CABRALIDADES (3)
Autor: Facundo Cabral
Un hombre que habla con las palomas no está loco, sino, benditamente enamorado.
La humanidad no es una caravana de desesperados, sino una bendita familia festejando el amor.
Pregunté a un viejo Tarahumara porque no usaban armas para defenderse de los cuatreros, y me dijo:
Si las armas fueran necesarias, habríamos nacido con ellas.
Un campesino chino me dijo un día: Si quieres ser feliz un día emborráchate, si quieres ser feliz una semana, cásate, y si quieres ser feliz toda la vida, se jardinero.
Un día la pregunté a la Madre Teresa; ¿Cuándo descansa? A lo que ella me respondió: Yo descanso en el amor. Le dije, ¿ Madre, cual es el lugar del hombre?. Donde su hermano lo necesita.
Ella, la Madre, a la que nunca le escuché hablar de política, un día le pregunté por qué?. Me dijo: Yo no puedo darme el lujo de la política, una vez estuve 5 minutos escuchando a un político y en ese tiempo se me murió un viejecito en Calcuta.
Una señora al ver como la Madre Teresa curaba a un leproso se atrevió a decirle que ella no haría aquello por ningún dinero en el mundo. Y la Madre le respondió:
Ni yo tampoco; esto lo hago por amor.
Cada vez que yo entraba a la casa de la Madre Teresa, sentía que Dios recién había salido.
Mi madre, poco antes de morir me dijo:
Muero contenta porque cada vez te pareces más a lo que cantas.
Juan Francisco, mi ahijado, dice, a sus doce años de edad, que soy artista porque canto, y que canto para poder comprarle chocolates, que es lo más razonable que escuché sobre mi oficio.
El poeta indio Tagore, que bautizara “Mahatma”, es decir, alma grande, a Gandhi, decía que cuando el hombre trabaja, Dios lo respeta, más cuando el hombre canta, Dios lo ama.
Al verme asombrado por su presencia en mi concierto, Ray Bradbury me dijo:
Me asombra que se asombre de encontrar un Badbury viniendo de un país que tiene un Borges que es asombroso.
Yo sigo siendo tan inocente que, me sigue alumbrando la bendita esperanza de que un día, los poetas gobernarán el mundo.
Me gusta volver al Ecuador y sentarme frente al Coto-Patchi, el volcán sagrado, principalmente en sábado.
Me gusta volver a Calcuta porque ese es el centro de la Madre Teresa.
Me gusta volver a Sevilla, porque allí reina la alegría.
Un día, al volver a mi pueblo me encontré a mi hermano llorando porque lo había abandonado su mujer.
Mi madre me preguntó que cuantos habitantes habrán en el mundo.
No lo sé con exactitud, le dije, pero se calcula que habremos unos cinco mil doscientos millones de personas en el mundo.
Y dijo mi madre: Y con tantos miles de millones de personas que hay en el mundo, hay algunos que lloran por uno solo. Es como si tuviera uno cinco mil millones de pesos y lloraras porque has perdido un peso.
Bienaventurado el Mahatma Gandhi que fue el que dijo que hace casi dos mil años que estamos festejando el amor; o sea, el nacimiento de Jesús, no el de Herodes.
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