"HAY UNA SOLA RELIGIÓN, EL AMOR. HAY UN SOLO DIOS Y ESTÁ EN TODAS PARTES"
martes, 31 de diciembre de 2019
lunes, 30 de diciembre de 2019
PRELUDIO PARA CABRAL. Ultima entrevista a Facundo Cabral en Venezuela (4)
La Biblia.
Sí, claro. Ese señor, un viejo vagabundo genial, me dijo entonces: “¿Vos sabes escribir? Saca el cuaderno ahí. Primera lección. Escribí ahí mira las aves del cielo...” Y me dicta El Sermón de la Montaña. Luego me dijo: “¿Sabes qué te acabo de dar? Un programa de vida”. Y ese fue mi programa de vida. Yo estaba tan contento que lo contaba por los campos: ¡Carajo, somos príncipes! Había gente que creía que sólo era un González, un esposo, sólo argentino, sólo pobre o sólo rico. Así me fue llevando la gente y un día, a los 22 años, estaba arriba de un escenario y no bajé más.
Facundo Cabral es uno de los mejores emblemas de lo que fueron los años 60, la época en que todos creyeron posible cambiar al mundo. Fueron los tiempos de los Beatles, de la cultura hippie, el lema universal de “Paz y Amor”, la Revolución Cubana. De todo eso quedó el reflejo de un momento estelar de la humanidad.
Sí, cómo no. Pero resulta que el mundo no cambió. La primera religión sigue siendo el dinero y la pobreza parece una epidemia sin remedio. ¿Por qué fracasó el gran sueño? ¿Te sientes derrotado en ese sentido?
No. Yo quise cambiar al mundo y me pasó lo mismo que le pasó a la gente; no Cabral, a gente importante de verdad, a Borges: (Imita perfectamente la voz de Borges) “Quise retratar al mundo. Yo quise, yo pensé que podía retratar al mundo a través de la palabra y ahora debo reconocer que no sé, a lo sumo he esbozado un autorretrato débil y tembloroso”. Yo quise cambiar el mundo, pero el mundo me cambió a mí. Si hubiese un jesuita en cada lugar, no habría fracasado nunca la revolución. De hecho está vigente, lo que pasa es que por el momento el dinero hace más ruido.
Pero el dinero tiene rato haciendo bastante ruido.
Sí, cómo no.
Gustave Flaubert decía que la humanidad es como es, no se trata de cambiarla, sino de conocerla. ¿Qué opinas de eso?
Krishnamurti me decía eso. Yo fui muy amigo de Krishnamurti. Lo conocí en el 74. Decía que la vida no es como debería ser, la vida es como es. Yo creo que debe ser como a mí me conviene y lo que a mí me conviene es que entienda que lo que sea es lo que está escrito. Cualquiera diría que eso es fatalismo. Sí, yo creo que este encuentro estaba escrito. Yo creo que vengo solo acá, a un lugar del aeropuerto contigo, y te escucho decir esas cosas mías tan claras porque uno es eso. Pero cuando lo vi de esa manera, cuando me di cuenta que era lo que tenía que ser, sentí una gran tranquilidad. De cualquier manera, trato de ver la forma de llegar por el camino más correcto y más compartido a un cierre de vida, para eso existe el libre albedrío. Un día le pregunté a Krishnamurti: “¿Hasta cuándo voy a caminar, maestro?”. Y me dijo: “Hasta que te metas en tus propias botas”. Hace un tiempo que sentí que por fin me metí en mis botas. Hice lo posible. Después, leyendo con detenimiento los discursos de Jesús, él dice: “Muchos eran los llamados, pocos los elegidos”. Me da la impresión de que hay mucha gente que no se quiere dar cuenta que tiene todas las posibilidades de vivir mucho mejor, más allá de cualquier sistema político. La política es el arte de dividir, entonces si pierde una mitad perdemos todos.
EL ÉXITO UNDERGROUND
Facundo, el gran éxito te llegó con una canción generacionalmente antológica como es No soy de aquí ni soy de allá.
Sí, vino de una borrachera...
¿Cuál es la historia de esa canción que ha sido cantada en numerosos idiomas y que la han cantado artistas como Julio Iglesias, Neil Diamond o Pedro Vargas?
Está grabada en 27 idiomas y se supone que hay más de 700 versiones. Se canta hasta en Rumania, qué se yo.
¿Cómo nació esa canción?
Pues había un folklorista que para mí fue un ser excepcional, Jorge Cafrune. Me encontré con él después de mucho tiempo en Uruguay. Yo no había bebido más desde que había salido de la cárcel de menores, pero ese día fue algo excepcional y nos pusimos a brindar, y se nos fue la mano. Cuando me di cuenta, tenía una borrachera feliz, no era de esas borracheras para no ver al mundo, esta era el festejo del encuentro con un amigo admirado. Así que me acompañó al concierto y en un momento en que estaba recordándolo en medio de esa cosa, le digo a Cafrune que estaba entre el público: “¡Oye! ahora que te veo con esa facha, con la barba, me acuerdo de Abraham y de la orden que recibió: “Abandona tu tierra natal y la casa de tu padre y ve al país que yo te indicaré. Haré de ti una gran nación. Te bendeciré y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra”. El señor dijo a Abraham: “No soy de aquí”, y ya, ¡apareció la canción! Al otro día todos me pedían esa canción y yo no me acordaba porque la había improvisado. Cuando terminó el concierto, un periodista muy importante, Jacobo Timerman, socio del padre de Cecilia Roth, me invitó a la casa a cenar y al final de la cena me dijo: “Oye, no te saludamos en el cumpleaños de tu profeta pero acá tenemos tu regalo”, y me regaló un paquete chiquito con un moño rojo. Era un casete donde habían grabado el concierto de la noche anterior y escucho con emoción que aparece la canción. No era mía. No es mía. De lo menos que uno puede ser dueño es de una canción porque uno se sienta a elaborar un poema o una novela o un ensayo, pero la canción llega sola, es como el amor. Esa es la historia de esa canción. Viene sola, no se piensa. No tiene nada que ver con la cabeza.
En una de las últimas entrevistas que dio John Lennon antes de morir contó que los días de mayor éxito de los Beatles fueron momentos de opresión total y de gran decepción porque todos trataban de aprovecharse de ellos y que llegó a sentirse realmente miserable. ¿Cómo se sintió Facundo Cabral en sus días de máximo apogeo?
Exactamente así. ¡Qué bien! Yo no había escuchado nunca eso, pero lo dijo por mí también. Mira, al principio era una cosa así, uff, impresionante. Era un sentimiento así como de no saber qué pasaba. Una canción o dos, y de pronto todo el mundo venía corriendo a abrazarte. Me empecé a hacer una fama tremenda de trasgresor: “¡Usted es el único que dice lo que hay que decir! ¡Ahí está un hombre valiente con cojones!”. Yo era el valiente. De pronto me hice muy famoso y llegaba un dinero insoportable. Yo no sabía que la cantidad de dinero podía ser insoportable, me agobiaba y perdía mi libertad porque esperaban cosas de mí y resulta que yo ya quería cambiar hacia otro destino. Eso que leíste recién es fantástico, porque ¡es cierto!, deseaba cambiar de destino a cada rato. Sigo haciéndolo. Un día, de pronto, me encontraba en la televisión con un señor que era muy importante en la televisión argentina, y le dije: “¿Sabes qué? Me voy”, “pero ¿cómo?”, me replicó…“Que mañana voy a Ezeiza y tomo el primer avión; me voy porque estoy perdiendo mi libertad y me estoy ahogando”. Había tantos intereses alrededor mío que yo realmente sentía que me estaba estafando a mí mismo y me fui muchos años. Pasaron otros años, llegó la democracia, o estaba por llegar, cuando volví a la Argentina y la gente pensó que yo personalmente había traído la democracia de la Plaza Atenas. Cuando llegué tuve una recepción muy grande porque entre un éxito y otro estuve fuera del país muchos años. Un poco antes de que ganara el presidente Raúl Alfonsín me volví a ir y no regresé hasta después de nueve años. Vine en el año 1995 con Alberto Cortés.
¿No te llevas bien con el éxito?
Puedo vivir en un desierto con los tuareg, puedo vivir solo, amo la soledad, fue mi mejor amante, además siempre me resultó fiel. Cuando yo volvía al hotel siempre estaba esperándome; no me falló nunca. No podría vivir en el éxito, no ese éxito desmesurado con prolijidad. Yo camino tranquilo, no grabo a propósito, los libros en general me los edito yo mismo; hago todo lo posible por seguir siendo underground.
EL POPUL VUH. Libro Sagrado Maya (28)
Segunda Parte. Capitulo VI.
Comenzaron entonces sus trabajos, para darse a conocer ante su abuela y ante su madre. Lo primero que harían era la milpa.
-Vamos a sembrar la milpa, abuela y madre nuestra, dijeron. No os aflijáis; aquí estamos nosotros, vuestros nietos, nosotros los que estamos en lugar de nuestros hermanos, dijeron Hunahpú e Ixbalanqué.
En seguida tomaron sus hachas, sus piochas y sus azadas de palo y se fueron, llevando cada uno su cerbatana al hombro. Al salir de su casa, le encargaron a su abuela que les llevara su comida.
-A mediodía nos traeréis la comida, abuela, le dijeron.
-Está bien, nietos míos, contestó la vieja.
Poco después llegaron al lugar de la siembra. Y al hundir el azadón en la tierra, éste labraba la tierra, el azadón hacía el trabajo por sí solo.
De la misma manera clavaban el hacha en el tronco de los árboles y en sus ramas y al punto caían y quedaban tendidos en el suelo todos los árboles y bejucos. Rápidamente caían los árboles, cortados de un solo hachazo.
Lo que había arrancado el azadón era mucho también. No se podían contar las zarzas ni las espinas que habían cortado con un solo golpe del azadón. Tampoco era posible calcular lo que habían arrancado y derribado en todos los montes grandes y pequeños.
Y habiendo aleccionado a un animal llamado Ixmucur, 24 lo hicieron subir a la cima de un gran tronco y Hunahpú e Ixbalanqué le dijeron: -Observa cuando venga nuestra abuela a traernos la comida y al instante comienza a cantar y nosotros empuñaremos la azada y el hacha.
-Está bien, contestó Ixmucur.
En seguida se pusieron a tirar con la cerbatana; ciertamente no hacían ningún trabajo de labranza.
Poco después cantó la paloma e inmediatamente corrió uno a coger la azada y el otro a coger el hacha. Y envolviéndose la cabeza, el uno se cubrió de tierra las manos intencionalmente y se ensució asimismo la cara como un verdadero labrador, y el otro adrede se echó astillas de madera sobre la cabeza como si efectivamente hubiera estado cortando los árboles.
Así fueron vistos por su abuela. En seguida comieron, pero realmente no habían hecho trabajo de labranza y sin merecerla les dieron su comida. Luego se fueron a su casa. -Estamos verdaderamente cansados, abuela, dijeron al llegar, estirando sin motivo las piernas y los brazos ante su abuela.
Regresaron al día siguiente, y al llegar al campo encontraron que se habían vuelto a levantar todos los árboles y bejucos y que todas las zarzas y espinas se habían vuelto a unir y enlazar entre sí.
-¿Quién nos ha hecho este engaño?, dijeron. Sin duda lo han hecho todos los animales pequeños y grandes, el león, el tigre, el venado, el conejo, el gato de monte, el coyote, el jabalí, el pisote, los pájaros chicos, los pájaros grandes; éstos fueron los que lo hicieron y en una sola noche lo ejecutaron.
En seguida comenzaron de nuevo a preparar el campo y a arreglar la tierra y los árboles cortados. Luego discurrieron acerca de lo que habían de hacer con los palos cortados y las hierbas arrancadas.
-Ahora velaremos nuestra milpa; tal vez podamos sorprender al que viene a hacer todo este daño, dijeron discurriendo entre sí. Y a continuación regresaron a la casa.
-¿Qué os parece, abuela, que se han burlado de nosotros? Nuestro campo que habíamos labrado se ha vuelto un gran pajonal y bosque espeso. Así la hallamos cuando, llegamos hace un rato, abuela le dijeron a su abuela y a su madre. Pero volveremos allá y velaremos, porque no es justo que nos hagan tales cosas, dijeron.
Luego se vistieron y en seguida se fueron de nuevo a su campo de árboles cortados y allí se escondieron, recatándose en la sombra.
Reuniéronse entonces todos los animales, uno de cada especie se juntó con todos los demás animales chicos y animales grandes. Y era media noche en punto cuando llegaron hablando todos y diciendo así en sus lenguas: “¡Levantaos, árboles! ¡Levantaos, bejucos!”
Esto decían cuando llegaron y se agruparon bajo los árboles y bajo los bejucos y fueron acercándose hasta manifestarse ante sus ojos (de Hunahpú e Ixbalanqué).
Eran los primeros el león y el tigre, y quisieron cogerlos, pero no se dejaron. Luego se acercaron al venado y al conejo y sólo les pudieron coger las colas, solamente se las arrancaron. La cola del venado les quedó entre las manos y por esta razón el venado y el conejo llevan cortas las colas.
El gato de monte, el coyote, el jabalí y el pisote tampoco se entregaron. Todos los animales pasaron frente a Hunahpú e Ixbalanqué, cuyos corazones ardían de cólera porque no los podían coger.
Pero, por último, llegó otro dando saltos al llegar, y a éste, que era el ratón, al instante lo atraparon y lo envolvieron en un paño. Y luego que lo cogieron, le apretaron la cabeza y lo quisieron ahogar, y le quemaron la cola en el fuego, de donde viene que la cola del ratón no tiene pelo; y así también le quisieron pegar en los ojos los dos muchachos Hunahpú e Ixbalanqué.
Y dijo el ratón: -Yo no debo morir a vuestras manos. Y vuestro oficio tampoco es el de sembrar milpa.
-¿Qué nos cuentas tú ahora?, le dijeron los muchachos al ratón.
-Soltadme un poco, que en mi pecho tengo algo que deciros y os lo diré en seguida, pero antes dadme algo de comer, dijo el ratón.
-Después te daremos tu comida, pero habla primero, le contestaron.
-Está bien. Sabréis, pues, que los bienes de vuestros padres Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú, así llamados, aquéllos que murieron en Xibalbá, o sea los instrumentos con que jugaban, han quedado y están allí colgados en el techo de la casa: el anillo, los guantes y la pelota. Sin embargo, vuestra abuela no os los quiere enseñar porque a causa de ellos murieron vuestros padres.
-¿Lo sabes con certeza?, le dijeron los muchachos al ratón. Y sus corazones se alegraron grandemente cuando oyeron la noticia de la pelota de goma. Y como ya había hablado el ratón, le señalaron su comida al ratón.
-Ésta será la comida: el maíz, las pepitas de chile, el frijol, el pataxte, el cacao: todo esto te pertenece, y si hay algo que esté guardado u olvidado, tuyo será también, ¡cómelo!, le fue dicho al ratón por Hunahpú e Ixbalanqué.
-Magnífico, muchachos, dijo aquél; pero ¿qué le diré a vuestra abuela si me ve?
-No tengas pena, porque nosotros estamos aquí y sabremos lo que hay que decirle a nuestra abuela. ¡vamos!, lleguemos pronto a esta esquina de la casa, llega pronto a donde están esas cosas colgadas; nosotros estaremos mirando al desván de la casa y atendiendo únicamente a nuestra comida, le dijeron al ratón.
Y habiéndolo dispuesto así durante la noche, después de consultarlo entre sí, Hunahpú e Ixbalanqué llegaron a mediodía. Cuando llegaron llevaban consigo al ratón, pero no lo enseñaban; uno de ellos entró directamente a la casa y el otro se acercó a la esquina y de allí hizo subir al instante al ratón.
En seguida pidieron su comida a su abuela. -Preparad nuestra comida,25 queremos un chilmol,26 abuela nuestra, dijeron. Y al punto les prepararon la comida y les pusieron delante un plato de caldo.
Pero esto era sólo para engañar a su abuela y a su madre. Y habiendo hecho que se consumiera el agua que había en la tinaja: -Verdaderamente nos estamos muriendo de sed; id a traernos de beber, le dijeron a su abuela.
-Bueno, contestó ella y se fue. Pusiéronse entonces a comer, pero la verdad es que no tenían hambre; sólo era un engaño lo que hacían. Vieron entonces en su plato de chile 27 cómo el ratón se dirigía rápidamente hacia la pelota que estaba colgada del techo de la casa. Al ver esto en su chilmol, despacharon a cierto Xan, el animal llamado Xan, que es como un mosquito, el cual fue al río y perforó la pared del cántaro de la abuela, y aunque ella trató de contener el agua que se salía, no pudo cerrar la picadura hecha en el cántaro.
-¿Qué le pasa a nuestra abuela? Tenemos la boca seca por falta de agua, nos estamos muriendo de sed, le dijeron a su madre y la mandaron fuera. En seguida fue el ratón a cortar (la cuerda que sostenía) la pelota, la cual cayó del techo de la casa junto con el anillo, los guantes y los cueros. Se apoderaron de ellos los muchachos y corrieron al instante a esconderlos en el camino que conducía al juego de la pelota.
Después de esto se encaminaron el río, a reunirse con su abuela y su madre, que estaban atareadas tratando de tapar el agujero del cántaro. Y llegando cada uno con su cerbatana, dijeron cuando llegaron al río: -¿Qué estáis haciendo? Nos cansamos (de esperar) y nos vinimos, les dijeron.
-Mirad el agujero de mi cántaro que no se puede tapar, dijo la abuela. Al instante lo taparon y juntos regresaron, marchando ellos delante de su abuela.
Y así fue el hallazgo de la pelota.
Notas de Adrián Recinos:
24 ~ La tórtola, mucuy en maya.
25 ~ Literalmente, moled nuestra comida. La comida de los indios quichés consistía principalmente en tortillas y bollos de maíz cocido y molido en la piedra que se llamaba caam, el metatl de México.
26 ~ Chilmulli, en náhuatl, salsa de chile o ají.
27 ~ Dentro del chilmol. La salsa líquida y roja hacía las veces de espejo y reflejaba los movimientos del ratón en el techo, sin que los muchachos parecieran estarlos observando.
domingo, 29 de diciembre de 2019
PRELUDIO PARA CABRAL. Última entrevista de Facundo Cabral en Venezuela (3)
El Mesías prometido.
El Mesías y con ella, con Eva… hermosa… mi Dios. Ese vendedor de la plaza fue mi primer socio. Muchos años después, cuando empecé a ser conocido y había aparecido en televisión, siempre que iba a un programa preguntaba por el tipo de la plaza y un día lo reencontré, muy viejecito. Mira lo que es la vida. Él me pagó el tren y fue mi primer viaje pago. Me compró un sándwich glorioso y yo salí y pasé toda la noche en la Catedral. A la mañana siguiente empezaron a llegar multitudes y a las doce llegó el auto espléndido, un auto descapotable, delante el chofer, el gobernador, que era un coronel mercante, y atrás, de pie, a la izquierda, la señora Eva. Fue la primera cosa bella que vi en mi vida. Yo descubrí a la mujer con Eva Perón. ¡La belleza, con un vestido!... Y a la derecha, estaba Perón con su uniforme de gala, ¡espléndido! Corrí hacia el auto y cuando estaba llegando me cazó un policía, pero Perón estaba saludando por ese lado y lo vio y le dijo: “Déjelo que venga”. Y fui hasta el auto, me subí al estribo y entonces me dijo: “¿Querías hablar conmigo?” Y le digo, “Sí ¿hay trabajo?”. Hizo parar el auto en medio de la multitud. Le repito “¿hay trabajo?”. Y la señora Eva, que iba al lado, escuchó, se acercó y me dijo: “¡Por fin alguien que pide trabajo y no limosna! Por supuesto que hay trabajo, mi amor, siempre hay trabajo. Encárguense del niño”. Me llevaron a un lugar, me dieron ropa nueva, me bañé después de meses, comí comida caliente. Me sentí respetado, sentí que era parte de la sociedad. La señora Eva llegó como a las tres horas, ante el asombro de toda esa gente, y dijo: “Mi amor, tuvimos suerte, ya conseguimos un trabajo para tu madre”. Así fue como nos fuimos a vivir a una escuela en Tandil, a 400 kilómetros al sur de Buenos Aires, en la Provincia de Buenos Aires. Mi madre estuvo internada un año, le salvaron la vida.
DÍAS DE SOMBRA
Más allá de esa maravillosa anécdota con Eva Perón, entiendo que en algún momento terminaste confinado en un reformatorio.
Sí, porque era alcohólico.
¿A qué edad te volviste alcohólico?
Enseguida. No sabía que era alcohólico, pero yo no quería vivir. Por eso no hablaba, no quería, yo me sentí muy aliviado cuando a mi madre y mis hermanos les dieron un techo y un respeto…
¿Fuiste alcohólico de niño?
Claro, porque yo trabajaba en el campo y de noche en el campo se hace fuego, se come el asado y da vuelta la guitarra, se canta y ¿qué otra cosa?... se toma ginebra, se toma vino. Yo no me di cuenta de que el alcohol me ayudaba a no ver, yo no quería ver. Había robado algunas botellas y un día la policía se enojó, me metieron en una cárcel de menores y me dieron cuatro años de prisión. Pero fue extraordinario. Caí preso a los14 años porque era muy violento, rompía cosas… pero fue extraordinario, porque siempre Dios estuvo al lado mío. Me metió en la prisión para que dejara de ser un ignorante. Ahí había un jesuita que me llevó a vivir a una biblioteca muy pequeña donde me contaba las historias de los libros, hasta que me entusiasmé tanto que le dije: “Simón y ¿cómo hacemos?”. “Mira, si yo tengo tiempo y vos tenés ganas te enseño a leer”. Entonces estudié. Lo que eran los seis años de colegio primario y los seis de secundario, los hice en tres años.
Los jesuitas son los grandes amantes del conocimiento.
Comencé a tener noticias de Quevedo a los 15 años, de Góngora…
Puro Siglo de Oro español. De Horacio, de Homero, de Heráclito, de Plotino, y de los libros de arte. Nos divertíamos, por ejemplo, con Magritte, con Chagall, que con los años fue un gran amigo en París, en los años 70. Gran amigo, incluso hasta tengo obras de él.
Pero así deberían ser todas las cárceles del mundo.
Sí, si hay un jesuita en una cárcel, estás salvado. A los 17, cuando me faltaba un año, me escapé. Él me ayudó. Me dijo: “Ya tienes que pensar con la cabeza para poder sobrevivir”. Y ahí me encontré con un vagabundo que me dijo: “Oye, ven aquí, imbécil, te veo pasar todas las noches como un miserable ¿no te dijeron que sos príncipe?”. “¿Cómo príncipe?”, le dije. “Ah ¿no sabías eso? ¿No sabías que sos príncipe?”. Y me dice señalando el cielo: “¿Cómo le llamas al hijo del Rey?”. Y acá estoy. Canté de pura alegría.
¿Cómo descubriste que eras cantante? ¿Cómo asumiste la música como forma de vida?
Por Jesús. No soy ni un pastor ni mucho menos, ya pastor hubo uno grandioso. Tampoco pertenezco a una iglesia, soy un libre pensador y un libre sentidor, y más con las religiones, pero a mí me salvó Jesús, porque conocí El Sermón de la Montaña esa noche cuando el vagabundo me dijo que era príncipe. Cuando estuve en la cárcel el padre jesuita nunca me permitió meterme en la Biblia. Decía: “Vos sos muy chiquito y tenés mucho odio todavía para entrar en esa hoguera. Eso es para hombres. Hay que esperar”.
sábado, 28 de diciembre de 2019
Deja ir a la gente que no está lista. Reflexión
“DEJA IR A LA GENTE QUE NO ESTÁ LISTA...
No es una actitud de soberbia ni de orgullo, sino de congruencia, seguirás amandolos pero con otra perspectiva, desde otro nivel de compresión, entendimiento y consciencia.
Es la cosa más difícil que tendrás que hacer en tu vida, y también será la más importante: dejar de estar vinculado con aquellos que no están listos para amarte.
Deja de tener conversaciones difíciles con gente que no quiere cambiar. Deja de aparecer para la gente que es indiferente a tu presencia. Deja de dar tu amor y energía a la gente que no está lista para amarte.
Sé que tu instinto es hacer todo lo que puedas para ganarte las buenas gracias de todos los que puedas, pero también es el impulso que te robará tu tiempo, tu energía y tu cordura.
Cuando empiezas a aparecer en tu vida completa y completamente, con alegría, interés y compromiso, no todo el mundo va a estar listo para encontrarte allí.
Eso no significa que tengas que cambiar lo que eres. Significa que tienes que apartarte de las personas que no están preparadas para amarte.
Si eres excluid@, insultad@ sutilmente, olvidad@ o fácilmente ignorad@ por las personas con las que pasas la mayor parte del tiempo, no te estás haciendo un favor al continuar ofreciéndoles tu energía y tu vida.
La verdad es que no eres para todos, y todos no son para ti. Eso es lo que lo hace tan especial cuando encuentras a las pocas personas con las que tienes una amistad, amor o relación genuina: sabrás lo precioso que es porque has experimentado lo que no es.
Pero mientras más tiempo pases tratando de forzar a alguien a amarte cuando no son capaces, más tiempo te estarás privando a ti mism@ de esa misma conexión.
Te está esperando.
Hay miles de millones de personas en este planeta, y muchas de ellas se van a encontrar contigo a su nivel, con la vibración de donde están, conectarse con donde están yendo.
… Pero cuanto más tiempo te quedes, metid@ en la familiaridad de la gente que te usa como un cojín, una opción de segundo plano, un terapeuta y una estratega para su trabajo emocional, más tiempo te mantienes fuera de la comunidad que anhelas.
Tal vez si dejas de aparecer, serás menos querid@.
Tal vez te olviden por completo.
Tal vez si dejas de intentarlo, la relación cesará.
Tal vez si dejas de enviar mensajes de texto, tu teléfono permanecerá oscuro durante días y semanas.
Tal vez si dejas de amar a alguien, el amor entre ustedes se disolverá.
Eso no significa que hayas arruinado una relación. Significa que lo único que sostenía una relación era la energía que tú y sólo tú ponías en ella. Eso no es amor. Eso es apego.
La cosa más preciosa e importante que tienes en tu vida es tu energía.
No es tu tiempo lo que está limitado, es tu energía. Lo que tu das cada día es lo que creará más y más en tu vida.
A lo que le das tu tiempo, es lo que definirá tu existencia.
Cuando te des cuenta de esto, empezarás a entender por qué estás tan ansios@ cuando pasas tu tiempo con gente que no te aporta, y en trabajos o lugares o ciudades que no te convienen.
Comenzarás a darte cuenta de que lo más importante que puedes hacer por tu vida, por ti mism@ y por todos los que conoces es proteger tu energía más ferozmente que cualquier otra cosa.
Haz de tu vida un refugio seguro en el que sólo se permita a las personas que puedan cuidar, escuchar y conectarse.
Tú no eres responsable de salvar a la gente.
Tú no eres responsable de convencerlos de que quieren ser salvados.
No es tu trabajo aparecer por la gente y entregarles tu vida, poco a poco, momento a momento, porque te compadeces de ellos, porque te sientes mal, porque “deberías”, porque estás obligad@, porque, en la raíz de todo esto, tienes miedo de que no te devuelvan el favor.
Es tu trabajo darte cuenta de que eres el amo y la ama de tu destino, y que estás aceptando el amor que crees que mereces.
Decide que mereces una amistad real, un compromiso verdadero y un amor completo con las personas que están sanas y prósperas.
Entonces espera en la oscuridad, sólo por un momento….
… Y mira lo rápido que todo comienza a cambiar. ✨🦅
Gracias 🙏
PRELUDIO PARA CABRAL Última entrevista de Facundo Cabral en Venezuela (2)
PRELUDIO PARA CABRAL (2)
“Eva Perón fue la primera cosa bella que vi en mi vida"
Para los que aún no lo saben, en el planeta hay vagabundos de primera clase. Se les puede reconocer por su manera de hablar, como si la locura y la poesía vivieran en una misma frase.
Algunos cargan una guitarra al hombro y patean países enteros con un costal de canciones en los labios. Tienen la mirada perdida, o más bien encontrada, como los profetas. Ríen, como los sabios, y se hacen preguntas en voz alta, como los grandes humoristas. Son incómodos, por naturaleza. Andariegos, por convicción. Y sencillos, por la estricta necesidad de ser verdaderos. Algunos tienen hasta cédula de identidad y hay uno, particularmente, que responde al nombre de Facundo Cabral (La Plata, Argentina, 1937). Es argentino, porque la tierra cambia de nombre a cada tanto, pero es universal, porque él cambia de destino a cada minuto. Dicen que ha recorrido 170 países y que ha grabado más de 120 discos. Dicen que su irreverencia y su honestidad musical no tienen día libre. Dicen que reflexiona en re mayor, que canta en forma de poema, que protesta y cuestiona y acusa y predica y defiende y agita sin descanso. Muchos resumen a Facundo Cabral en una sola frase, quizás excesiva, quizás solitaria: el juglar del siglo XX.
En todo caso, a Facundo Cabral se le notan sus conversaciones con Cristo y Gandhi, sus tertulias con Jorge Luis Borges y Krishnamurti, su sobredosis de poetas y filósofos, sus encuentros con presidentes de estado, multitudes, personajes anónimos del camino o santas como la Madre Teresa de Calcuta. En los años 60 y 70 fue uno de los grandes emblemas de la canción de protesta. Hoy, el tiempo lo ha convertido en una perseverancia feliz, en una suerte de sacerdote de la guitarra y la palabra, en un cantor imposible de obviar de la historia musical latinoamericana. Es tan sencillo y demoledor como que Facundo Cabral tenía que existir. Los vagabundos de primera clase son seres imprescindibles e irremediables.
Al final de la postal, Cabral reacciona en el acto y comenta:
Es hermoso ese texto porque me has leído una radiografía. No lo digo por las cosas bellas que dices allí, porque si las hay se las debo a tus colegas, los poetas, que me han hecho mucho menos tonto y mucho más sensible. Pero es bellísimo eso. Me gustaría llevármelo…
Nada puede decir tan bien lo que uno es como una radiografía… Hablas de multitudes, pero también he tenido “nadie”: yo tengo récord de fracasos. Una vez en Buenos Aires, un sábado en la calle Corrientes, canté en un teatro para una sola persona.
¿Y ya eras un hombre famoso?
Sí, pero lo mío es muy curioso. Mis subidas y bajadas son extraordinarias. Mi madre decía que yo parecía un parque de diversiones, una montaña rusa, pero nunca tuve sensaciones de fracasos ni de éxito porque fui muy feliz cuando apareció mi oficio y pude ejecutarlo.
Una vida como la de Facundo Cabral es demasiado vasta como para abarcarla en una sola entrevista, pero creo necesario que hagamos un dibujo primario de los grandes eventos en tu vida. Por ejemplo, alguna información habla de que Facundo Cabral transcurrió su infancia viajando 3.500 kilómetros con su madre y sus seis hermanos, hacia el sur, y que cuatro de ellos murieron en el trayecto.
Sí. Mi madre era una tremenda hembra, en todo el sentido de la palabra, y mi padre era un hombre refinado, culto, rico. Fue un amor de novela, ella era la muchacha de la novela colombiana, sobre todo de Latinoamérica, fogosa y siempre a punto de estallar; y mi padre era el hombre que tenía todos los medios pero no sabía cómo se hacía nada.
Y ese viaje ¿qué iban a hacer al sur?
Un día antes de que yo naciera mi padre se fue de casa. Vivíamos, mi madre y mis hermanos, en la casa de mi abuelo que era coronel. Todos los Cabral han sido militares y cuando mi padre se fue, mi abuelo echó a mi madre de su casa. Así que nací en la calle, en la vereda, un 22 de mayo. Yo estoy marcado por la calle. Y mi madre, por culpa de mi padre, se enojó con toda la humanidad y dijo: “No quiero ver más seres humanos”. En esa época no había nadie en la Patagonia, muy poca gente. Salimos para allá y en nueve años de caminata murieron cuatro hermanos de hambre y de frío, los fui viendo morir.
Se quedaron sin casa, sin techo, a la deriva.
Nueve años. Yo soy una especie de sobreviviente porque tenía lo que en ese momento se llamaba debilidad mental, que hoy sería autismo. Cuando llegamos a Tierra del Fuego, mi madre estaba muy enferma, se estaba muriendo y mis hermanos vivían de milagro. Entonces, le escuché una frase a alguien que le dijo a mi madre: “Sara, me dijeron que hay un presidente que le da trabajo a los pobres”. ¡Mira la frase!...Mi Dios, hoy cualquiera agarra esa frase para una campaña… ¡Imagínate! “Un presidente que le da trabajo a los pobres” ¿Qué más les podía dar? ¿Para qué está un presidente? Lo otro lo hace uno sólo: yo fornico solo, leo solo, camino solo, tomo el avión solo. Bueno, yo me fui y pregunté dónde estaba el Presidente que le daba trabajo a los pobres y me dijeron que en Buenos Aires, y salí hacia Buenos Aires sin decirle nada a mi madre. A los cuatro meses ella me dio por muerto, por desaparecido. Cuatro meses. Ojalá la gente no entienda que esto es un anuncio político porque pudiera parecerlo, pero no lo es. Tengo una deuda hasta la eternidad con ese señor del que te voy a hablar, y con su mujer.
¿Qué edad tenías cuando hiciste ese viaje a Buenos Aires?
Nueve años. Me vine colgado en los camiones, en un carro, en un tractor, en una moto. Fue maravilloso. Conocí todas las maneras sociales de mi país, fue un viaje extraordinario.
Un viaje de iniciación.
Exactamente…Recién ahora lo estoy pensando. Me crucé con gente de mucho dinero que me llevaba en su auto cien kilómetros, gente que me llevaba a caballo otros veinte kilómetros, y, bueno, así llegué a Buenos Aires y le pregunté a un vendedor de verduras que estaba en la Plaza Constitución: “Oye ¿conoces a un señor que se llama Perón?”…
Menuda pregunta.
Por eso no quiero que suene a anuncio político... Y me dice que sí, que es el presidente del país. “¿Dónde puedo hablar con él?”, le pregunto y me responde: “Bueno, vas derecho por la 9 de julio, cruzas a la derecha que es la calle Pellegrini, llegas a la Avenida de Mayo, doblas a la derecha, haces cuatro o cinco cuadras, llegas a una plaza, detrás de allí hay una casa absurda, ridículamente pintada de rosado, y bueno, ahí es”, me dijo muy burlón. Y yo pensé que “no es cierto, el presidente no puede estar en una casa rosada”. Entonces me dice que los presidentes suelen ser gente ocupada y que es muy difícil que me atienda. “Además –me dice- sos un niño, muy poco serio. Te van a mandar a la sociedad de no sé qué. Pero mira, yo leí en el periódico que mañana es el aniversario de la Ciudad de La Plata. Ve ahí, que a lo mejor cuando entre a la Catedral puedes llegar a él. No creo que sea fácil, pero tú ve”. De allí había salido con mi madre. Yo nací a dos cuadras de donde después me encontré con Perón. Mira lo que es el círculo. Yo, sin darme cuenta, había cerrado mi primer círculo a los nueve años. Era 1946, recién había subido al poder y Perón era el profeta que volvía a la tierra. Él fue tal vez el hombre más amado de la historia argentina en su momento.(Sigue 3)
viernes, 27 de diciembre de 2019
EL POPUL VUH. Libro Sagrado Maya (27)
Segunda Parte. Capitulo V.Contaremos ahora el nacimiento de Hunahpú e Ixbalanqué. Aquí, pues, diremos cómo fue su nacimiento.
Contaremos ahora el nacimiento de Hunahpú e Ixbalanqué. Aquí, pues, diremos cómo fue su nacimiento.
Cuando llegó el día de su nacimiento, dio a luz la joven que se llamaba Ixquic; pero la abuela no los vio cuando nacieron. En un instante fueron dados a luz los dos muchachos llamados Hunahpú e lxbalanqué. Allá en el monte fueron dados a luz.
Luego llegaron a la casa, pero no podían dormirse.
-¡Anda a botarlos afuera!, dijo la vieja, porque verdaderamente es mucho lo que gritan. Y en seguida fueron a ponerlos sobre un hormiguero. Allí durmieron tranquilamente. Luego los quitaron de ese lugar y los pusieron sobre las espinas.
Ahora bien, lo que querían Hunbatz y Hunchouén era que murieran allí mismo en el hormiguero, o que murieran sobre las espinas. Deseábanlo así a causa del odio y de la envidia que por ellos sentían Hunbatz y Hunchouén.
Al principio se negaban a recibir en la casa a sus hermanos menores; no los conocían y así se criaron en el campo.
Hunbatz y Hunchouén eran grandes músicos y cantores; habían crecido en medio de muchos trabajos y necesidades y pasaron por muchas penas, pero llegaron a ser muy sabios. Eran a un tiempo flautistas, cantores, pintores y talladores; todo lo sabían hacer.
Tenían noticia de su nacimiento y sabían también que eran los sucesores de sus padres, los que fueron a Xibalbá y murieron allá. Grandes sabios eran, pues Hunbatz y Hunchouén y en su interior sabían todo lo relativo al nacimiento de sus hermanos menores. Sin embargo, no demostraban su sabiduría, por la envidia que les tenían, pues sus corazones estaban llenos de mala voluntad para ellos, sin que Hunahpú e lxbalanqué los hubieran ofendido en nada.
Estos últimos se ocupaban solamente de tirar con cerbatana todos los días; no eran amados de la abuela ni de Hunbatz, ni de Hunchouén. No les daban de comer; solamente cuando ya estaba terminada la comida y habían comido Hunbatz y Hunchouén, entonces llegaban ellos, Pero no se enojaban, ni se encolerizaban y sufrían calladamente, porque sabían su condición y se daban cuenta de todo con claridad. Traían sus pájaros cuando venían cada día, y Hunbatz y Hunchouén se los comían, sin darle nada a ninguno de los dos, Hunahpú e lxbalanqué.
La sola ocupación de Hunbatz y Hunchouén era tocar la flauta y cantar.
Y una vez que Hunahpú e Ixbalanqué llegaron sin traer ninguna clase de pájaros, entraron [en la casa] y se enfureció la abuela.
-¿Por qué no traéis pájaros?, les dijo a Hunahpú e Ixbalanqué.
Y ellos contestaron: -Lo que sucede, abuela nuestra, es que nuestros pájaros se han quedado trabados en el árbol y nosotros no podemos subir a cogerlos, querida abuela. Si nuestros hermanos mayores así lo quieren, que vengan con nosotros y que vayan a bajar los pájaros, dijeron.
-Está bien, dijeron los hermanos mayores, contestando, iremos con vosotros al amanecer.
Consultaron entonces los dos entre sí la manera de vencer a Hunbatz y Hunchouén. -Solamente cambiaremos su naturaleza, su apariencia; cúmplase así nuestra palabra, por los muchos sufrimientos que nos han causado. Ellos deseaban que muriésemos, que nos perdiéramos nosotros, sus hermanos menores. En su interior nos tenían como muchachos. Por todo esto los venceremos y daremos un ejemplo. Así iban diciendo entre ellos mientras se dirigían al pie del árbol llamado Canté.21) Iban acompañados de sus hermanos mayores y tirando con la cerbatana. No era posible contar los pájaros que cantaban sobre el árbol y sus hermanos mayores se admiraban de ver tantos pájaros. Había pájaros, pero ni uno solo caía al pie del árbol.
-Nuestros pájaros no caen al suelo. Id a bajarlos, les dijeron a sus hermanos mayores.
-Muy bien, contestaron éstos. Y en seguida subieron al árbol, pero el árbol aumentó de tamaño y su tronco se hinchó. Luego quisieron bajar Hunbatz y Hunchouén, pero ya no pudieron descender de la cima del árbol.
Entonces exclamaron desde lo alto del árbol -¿Oué nos ha sucedido, hermanos nuestros? ¡Desgraciados de nosotros! Este árbol nos causa espanto de sólo verlo, ¡oh hermanos nuestros!, dijeron desde la cima del árbol. Y Hunahpú e Ixbalanqué les contestaron: -Desatad vuestros calzones,22) atadlos debajo del vientre, dejando largas las puntas y tirando de ellas por detrás de ese modo podréis andar fácilmente. Así les dijeron sus hermanos menores.
-Está bien, contestaron, tirando la punta de sus ceñidores, pero al instante se convirtieron éstos en colas y ellos tornaron la apariencia de monos. En seguida se fueron sobre las ramas de los árboles, por entre los montes grandes y pequeños y se internaron en el bosque, haciendo muecas y columpiándose en las ramas de los árboles.
Así fueron vencidos Hunbatz y Hunchouén por Hunahpú, e Ixbalanqué; y sólo por arte de magia pudieron hacerlo.
Volviéronse éstos a su casa y al llegar hablaron con su abuela y con su madre, diciéndoles- -¿Qué será, abuela nuestra, lo que les ha sucedido a nuestros hermanos mayores, que de repente se volvieron sus caras como caras de animales? Así dijeron.
-Si vosotros les habéis hecho algún daño a vuestros hermanos, me habéis hecho desgraciada y me habéis llenado de tristeza. No hagáis semejante cosa a vuestros hermanos, ¡oh hijos míos!, dijo la vieja a Hunahpú e Ixbalanqué.
Y ellos le dijeron a su abuela:
-No os aflijáis, abuela nuestra. Volveréis a ver la cara de nuestros hermanos; ellos volverán, pero será una prueba difícil para vos, abuela. Y tened cuidado de no reiros. Y ahora, ¡a probar su suerte!, dijeron.
En seguida se pusieron a tocar la flauta, tocando la canción de Hunahpú-Qoy. Luego cantaron, tocaron la flauta y el tambor, tomando sus flautas y su tambor. Después sentaron junto a ellos a su abuela y siguieron tocando y llamando con la música y el canto, entonando la canción que se llama Hunahpú-Qoy.
Por fin llegaron Hunbatz y Hunchouén y al llegar se pusieron a bailar; pero cuando la vieja vio sus feos visajes se echó a reír al verlos la vieja, sin poder contener la risa, y ellos se fueron al instante y no se les volvió a ver la cara.
-¡Ya lo veis, abuela! Se han ido para el bosque. ¿Qué habéis hecho, abuela nuestra? Sólo cuatro veces podemos hacer esta prueba y no faltan más que tres. Vamos a llamarlos con la flauta y con el canto, pero procurad contener la risa. ¡Que comience la prueba!, dijeron Hunahpú e Ixbalanqué.
En seguida se pusieron de nuevo a tocar. Hunbatz y Hunchouén volvieron bailando y llegaron hasta el centro del patio de la casa, haciendo monerías y provocando a risa a su abuela hasta que ésta soltó la carcajada. Realmente eran muy divertidos cuando llegaron con sus caras de mono, sus anchas posaderas, sus colas delgadas y el agujero de su vientre todo lo cual obligaba a la vieja a reírse.
Luego se fueron otra vez a los montes. Y Hunahpú e Ixbalanqué dijeron: -¿Y ahora qué hacemos, abuela? Sólo esta tercera vez probaremos.
Tocaron de nuevo la flauta y volvieron los monos bailando. La abuela contuvo la risa. Luego subieron sobre la cocina; sus ojos despedían una luz roja, alargaban y se restregaban los hocicos y espantaban de las muecas que se hacían uno al otro.
En cuanto la abuela vio todo esto se echó a reír violentamente; pero ya no se les volvieron a ver las caras, a causa de la risa de la vieja.
-Ya sólo esta vez los llamaremos, abuela, para que salgan acá por la cuarta vez, dijeron los muchachos. Volvieron, pues, a tocar, la flauta, pero ellos no regresaron la cuarta vez, sino que se fueron a toda prisa para el bosque.
Los muchachos le dijeron a la abuela: -Hemos hecho todo lo posible, abuelita; primero vinieron, luego probamos a llamarlos de nuevo. Pero no os aflijáis; aquí estamos nosotros, vuestros nietos; a nosotros debéis vernos, ¡oh madre nuestra! ¡oh nuestra abuela!, como el recuerdo de nuestros hermanos mayores, de aquéllos que se llamaron y tenían por nombre Hunbatz y Hunchouén, dijeron Hunahpú e Ixbalanqué.
Aquéllos eran invocados por los músicos y los cantores, por las gentes antiguas. Invocábanlos también los pintores y talladores en tiempos pasados.23) Pero fueron convertidos en animales y se volvieron monos porque se ensoberbecieron y maltrataron a sus hermanos.
De esta manera sufrieron sus corazones; así fue su pérdida y fueron destruidos Hunbatz y Hunchouén y se volvieron animales. Habían vivido siempre en su casa; fueron músicos y cantores e hicieron también grandes cosas cuando vivían con la abuela y con su madre.
Notas de Adrián Recinos:
21~ Canté, palo amarillo, Gliricidia sepium. Árbol de cuyas raíces obtenían los mayas una sustancia de color amarillo, según el Diccionario de Motul. En Yucatán es conocido con el nombre de Zac-yab y en Centroamérica con el de Madre de cacao.
22~ Desatad vuestros calzones, o bragas; probablemente era un simple taparrabo semejante al maxtatl de los indios mexicanos y al ex de los mayas.
23~ Los pintores y talladores de Yucatán invocaban a Hun-chevén y Hun-ahau, que eran los hijos menores de Ixchel e Itzamná (la diosa y el dios que veneraban los mayas de la península), según refiere el P. Las Casas (1909, ccxxxv, "De los libros y de las tradiciones religiosas que había en Guatemala").
PRELUDIO PARA CABRAL. Última entrevista de Facundo Cabral en Venezuela (1)
PRELUDIO PARA CABRAL:
"Mi héroe personal será siempre la señora Eva Perón"
Esta es en esencia y presencia, la última entrevista que concedió Facundo Cabral en Venezuela, esa tierra a la que tanto amó y de la que nos cuenta anécdotas sensacionales. El documento, como tal, es único; merece la pena. Leonardo Padrón supo pulsar como nadie en el corazón de Cabral para que el cantor argentino se explayara en plenitud mostrando su faz más hermosa. Mi gratitud para Nilda Machado que ha tenido la deferencia de recabar este lindo diálogo de Cabral, llevado a cabo en la tierra de nuestra admirada compañera.
No sé muy bien si este libro necesita un exordio o eso que llaman, más musicalmente, un preludio. Estuve preguntándomelo por una semana. Dejé caer la duda en las narices de mis editores. Y parece que sí. Por eso, aquí estoy, anunciando (¿será ese el verbo?) un segundo libro de Los Imposibles.
Si reincidir vale la pena, ya lo dirá el lector. Pero me permito aventurar que la espesura de vida, los fogosos testimonios, la indudable calidad de estos 20 nuevos entrevistados le hará la respuesta más cercana. Yo he reincidido en el amor y sus fogajes, en los Beatles y Miles Davis, en el viejo Onetti o Cortázar, en las resacas de los sábados, en las torpezas de la cédula, en las hamburguesas rápidas y hasta en el optimismo, entonces, ¿por qué no reincidir en un experimento que me ha detonado jornadas memorables con personajes sin desperdicio?
Habrá muchos lectores que tal vez estarán hojeando por primera vez este proyecto, que jamás han oído el programa de radio (concebido por temporadas: va y viene, aparece y se repliega) y no supieron tampoco del libro inicial. A ellos, a vuelo rasante, les cuento de un andamiaje donde inicialmente suelo dibujar mi impresión del entrevistado, a manera de postal, luego lo lleno de preguntas –procurando evitar las viles- , le coloco sonidos cercanos a la banda sonora de su vida, y relato algún episodio o atmósfera que haya marcado el momento de la entrevista. El libro, vale decirlo, ofrece el provecho de exhibir material que nunca fue radiado por algunos momentos de tiempo o censura. Una vez más, la comarca de los libros proclama sus ventajas.
Entrevistar se me está convirtiendo en un tic. Veo gente y me pregunto en cuál gaveta habrán escondido su mejor secreto, su áspera verdad, su anécdota decisiva. Todos tenemos una respuesta que nunca hemos dado. Siempre hay una confesión que se pasea impaciente por las paredes de nuestros silencios. Me pregunto, entonces, cómo un hombre, cualquier hombre -impelido a hacerlo- contaría su propia historia, en dónde ubicaría los énfasis, qué eventos ocultaría tras el pudor, que subrayaría sin merecerlo.
Y camino hacia este pretexto que hoy es programa de radio y libro para asomarme en la trastienda de seres particulares, con obra exitosa o notable, de talento irrebatible y público, y los siento frente a un micrófono y les pregunto por la tenacidad, los días malos y las ventiscas del destino.
Definitivamente, lo más incitante de este proyecto es que el mundo está pleno de “imposibles” por conocer. Gente, como a veces insisto, imposible de ignorar. Tennessee Williams reveló, en su tiempo, algo perturbador: “El ser entrevistado lleva aparejada la ventaja de la auto revelación. Me veo obligado a articular mis sentimientos y puede que aprenda algo sobre mí mismo. Me hace conocerme mejor, ser más consciente de mi propia desdicha”. No tengo la pretensión de saber lo que ha ocurrido debajo de la piel de los entrevistados. Quizá poco. Quizá esto ha sido un trámite más en su agenda semanal. En todo caso, creo que cada uno de ellos ha destilado aquí –incluso, sin procurarlo- mucho de su agua íntima y su luz, en definitiva, su trozo de lección, no para ellos, sino para nosotros. Por mi parte, es mucho lo que me ha nutrido este especial enjambre de seres humanos.
Aquí están los pliegues internos de juglares modernos, activistas del dolor, peritos de la ciencia, filósofos del optimismo, diseñadores de la vanidad, expertos en música, artes plásticas o melodrama, constructores de espacios urbanos, maestros del jonrón, inquilinos de la poesía, animadores de la belleza y dramaturgos de la soledad.
Todo un ancho menú de oficios y trayectorias. De todo ese alimento, creo que la digestión es la mejor parte. Especulo que a ustedes les ocurrirá lo mismo. En todo caso, si hay dudas, pasen adelante y averígüenlo.
Una última confesión. Preguntarle la vida a alguien siempre es difícil: corres el riesgo de que te digan la verdad.
FACUNDO CABRAL
jueves, 26 de diciembre de 2019
HUELLAS. Reflexión
HUELLAS
Una noche un hombre tuvo un sueño. Soñó que estaba caminando por la playa con el Señor. A través del cielo pasaban escenas de su vida. En cada escena él veía dos pares de huellas de pies en la arena, un par era de él y el otro del Señor. Después que vió la última escena de su vida el hombre volteo para mirar las huellas de pies en la arena y notó que muchas veces a lo largo del sendero de su vida había solamente un par de huellas. Se percató de que esto pasaba sólo en los momentos más tristes y penosos de su vida. Esto le preocupó realmente y le preguntó al señor: “Señor, tú me dijiste que una vez que yo haya decidido seguirte tú me acompañarías para siempre. Pero he notado que durante los momentos más difíciles de mi vida hay solamente un par de huellas”.
El Señor le respondió, “Mi hijo muy preciado y querido, te amo y nunca te dejaría. Durante tus momentos de prueba y dolor cuando tú vez solo un par de huellas, era cuando yo te llevaba en mis brazos ya que tú no podías con tus propias fuerzas” (Autor: Una persona como tú)
miércoles, 25 de diciembre de 2019
martes, 24 de diciembre de 2019
domingo, 22 de diciembre de 2019
Suscribirse a:
Entradas (Atom)