martes, 9 de agosto de 2016

CONTRA LA DISCRIMINACIÓN. EL VENDEDOR DE GLOBOS. CUENTO (Parte 2) Homenaje a Facundo Cabral. Eternamente.

Autor: 
Isaura Díaz Figueiredo 
27/02/2015 

CONTRA LA DISCRIMINACIÓN 

Quizá un pequeño cuento nos ayude a ser tolerantes y menos discriminatorios. Un pueblo serrano celebraba sus fiestas patronales. La gente deja sus trabajos y ocupaciones para reunirse en la plaza principal, donde estaban los juegos y todos los puestos de venta. Los niños eran quienes más disfrutaban, pero a los adultos seguramente contagiados por el ambiente festivo se les veía cara de felicidad. 

De tierras lejanas habían llegado payasos y equilibristas, animales amaestrados, y domadores, Los vendedores ofertaban golosinas, alimentos y juguetes, pero entre todos, destacaba un vendedor de globos. 

Era una maravilla ver tantos globos y de diferentes colores y formas. Unos se distinguían por su tamaño, otros por sus formas imitando animales, o lo que la imaginación de cada cual quería ver, ningún globo se parecía a otro, pero el pobre vendedor no tenía clientela, pocos se acercaban a mirarlos y mucho menos pedían uno, y eso ¡que eran baratos! 

Era un viejo vendedor experimentado, por eso en el momento en que todos estaban curioseando u ocupados en mirar uno y otro puesto, hizo algo extraño: Tomó uno de sus más bellos globos y lo soltó, como era globo de gas comenzó a elevarse rápidamente y pronto estuvo encima de toda la gente que se agrupaba en la plaza. El cielo quiso contribuir a éste experimento del vendedor de globos, y se puso claro, de un azul incomparable, el sol era radiante, iluminando todo, mientras el globo trepaba y trepaba el rumbo al cielo. 

Un niño que lo ve grita. 

-Mira mamá un globo. 

Inmediatamente fueron varios más quienes lo vieron y lo señalaban. Entonces el vendedor soltó otro globo de diferente color y forma, pero mucho más grande, con éste consiguió el efecto deseado, que todos dejaran lo que estaban curioseando y miraran al cielo. 

Pero el buen vendedor de globos volvió a soltar otros 2 mas, con colores más fuertes y llamativos, estos ya iban atados, ni que decir tiene, que el efecto conseguido entre pequeños fue enorme, a gritos pedían a sus padres que les compraran globos, como aquellos que estaban subiendo y subiendo hacia el cielo. 

Gastó efectivamente sus mejores globos, pero consiguió que la gente le valorara aquellos atados a la bombona de oxigeno, en poco tiempo eran muchos los niños que se paseaban por la plaza luciendo atada a su manita un hermoso globo, ni que decir tiene que alguno emulando el globero, decidió dejar el suyo en libertar y que trepara en busca de las estrellas. 

Había cerca un niño negro que con dos lagrimones resbalando por sus mejillas, miraba con tristeza todo el espectáculo, una profunda angustia se apoderó de él. El vendedor que era hombre bueno, se dio cuenta, y le llama, ofreciéndole un globo, pero el pequeño rehusó cogerlo. 

-Te lo regalo pequeño, dijo con sumo cariño el hombre. 

El niño negro de pelo corto y ensortijado, con ojos tristes, hizo otra vez ademan de rehusar lo que le ofertaban.Extrañado el buen hombre le preguntó al pequeño que era lo que lo entristecía, y el negrito contestó en forma de pregunta. 

-Señor, si usted suelta el globo negro que tiene amarrado ¿cree que subirá tan alto como los otros? 

Y el amable vendedor entendió lo que el pequeño quería decirle. Toma un gran globo negro, lo desata del grupo y se lo entrega al negrito mientras le dice: 

-Haz tú lo mismo, prueba, suéltalo y verás como el globo sube igual que todos los demás. 

Esperanza, ansiedad… se acumulaban en la cabecita del niño negro y decidido suelta el globo, se alegra mucho, viendo que su globo es capaz de subir tan alto como los otros de colores brillantes, se puso a bailar y reír y palmotear de puro contento. 

El vendedor que no habia dejado de observar mirándole a los ojos, y acariciando su encrespada pelo dice. 

-Mira pequeño, lo que hace subir los globos no es el color, ni la forma, sino lo que tienen dentro. 

No importa nuestro color, ni nuestras imperfecciones, ni nuestras enfermedades, lo que realmente importa es lo que llevamos en el corazón, aquello que damos a los otros. 

Abramos nuestro interior y dejemos que salga, la luz iluminando a quienes lo necesitan, aunque solo nos miren, y no pidan nada, el color es lo de menos, lo importante es aliviar, integrar a los seres humanos dentro de una sociedad plural.

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