viernes, 10 de mayo de 2019

LUMINOSA INCONSCIENCIA. Facundo Cabral.



No hay otro que nos salve, es duro reconocer esto, pero cuando lo aprendemos comenzamos a vivir en paz, y en esa paz es posible alcanzar la plenitud, que es salvación. 

A veces descanso de la realidad en la luminosa inconciencia del arte, que me crece con sus libertades, que multiplica mis alegrías, que me prepara para los cambios.

Pasé por todas las escuelas pero no me quedé en ninguna, todas me dejaron algo pero no me detuvieron porque voy en busca de mi mismo, donde conoceré la verdad entera. 

Me tomo todo el tiempo y me tomo todo el espacio, todo el espacio porque vivo en todo el mundo y todo el tiempo porque dedico las veinticuatro horas del día a mi vivir, es decir a lo que amo, a lo que me hace sentir pleno, sin perder fuerzas en querer convencer y gustar. 

Cuando escribo el tiempo es otra cosa, no es el mismo del notario ni el de la policía, es otra cosa, algo más adentro, algo que llega más abajo y que vuela más arriba, algo que recupera, que trae al ahora mismo encuentros anteriores, que concreta citas del futuro con el presente, puentes por donde las palabras van y vienen graciosamente porque no hay distancias insalvables ni prisas porque el tiempo de la literatura es generoso y elástico, como la música (en el escenario también el tiempo es otra cosa, como si dejara en paz al concierto, como si lo liberara de las cadenas que le impone a los bancos y al correo).

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