sábado, 7 de abril de 2018

LAS CONFESIONES DE SAN AGUSTIN. LIBRO NOVENO. X,23

X,23. Estando ya inminente el día en que había de salir de esta vida – que tú, Señor, conocías, y nosotros ignorábamos–, sucedió a lo que yo creo, disponiéndolo tú por tus modos ocultos, que nos hallásemos solos yo y ella apoyados sobre una ventana, desde donde se contemplaba un huerto o jardín que había dentro de la casa, allí en Ostia Tiberina, donde, apartados de las turbas, después de las fatigas de un largo viaje,

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