viernes, 5 de octubre de 2018

FACUNDO CABRAL. (1983) EL MUNDO ESTABA BASTANTE TRANQUILO CUANDO YO NACÍ. (Monólogo 3. Transcripción Juana Macedo)


El mundo estaba bastante tranquilo cuando yo nací, los ríos estaban limpios, el ozono estaba intacto y el aire puro, por eso las aves cantaban su felicidad, era una maravilla vivir. 

Mi abuela trabajaba en el campo, pero los sábados bajaba al pueblo y se ponía a predicar en la plaza. Decía por ejemplo: Hay que escapar del capitalismo que toma un hombre útil y lo asciende y lo asciende hasta que lo convierte en un imbécil, hay que escapar del socialismo que toma a un imbécil y lo asciende y lo asciende hasta que lo convierte en un dirigente. Hay que prestarle más atención al cristianismo, si como dice la Biblia es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de los cielos, yo le aconsejo a los ricos del pueblo que aprovechen sus privilegios en la tierra, porque en el cielo no tienen futuuuuro (risas) 

Tenía razón la abuela, olvidamos que pertenecemos a la casta de Jesús, por eso tendríamos que estar orgullosos de ser pobres. Nosotros los pobres hacemos el pan, la silla, la mesa, la ventana, la guitarra de cantar la esperanza. Nosotros los pobres trabajamos la tierra y hacemos las casas de los que viven de nosotros. Nosotros los pobres les damos el poder a los abogados, es decir a los políticos que casi siempre nos engañan. 

Pero a pesar de tantos siglos de mentiras, a nosotros los pobres jamás se nos ocurre invadir otro país, ni envenenar a los muchachos con la droga, ni matar en nombre de un ideal, ni amargarle la vida a la gente con periódicos, noticieros y telenovelas. Nosotros los pobres le damos personalidad a los países, porque los ricos son iguales en todo el mundo, andan en Mercedes Benz, compran la ropa en París, compran computadoras en Japón, usan rolex, beben whisky, van al psicoanalista y escuchan a Silvio Rodriguez para calmar a su conciencia aunque sea un rato (risas). 

Alguna vez el viento del Sur, tiró la casa de mi abuela abajo, mi abuela se quedó sentada, triste entre los escombros, pasó un vecino y le pregunto: ¿Se le cayó la casa abuela? Y ella le contestó: ¡Nooo la desarmé para limpiarla, boludo! (risas y aplausos) 

Se estaba quedando sorda la abuela, por eso la vecina que la odiaba, aprovechaba para insultarla. Mi abuela le decía: ¡Buen día vecina! Y la vecina le contestaba ¿Dónde va sorda de mierda? Pero un día le traje un audífono de Buenos Aires, mi abuela estaba feliz, el mundo volvió a tener voces para ella, los pájaros, el viento, el río, la campana del templo, los niños y la vecina que ni sabía que existía el audífono. Una mañana como siempre mi abuela le dijo: ¡Buen día vecina! Y la vecina como siempre le dijo: ¿Dónde va sorda de mierda? Entonces mi abuela le contestó: -No voy, vengo de curarme la sordera ¡la puta madre que te parió! (risas y aplausos) 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario