viernes, 9 de mayo de 2025

EL ALMUERZO DE TOMÁS.

(Advertencia importante para el lector )
Este cuento está dirigido exclusivamente a padres, madres y cuidadores. No es una historia pensada para niños, ya que contiene un mensaje profundo y sensible que busca generar reflexión sobre la importancia del tiempo y la atención que les brindamos a nuestros hijos.
Si decides compartirlo con un menor, hazlo con acompañamiento y sensibilidad.
Leer con precaución y con el corazón  abierto.
Cuento: El Almuerzo de Tomás 
Autor: Cuentos  infantiles para dormir ©
Había una vez un niño llamado Tomás, que cada mañana salía apurado rumbo al colegio con unas monedas en el bolsillo. Sus padres trabajaban mucho. Decían que todo lo hacían por él.
“Cuando seas grande entenderás”, le repetía su mamá desde la puerta, antes de marcharse al trabajo.

Tomás usaba el dinero para comprar galletas, gaseosas y papitas.  Eran dulces momentos que lo hacían sentir feliz… aunque solo por un rato. En el recreo, mientras los demás sacaban sus loncheras o comían lo que sus mamás les habían preparado, él solo tenía bolsas de colores y azúcar.
Pasaron los meses, y Tomás empezó a enfermarse seguido. Tos, fiebre, debilidad…  Su mamá iba a la botica y le compraba medicinas.
"Es el clima", decía.
"Ya pasará."
Pero no pasaba.
Un día, un médico del hospital le pidió a la madre que se sentara. Su voz era suave, pero firme.
“Lo siento mucho. Es leucemia. En etapa avanzada.”

El mundo de su madre se detuvo.
“¿Pero cómo? Si yo… si yo trabajo por él, ¡por su futuro!”
El médico la miró con ternura.
“A veces, en el intento de darles todo, olvidamos darles lo esencial: compañía, comida de verdad, atención…”
“El cuerpo de Tomás pidió ayuda muchas veces, pero nadie lo escuchó a tiempo.”

Tomás partió semanas después, en una cama de hospital, con la voz bajita, preguntando si su mamá podía quedarse un rato más.
Ella se quedó. Por fin. Pero ya era tarde.

Desde aquel día, en el parque cercano al colegio, hay una banca con una placa que dice:
“No esperes a tener tiempo para estar con tu hijo. Hazlo ahora. Porque el trabajo puede esperar. El amor, no.”

Moraleja:
El trabajo puede darte muchas cosas, pero nunca podrá reemplazar el abrazo de un hijo, una comida compartida o una conversación a tiempo. No sacrifiques lo esencial por lo urgente.
Los niños necesitan menos cosas… y más padres presentes.
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