HERMOSA REFLEXIÓN
Ahora me toca cuidar de ti, madre.
Toda una vida entregaste tus fuerzas, tus días y tus noches para cuidar de mí. En cada paso, en cada lágrima, y en cada risa, estuviste allí como un faro que nunca se apagaba.
Hoy, los papeles se invierten. Ahora soy yo quien toma tu mano, como tú tomaste la mía cuando aprendía a caminar. Soy yo quien busca aliviar tus preocupaciones, como tú lo hiciste cuando el mundo parecía demasiado grande para mí.
No es una carga, es un privilegio. Es el ciclo de la vida que nos recuerda la belleza del amor incondicional. Cuidarte ahora es la manera en que puedo agradecerte todo lo que hiciste por mí, incluso cuando no tenía palabras para expresarlo.
Madre, el tiempo puede haber dejado huellas en tu rostro, pero para mí sigues siendo el pilar de fortaleza y el ejemplo de amor que siempre fuiste. Cuidarte no es una obligación; es un acto de amor que nace de todo lo que sembraste en mí.
Hoy me toca a mí ser tu refugio, tu apoyo, y tu consuelo, porque el amor verdadero siempre encuentra el camino para retribuir lo recibido.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario