jueves, 23 de marzo de 2017

Infancia de Facundo Cabral.



¿Cómo fue su infancia?

Mi padre se fue un día antes de que yo naciera. En la noche en la que mi padre se fue, echaron a mi madre de la casa de mi abuelo paterno.

Según Cabral, "somos hijos del amor, por lo tanto nacemos para la felicidad".

Mi padre le dijo: "Sara ya no es mi mujer" y la echaron de la casa cruelmente. Mi madre salió a la calle con seis hijos. Yo nací a media cuadra de donde vivía mi madre, en la banqueta, en la vereda.

Mi madre caminó nueve años buscando un lugar dónde pudiera estar tranquila. Estaba bastante enojada con la sociedad humana. Cruzamos todo el desierto de la Patagonia, que son poco más de 3.000 kilómetros. En esos nueve años, vi morir a cuatro hermanos de hambre y de frío.

Fue un viaje rarísimo. Sólo había una persona que nos podía ayudar. En esa época nadie le daba trabajo a una mujer sola y menos con hijos. Había pueblos en los que cuando nos veían venir, cruzaban de vereda.

Escuché sobre la posibilidad de que alguien nos consiguiera trabajo. Cuando tenía nueve años, llegué hasta Buenos Aires, tras tres, cuatro meses de viaje. Me le acerqué a la señora Eva Perón y le pedí un trabajo.

Espero que, por favor, esto no suene de ninguna manera a un anuncio político, simplemente estoy contando la realidad y hablando de una señora a la que le debo muchísimo, cuando le pedí trabajo, ella me dijo: "Por fin alguien que pide trabajo y no limosna. Siempre hay trabajo, mi amor".

"¿Cómo no voy a ser alguien que está en paz? La felicidad no es un derecho, es un deber. Si no eres feliz, estás amargando a todo el mundo"

Desde ahí fui responsable de mi mismo. Volví a buscar a mi madre y a los dos hermanos que me quedaban. Nos vinimos más al norte, donde en una escuela nos daban un salario a cambio de limpiarla, cuidarla y vivir en ella. Eran 160 pesos que en esos momentos nos salvaban la vida.

Me fui a trabajar solo hasta los catorce años. Me metí en pleito tras pleito. De pronto me encierran porque andaba haciendo lío por todos lados y en el lugar donde me encerraron había un jesuita que me enseñó a leer y a escribir. Me enamora de los libros que me enamoraron del mundo.

A los 17 años, un vagabundo me dice que soy príncipe, cosa que yo no sabía. Señalando el cielo me dijo "¿Cómo llamas al hijo del rey del Universo? Príncipe", Como esa señora que estaba cruzando la vereda, me dice, "es una princesa". De la alegría de la gran noticia, sentí que estaba naciendo por fin.

Ya que estaba naciendo y que tenía 17 años, escribí mi primera canción, que fue una canción de cuna que me escribí a mi mismo. Es una canción que se canta en 17, 18 idiomas.

Cuando descubrí el don que Dios me había dado, cuando descubrimos la tarea para la que nos trajo, ¡mi Dios!, es una inmensa felicidad porque estamos ejecutando nada más ni nada menos que una tarea que va en formación de nuestras vida y que está definida por el rey del Universo.

¿Cómo no voy a ser alguien que está en paz? La felicidad no es un derecho, es un deber. Si no eres feliz, estás amargando a todo el mundo. Un solo hombre desdichado, que no tuvo ni talento ni valor para vivir, mandó matar seis millones de hermanos judíos. Un desdichado es muy peligroso.

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