sábado, 6 de febrero de 2016

Job 39


Job, 39

1.¿Sabes cómo se multiplican las gamuzas y has observado el parto de las ciervas?

2.¿Has contado los meses de su preñez, sabes la época de su parto?

3.Entonces se acurrucan y paren sus crías. En pleno desierto depositan su camada,

4.y cuando ya sus crías se hacen fuertes y grandes, se marchan y no vuelven más a ellas.

5.¿Quién dejó en libertad al burro salvaje y soltó sus amarras?

6.Yo le he dado el desierto por morada, y la tierra salitrosa por mansión.

7.El se ríe del tumulto de la ciudad y no escucha los gritos del arriero,

8.explora las montañas en busca de su pasto y de todo lo que es verde.

9.¿Querrá el búfalo trabajar para ti o pasar la noche en tu pesebre?

10.¿Podrás amarrarle al cuello con un cordel, para que vaya detrás de ti tapando los surcos?

11.¿Podrías contar con él por su mucha fuerza y encomendarle lo que a ti te cansa?

12.¿Estarás seguro que volverá para acarrear las gavillas a tu era?

13.El avestruz tiene unas alas alegres y unas plumas suaves como un plumón.

14.Pero pone sus huevos en la tierra y deja que el calor del suelo los empolle;

15.no se fija en que un pie puede aplastarlos y los animales del campo pueden abrirlos.

16.Ignora a sus pichones como si no fueran suyos, no le importa haberse sacrificado paara nada.

17.Porque Dios lo dejó sin razón y no le dio nada de inteligencia;

18.pero, apenas puede mantenerse en pie, se burla del jinete y de su caballo.

19.¿Tú das al caballo su fuerza y cubres de crines su cuello?

20.¿Tú lo haces saltar como langosta? Su fuerte relincho da miedo.

21.Da patadas en el suelo de la pradera, y relinchando con fuerza, se lanza al frente del ejército.

22.Se ríe del miedo y nada lo asusta ni la espada lo hace retroceder.

23.Sobre él resuenan las flechas, el brillo llameante de las lanzas y de los dardos.

24.Temblando de impaciencia devora la distancia y no se para hasta que resuena el clarín.

25.Cuando siente la trompeta relincha, y olfatea de lejos el combate, las órdenes de los jefes y el grito de guerra.

26.¿Diriges acaso el vuelo del halcón, cuando despliega sus alas hacia el sur?

27.¿Por orden tuya se eleva el águila y coloca su nido en las alturas?

28.Hace de la roca su mansión nocturna y de un picacho su fortaleza.

29.Desde ahí espia su presa, y sus ojos de lejos la divisan.

30.Alimenta con sangre a sus pichones, llega al instante donde cae un cuerpo.»

1 comentario:

  1. El problema siempre es el aquí y ahora. Pues no se le puede comprar en el supermercado. ¿Cómo llegará el aquí y ahora? No lo sabemos; pero sí que sabemos que la quietud mental ha de estar ahí para que el aquí y ahora pueda ser. Y la quietud mental sucede, cuando no hay conflicto interno, que empieza por la división interna. Pero la división interna está ahí por el miedo a perder algo, y a veces a ganarlo por la responsabilidad y lo que puede desencadenar. El miedo es la ausencia de inteligencia, es el momento de la ignorancia. Ignorancia que no sabemos por qué nos llega, ya que nacemos con ella.

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