martes, 3 de abril de 2018

EL LIBRO DE JUAN FRANCISCO (Parte 4) Facundo Cabral. Transcripción Juana Macedo

Esos hombres gigantes de los que hablaban los griegos se habían atrevido a subir al cielo para atacar a los Dioses, por eso el panteón estuvo en peligro por un tiempo, pero los Dioses no acabaron con los hombres, lo que hubiera sido muy fácil, porque necesitaban ser adorados por los hombres de lo contrario no se justificaba su existencia. Como verás siempre hubo enfrentamiento, los griegos del lado del hombre, es decir de la razón, los Hebreos del lado de Dios es decir del espíritu. 

Job sufrió por Dios pero el griego Esquilo le hizo decir a Prometeo que los Dioses hagan lo que quieran. El panteón era el templo que los griegos y los romanos consagraban a sus Dioses, Job era un personaje bíblico un patriarca piadoso que soportó los mayores sufrimientos, Esquilo un poeta griego que vivió cinco siglos antes de Jesús y Prometeo el Dios del fuego, padre de la primera civilización y hermano de Atlas, hijo de Zeus, condenado a sostener al mundo sobre sus hombros. 

Para los griegos los Dioses eran tan reales como los campos que trabajaban por eso les daban forma humana que era la forma que más amaban, inteligencia y belleza en un solo ser. Por eso uno de sus filósofos dijo que si los caballos dibujaran, dibujarían a sus Dioses como caballos, el perro escuchó que el cato viejo les decía a los gatos jóvenes, que si se portaban bien lloverían ratones y el perro se murió y dijo en voz baja… que gato mentiroso, como si yo no supiera que cuando uno se porta bien llueven huesos. 

Esa gran civilización que fue Grecia nos llegó a través de Roma a la que tanto influenció, la Grecia que hace tres mil años era un conjunto de Ciudades Estado, más de setecientas, es decir, que cada ciudad era un país aparte, cada valle, cada arrollo, cada montaña tenía su divinidad entre muchas Poseidón que gobernaba los mares y Artemisa protectora de la juventud, la que iniciaba a las muchachas en los rituales que las transformaban en mujeres y todo regido por los ciclos de la naturaleza y los Dioses también se equivocaban como los humanos, por eso algunos se animaban a criticarlos en las altas representaciones teatrales, en el anfiteatro donde señoreaba la poesía que llegaba a todo los griegos y cuando llovía no decían ¡esta lloviendo! sino ¡Zeus esta lloviendo!

Zeus el Dios que gobernaba todo, que de vez en cuando mataba a un impuro con un rayo o despertaba a un elegido con un trueno. Los griegos que hasta honraban a un Dios desconocido y esto por las dudas, por si existía un Dios misterioso sobre todos los Dioses. Es decir que la vida de los griegos era un transcurrir de ritual en ritual, de ceremonia en ceremonia y entre sus muchos Dioses estaba Atenea Diosa de la guerra y protectora de las artes, porque los griegos preparaban las guerras como los poemas, que les exigía tanta inspiración como su noble arquitectura y los bailes que con el vino los acercaban a los Dioses, principalmente a la Atenea de ébano y marfil que señoreaba en el Partenón, el gran templo de Atenas... (continúa 5)

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