Y ahí está, a veces sola, a veces completa, otras veces rota, a pedacitos. A veces fuerte y otras veces no puede ni con ella misma.
Aún y así jamás se da por vencida, nunca, aunque no pueda más, aunque se vea en el abismo más absoluto, ella sigue avanzando, aunque respire, aunque descanse, aunque llore, para, para, pero vuelve a seguir y se pone de pie.
No, no trates de entenderla, no trates de comprenderla, porque hay días en los que se ríe a carcajadas, otros días el mundo se le viene encima por completo, pero jamás tira la toalla, jamás abandona lo que hace, ella no se rinde, eso lo tiene prohibido en su vida porque ella se lo ha prohibido a sí misma, ella no se rinde.
No le hables de cosas efímeras, de sin razones, háblale de sueños, de realidades, de ilusiones, de cariño, pero no de cualquiera, no del que se promete, sino del que se hace real. O más bien déjala en su mundo libre, pero no le cortes las alas para volar.
Si la ves y te acercas y no vas a tolerar sus defectos, sus errores, sus miedos, su espacio, su tiempo y sus estados de ánimo, mejor no te acerques. Porque ella siempre pudo sola y va a poder siempre. Ella jamás se rindió, acaricia sus cicatrices, las ama con todo su ser, cura sus heridas y sigue, aunque sea sola.
Patri G.
Gracias me identifica mucho
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