martes, 12 de mayo de 2020

Las manos que ayudan son más sagradas que los labios que rezan. simplemente.


SEÑOR

Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme los aplausos de los débiles.

Si me das fortuna no me quites la felicidad. Si me das fuerza no me quites la razón. Si me das éxito no me quites la humildad. Si me das humildad, no me quites la dignidad.

Ayúdame siempre a ver el otro lado de la medalla. No me dejes inculpar de traición a los demás, por no pensar como yo.

Enséñame a querer a la gente como a mi mismo. Y a juzgarme como a los demás. 

No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso, es la experiencia que precede al triunfo.

Enséñame que perdonar es lo más grande del fuerte. Y que la venganza es la señal primitiva del débil.

Si me quitas la fortuna, déjame la esperanza. Si me quitas el éxito, déjame la fuerza para triunfar del fracaso.

Si yo faltara a la gente, dame el valor para disculparme. Si la gente faltara conmigo, dame el valor para perdonar 

Señor: Si me olvido de ti, no te olvides de mi.

Oración del Padre Hurtado.

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