!Sembrador de alegría!
En la vida hay que saber escuchar. Escuchar con interés es la mejor manera de consolar al que sufre. A todos nos gusta que nos escuchen. Mucho más al que sufre. Y si además tu palabra cálida le transmite paz y alegría interior, habrás hecho una gran obra.
Procura hacer cada día algo que aumente la felicidad de alguien. Una de las cosas más bellas es ser sembrador de alegría. La alegría es la música del alma. El hombre alegre es feliz y hace felices a los demás. La alegría nace de la paz del alma, de la paz interior, del deber cumplido y de sentirse útil a los demás.
El mayor servicio al prójimo es llevarle alegría. Un semblante sonriente y un alma alegre transmiten felicidad. El que comunica alegría, da ánimos, y dar ánimos es un modo de amar. La mejor manera de amar es pasar por el mundo haciendo el bien. Es lo que hizo Jesucristo.
Lo menos que se te puede pedir es que seas amable. La gente necesita amabilidad.
- Una palabra amable y cordial.
- Un semblante afable y acogedor.
- Una actitud bondadosa y afectiva.
- Un gesto educado y cortés.
- Una sonrisa sincera y alentadora.
La amabilidad atrae y eleva. Decía Kant: «La amabilidad es la belleza de la virtud».
Cinco razones para una sonrisa:
a) Dar una sonrisa cuesta muy poco y puede ayudar mucho.
b) Una sonrisa jamás empobrece al que la da y siempre enriquece al que la recibe.
c) Una sonrisa puede tener una duración muy corta, pero su recuerdo puede durar años.
d) Nadie es tan rico que pueda vivir sin sonrisas, ni tan pobre que no las merezca.
e) Sonreír por fuera, embellece por dentro.
Pero lo que más ayuda al prójimo es darle afecto, ternura, cordialidad, valorar lo que es, demostrar aprecio e interés por todo valor de las personas que nos rodean. Hay quienes desprecian lo que no pertenece a su mundo, lo que desconocen, lo que ignoran. Esto, además de herir a los demás, rebaja al que desprecia. Él se cree superior, pero demuestra su mezquindad.
El gran guitarrista Andrés Segovia, mundialmente famoso, preguntado qué era para él lo más importante de la vida, respondió: «La bondad». Y la madre Teresa de Calcuta dice: «sed bondadosos. Que todo el que se acerque a vosotros se vaya mejor y mas feliz. Bondad en vuestro rostro, en vuestra sonrisa, en vuestra acogida».
La bondad no se hereda. No es cuestión de genes. Se adquiere con la repetición de actos buenos: vencimiento propio, ayudar al prójimo, devolver bien por mal, irradiar paz, alegría, optimismo, etc.
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