martes, 1 de septiembre de 2020

LA VIEJA ESCUELA. Reflexión


Cuando yo era joven, las clases comenzaban la primera semana de abril y terminaban la tercera semana de diciembre, teníamos un feriado largo para semana santa y las vacaciones de medio año que comenzaba la última semana de Julio y terminaba la primera semana de agosto. 

Las fiestas patrias se celebraban el mismo día y si era domingo, el viernes anterior, las dos últimas horas de clases y ensayábamos con mucha alegría. 

Había algo raro también: las maestras no se enfermaban; no recuerdo que las maestras faltaran dos días seguidos y si así ocurría, se ocupaba de nosotros la dirección o la auxiliar o el instructor (de grado militar). 

La lluvia no te impedía faltar a la escuela, porque era como tu segunda casa y siempre daban ganas de ir.

Era un honor llevar y traer el libro de registro, buscar el mapa mundial en la dirección, pedir tizas o tocar la campanas, nos turnábamos para borrar el pizarrón y sacudir los borradores y también era un honor llegar temprano. Cuando festejaban los cumples, nos hacían pasar adelante con tu keke y tu chicha, todos cantaban felices.

Jugar a la pelota, a las ligas, a las escondidas, a los trompos, lo tiros a las figuritas, a los aros, matagente, San Miguel, lingo, bata, voley, etc.

Nos enseñaban que Grau , San Martín, Bolognesi hicieron grande a la patria y que Colón descubrió América buscando las Indias.

Al maestro se le respetaba porque si te molestaba, en tu casa te volvían a molestar y te comías un castigo ya que era como si te molestaran tus propios padres.

No sé desde cuándo los padres golpean a los maestros o desde cuándo los mismos alumnos sacan su furia contra ellos. Cuándo se vió que revisar una cabeza pasó de ser un acto de salubridad a una discriminación. Cuándo un acto patrio sólo fue un feriado... No sé cuando se perdió la escuela como institución, cuándo se perdieron los valores, el respeto, los maestros como ejecutores de enseñanza. 

Comparte si fuiste de la vieja escuela.

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