El eco del dolor: Un poema del alma
Yo, un loco poeta, les pido por favor, que nunca olvidemos al que camina con su dolor.
A aquel que vaga por las calles con un perro fiel,
porque en sus ojos se esconde una historia que no se puede leer.
Detrás de su andar cansado hay un amor perdido, un hijo, una hija, un corazón herido.
He visto doctores que antes salvaron vidas, y ahora, entre sombras, luchan por las heridas.
He encontrado profesores que enseñaron con pasión,
pero cargan el peso de una vida en desolación.
En cada mirada perdida, en cada paso lento, se refleja el eco de un tormento.
Todos, en algún momento, llevamos una cruz, un pedazo de noche en busca de luz.
Por eso, les pido, con humildad sincera, que no juzguemos al que en la calle espera.
Que pidamos por los enfermos, por el alma dolida, que recemos por los que cargan una vida vencida.
Creemos en Dios, en su amor infinito, porque incluso en el dolor, hay un camino bendito.
Un loco poeta, con palabras sencillas, hace un llamado desde las orillas.
Que nunca olvidemos al que nada tiene, porque el alma, cuando ama, todo lo sostiene.
Que nuestras manos se unan, que nuestras voces clamen,
por un mundo donde el amor y la fe jamás se apaguen.
Y cuando veas a alguien en su andar callado, recuerda que todos, en el fondo, somos igual de quebrados.
Hoy, con este poema, yo pido de corazón, que nunca dejemos de creer en la redención.
Que hagamos del amor una oración constante, y que ayudemos al prójimo, siempre adelante.
Un loco poeta, desde lo más profundo, grita que el dolor, aunque cruel, no es el fin del mundo.
Amemos, soñemos, creamos en Dios, y en cada herida, sembremos amor.
Autor: Cesar Pinto Muñoz
El Ultimo Romantico
Antofagasta Chile
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