Los tiempos cambiaron mucho, por ejemplo ahora veraneamos en el mar, antes se veraneaba en la vereda. Cuando llegaba el verano, mi abuela sacaba la silla a la vereda y allí tomaba el sol. Tenía una silla tan baja, que cada vez que el gato pasaba debajo de ella con la cola levantada, mi abuela decía: ¡algo es algo! (jaaajaa)
Un día mi tía le dijo: “Abuela, Elena anda hablando de usted por detrás” y mi abuela le pregunto: ¿Y se le entiende? (risas)
Una tarde llegó gente del asilo de ancianos y le preguntó a mi tía si quería colaborar con algo y ella dijo: “Si, llévese a la abuela” (risas)… Y ya no la volvimos a ver…
Abuela, ¿por qué la gente del pueblo decía que estabas loca? -Y porque me llenaba la cabeza de flores y cantaba por la calle- ¿Y cuándo te volviste loca abuela, cuándo empezó la fiesta de tu vida? –Hace muchos años, una tarde me detuve debajo del árbol grande a dormir la siesta, allí por primera vez, el Señor bajó a mí y me dijo: “Bella será tu vida porque yo estaré contigo” -y así fue, por eso cantaba y reía todo el día. A mí me gustaba estar cerca de la abuela porque sentía que a través de su alegría, el Señor entraba a mi corazón y así fue-.
Mi abuela amaba a San Francisco, ¿Y quién no? Por eso había escrito una frase de Francisco en la pared de la cocina. Y cada vez que llegaba un forastero a la casa, mi abuela le decía: ¡Allí está la fórmula de la felicidad!
Y tenía razón porque la frase de Francisco decía: “Deseo poco y lo poco que deseo, lo deseo poco”. Sabio Francisco, sabía que el deseo es el principio del conflicto, a cuanto más deseo, más desdicha. El deseo es un deseo insatisfecho, decía la Cal que de estas debilidades sabía mucho, por culpa del deseo vivimos ansiosos, sufrimos estrés No es vida competir permanentemente para tener más y más. Es suicida luchar para tener lo que nos esclavizará, en lugar de salvarnos del deseo, aceptando lo que Dios decide darnos cada día, Él sabe lo que necesitamos. El agradecido termina siendo agraciado. Y la gracia es la PAZ.
♫Yo conocí a la paz, tenía ojos celestes, y una ventana con rejas a la salida del puente, nunca le dije nada, pero ella lo sabía, es imposible esconder al amor que te ilumina♫
La mujer en el paraíso mordió la manzana diez minutos antes que el hombre y mantuvo esos minutos de ventaja hasta ahora (risas). Esa misma ventaja nos llevan los hermanos de la colectividad judía de la que siempre dependemos a saber.
Moisés honorable judío se ocupó de nuestra cabeza, Jesús honorable judío se ocupó de nuestro corazón, Marx honorable judío se ocupó de nuestro estómago, y Freud honorable judío se ocupó de nuestro sexo. Después llegó otro honorable judío Einstein y nos demostró que todo eso era relativo. (Risas)
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