TÚ PUEDES HALLARLO.
El alma iba peregrina por los caminos de la vida.
Buscaba a Dios.
Un genio cruzó la vía. Hondísima arruga surcaba su frente; quebrado el brillo de sus ojos y pálido el semblante. Su mirada como lamento; su voz como sollozo, y le habló:
¿Buscas a Dios?
-Está muy lejos -dijo el alma.
-¿Quieres verlo? Sólo yo puedo dar a tus ojos la lente maravillosa que aleja las sombras y acerca el infinito. Hazme tu compañero y amigo.
El genio tomó una lágrima de sus párpados amortecidos y la puso en las pupilas del alma…
Ella, trémula, palpitante y reverente, cae de improviso arrodillada.
Solo detrás de una lágrima se ve a Dios.
Eduardo Calcaño.
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