje ni he perdido lo llevo todo conmigo”
Gritando las noticias lamentables de la prensa pude llegar donde el ave se salvó de la miseria. A merced de viento y frio el vencedor se quedaba solo en el pico más alto de la más vana montaña. El tiempo iba destruyendo los ídolos de cartón, pero la eterna ignorancia otros nuevos inventó.
Supe de los comediantes que se llaman comedidos y en el espejo la nada repetía mi destino, ni siquiera Marlon Brando terminaba con el tango y a veces la dignidad se libraba del esclavo, la fama desesperada se iba quedando sin fe, en tanto “No soy de aquí” se me iba con Cortez.
Anduve por donde el diablo perdió la categoría, el conquistador la fuerza y la inocencia María, el canto del universo me corría por las venas, entonces armonizaron el Vaticano y Las Vegas. Lo malo no era tan malo ni lo bueno no era tan bueno, el hombre era solo una pieza con la que juega el Supremo, todos tenían la culpa pero nadie era culpable porque todos son ninguno y ninguno siempre es nadie.
“Yo soy el dueño de todo porque yo no tengo nada, puede volar solamente quien tiene libres las alas. Cantar sin ningún motivo es cantar como Dios manda, que la mejor esperanza ni se busca ni se alcanza. Querida yo no me voy, tu eres la que se queda”
“Nada deje ni he perdido lo llevo todo conmigo”
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