viernes, 12 de febrero de 2016

Por qué llorar...


1 comentario:

  1. Y los ciegos canturrean paseando justo al lado de una pendiente toda verde con almendros floridos, con olivos milenarios que los acompañan; con los pájaros que se deleitan por allí. El ciego, no le importaba lo de fuera, sino lo de dentro, los que pasaban junto a él, que no veía. Pero nada perturbaba su felicidad, mañanera, un tanto desafiante.

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