martes, 3 de enero de 2017

Jeremías, 20


Jeremías, 20

1.El sacerdote Pasjur, hijo de Immer, que era primer encargado de la Casa de Yavé,

2.al oír a Jeremías, mandó apalearlo, y lo hizo sujetar con cadenas en el calabozo de la puerta alta de Benjamín, que está en la Casa de Yavé.

3.Al día siguiente, sacó Pasjur a Jeremías del calabozo. Entonces Jeremías le dijo: «Para Yavé, ahora, no eres más Pasjur, sino que te ha llamado: Terror para todos.»

4.Porque así dice Yavé: «Yo te entregaré al terror, junto con tus amigos, los cuales serán muertos por sus enemigos ante tus propios ojos.

5.Entregaré a toda la gente de Judá en manos del rey de Babilonia para que sean llevados a esa ciudad o muertos a espada. Entregaré a los enemigos las riquezas de Jerusalén, tanto sus reservas como sus cosas preciosas, y los tesoros de los reyes de Judá. Los enemigos saquearán y tomarán todo, llevándoselo a Babilonia.

6.A ti también, Pasjur, te llevarán a Babilonia, junto con todos los que viven en tu casa. Allí morirás y serás sepultado, igual que tus amigos, a quienes engañas con profecías falsas.»

7.Me has seducido, Yavé, y me dejé seducir por ti. Me tomaste a la fuerza y saliste ganando. Todo el día soy el blanco de sus burlas, toda la gente se ríe de mí.

8.Pues me pongo a hablar, y son amenazas, no les anuncio más que violencias y saqueos. La palabra de Yavé me acarrea cada día humillaciones e insultos.

9.Por eso decidí no recordar más a Yavé, ni hablar más en su nombre, pero sentía en mí algo así como un fuego ardiente aprisionado en mis huesos, y aunque yo trataba de apagarlo, no podía.

10.Yo oía a mis adversarios que decían contra mí: «¿Cuándo, por fin, lo denunciarán?» Ahora me observan los que antes me saludaban, esperando que yo tropiece para desquitarse de mí.

11.Pero Yavé está conmigo, él, mi poderoso defensor; los que me persiguen no me vencerán. Caerán ellos y tendrán la vergüenza de su fracaso, y su humillación no se olvidará jamás.

12.Yavé, Señor, tus ojos están pendientes del hombre justo. Tú conoces las conciencias y los corazones, haz que vea cuando te desquites de ellos, porque a ti he confiado mi defensa.

13.¡Canten y alaben a Yavé, que salvó al desamparado de las manos de los malvados!

14.¡Maldito sea el día en que nací en que mi madre me dio a luz: ¡No sea bendito!

15.Maldito sea el que avisó a mi padre y le colmó con esa alegría: «Te ha nacido un hijo varón».

16.Que ese hombre sea como aquellas ciudades que Yavé ha destruido sin compasión; que sienta el grito de alarma en la mañana y el clamor de guerra al mediodía,

17.porque no me hizo morir en el seno materno. ¡Mi madre habría sido mi tumba y yo me habría quedado siempre en su seno!

18.¿Para qué, pues, salí de sus entrañas? ¿Para vivir angustia y tormento y acabar mis días en la humillación?

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