“El Samuray y El Pescador”
Durante la ocupación de Okinawa, un Samuray que le había prestado dinero a un pescador, viajó donde este vivía para cobrarlo.
Al enterarse el pescador de que el Samuray venía a cobrar su dinero, huyó y trató de esconderse, porque el Samuray tenía fama de tener muy mal genio y él no tenía con qué pagarle.
Llego el Samuray a la casa del pescador y al no encontrarlo allí, lo buscó por todo el pueblo… A medida que pasaban las horas el malhumorado Samuray se iba enfureciendo porque se daba cuenta de que el pescador se le estaba escondiendo.
Ya cansado de buscarlo y cuando se iba en retirada, lo encontró bajo un barranco… y en su enojo, desenvainó su espada y le gritó:
_ ¿Qué tienes para darme?
El pescador asustado respondió:
_ "Antes que me mates, me gustaría decirte algo”.
_ ¡Habla rápido antes de que cambie de parecer!
_ Lo siento - dijo el pescador – _ Pero antes de hacer lo que estas a punto de hacer, recuerda que la persona inteligente, no actúa dejándose llevar por la ira, actúa dejándose llevar por la razón”…
El Samuray quedó sorprendido al escuchar estas palabras de un simple pescador,… envainó su espada y le dijo:
_ Tienes razón, volveré en un año y será mejor que tengas completo mi dinero. - Y dando media vuelta, se marchó.
Casi amaneciendo, el Samuray llegó a su casa y al mirar para el cuarto donde dormía su esposa, vio a alguien vestido de Samuray durmiendo al lado de ella.
Encolerizado, al creer que su esposa le era infiel con otro Samuray, sacó su espada y cuando fue a atacar al que estaba durmiendo con ella, recordó las palabras del pescador,… “La persona inteligente, no actúa dejándose llevar por la ira, actúa dejándose llevar por la razón”… bajó la espada, volvió a la entrada del cuarto y dijo en voz alta tocando a la puerta.
_ “He vuelto mujer”.
Su esposa se levantó, abrió la puerta y junto con ella salió la madre del Samuray, que se había quedado para hacerle compañía cuando se enteró que estaba sola...
La madre del Samuray, al ver a su hijo, le dijo sonriendo:
_ Me puse tus ropas de Samuray para ahuyentar a los intrusos durante su ausencia.
El año pasó rápidamente y el Samuray hizo nuevamente el largo viaje para ver al pescador… Cuando el pescador apenas lo vio, salió corriendo a su encuentro y le dijo:
_ "He tenido un buen año, aquí está lo que te debo… ¡No sé cómo darle las gracias!"
El Samuray puso su mano sobre el hombro del pescador y dijo:
_ ¡Quédate con el dinero, no me debes nada… Yo soy el que te debo!
Moraleja:
“Nunca Actúes Dejándote Llevar Por La Ira, Porque La Ira, Puede Llevarnos A Cometer Errores, Que Jamás Podremos Subsanar”.
Excelente relato, un consejo a tiempo nos hace un mejor vivir
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