EL BARQUERO Y EL ERUDITO
Un hombre muy culto alquiló una barca para cruzar un caudaloso río.
Al saludarle, el barquero, que era de origen muy humilde, se expresó con frases que demostraban que no había tenido la posibilidad de ir a la escuela.
Y cuando el erudito se lo preguntó, el hombre reconoció que era analfabeto.
- Supongo que tampoco sabrá historia, geografía ni aritmética, -insistió el sabio-.
- Pues, no. Tampoco sé nada de eso. Solo soy un pobre barquero ignorante.
Entonces, el pasajero se atrevió a sentenciarle que:
"un hombre sin cultura es como si hubiera perdido la mitad de su vida".
En ese momento, la barca, arrastrada por la corriente, se estrelló contra unas rocas y se partió en dos, de manera que el barquero y el sabio cayeron al agua.
- Señor, ¿sabe usted nadar?, -preguntó el humilde barquero-.
- ¡No!, ¡No sé nadar!, -respondió el erudito-.
- Pues me temo, -dijo el barquero- que hoy va a perder, no la mitad, sino toda su vida.
Dicho esto, el barquero sujetó a su presuntuoso pasajero, que humillado, avergonzado, no dijo nada hasta llegar a la orilla, aprendiendo, desde su sabiduría, la lección:
Nunca te creas superior a nadie, porque aquello de lo que presumes puede no servirte de nada en determinadas circunstancias; mientras que las habilidades que menosprecias en otros, pueden salvarte de más de un apuro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario