martes, 2 de febrero de 2021

ENTREVISTA A FACUNDO CABRAL, CÉSAR HILDEBRANDT. (Parte 2) (Transcripción Juana Macedo)

ENTREVISTA A FACUNDO CABRAL, CÉSAR HILDEBRANDT. (Parte 2)
(Transcripción Juana Macedo)

-¿Pero te costó mucho trabajo superar eso?, porque has contado que a los 11 años por ejemplo bebías?

A los 10 empecé, a los 10 yo robaba para beber, llegué a beber una botella de alcohol por día, no quería ver.

¿Te volviste un alcohólico precoz, eso era parte del odio?

Si no quería ver, y otra cosa más grave yo me estaba haciendo mucho mal a mí, pero era un mal social porque empecé a robar para beber, yo robaba para beber una botella de alcohol, robaba la botella, fui a la cárcel por eso, pero…

¿Cuántas veces?

Estuve un tiempo largo, había robado unas cuantas botellas, en total creo que sacamos la cuenta, hoy serían como 120 dólares que robé que en total, por eso me dieron cuatro años.

¿Botellas de qué?

Ginebra, de ron de lo que sea.

¿Y te lo tomabas?

Claro

¿A esa edad, estabas perdido?

Si, si estaba perdido, no quería vivir ni dijera que tomaba con gusto, era algo que me obnubilaba.

¿Estabas muerto?

Pero era aquí que me encontré con un Jesuita que me metió a dormir en el único lugar donde no me peleaba con nadie, porque iba peleando con todo el mundo, acá nadie te va a molestar porque nadie entra. ¿Qué crees que era? La biblioteca, y estaban estos libros que amo ahí, San Agustín, Freud, Román Rolan contándome a Gandhi antes que la revolución que ya sospechaba un éxito Rolan, la biografía que hizo de Michelangelo, este Pavese, Lorca, Vargas Vila yo lo conocí a esa edad.

¿Vargas Vila en una biblioteca Jesuita? ¡Caray! ¿Qué sucede?

Si Señor “Yo vi la daga certera que templaba la hoguera” eso lo recuerdo del primer libro que leí.

-Licencia de Jesuita

Si los jesuitas son muy abiertos, maravillosamente abiertos.

-Ah sí, sí

¿Y eso te salvó?

Si porque yo me iba enterando de otro mundo y yo sentí casi un honor de no tener quien cuidar y estar solo, yo me sentía el Quijote sin un Sancho, o un Sancho sin un Quijote, yo era Zorba el griego, yo era un hombre olvidado del ejército de Bolivar, era Facundo Quiroga solo, después de la última batalla, malentendido y abandonado y después por un vagabundo conozco un documento, un programa de vid excepcional “El sermón de la montaña” y empiezo a sentir orgullo de pertenecer a la única clase que no tiene nada que cuidar y eso me salvó la vida por eso empecé a cantar, eso me salvó la vida.

1 comentario:

  1. Ese runvo y calvario es mi vida tengo padre ymadre pero aya de largo como lo que me regalan y para que seguir contando mis estupideses

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