La sopa de piedra
(Adaptación del cuento popular portugués)
En cierta ocasión, un viajero que iba cargado con un ligero petate y una olla vacía, llegó a un pueblo que no conocía. Llevaba días caminando y estaba sucio, cansado y sobre todo hambriento.
El viajero golpeó varias puertas pidiendo algo de comer, pero por los desmanes de la guerra nadie tenía ni una miga de pan para compartir.
Entristecido pero sin perder el ánimo, avistó una fogata en medio de la plazoleta. Tomó su olla, la llenó de agua y metió dentro una piedra limpia y lisa del tamaño de una naranja. La gente, extrañada, se acercó a él.
– ¿Qué hace usted? ¿Acaso va a cocinar una piedra? – le preguntó un lugareño, cuya voz sobresalió entre los murmullos de la gente que se miraba con cara de asombro
– Tengo una piedra que podría decirse que es mágica y hace la mejor sopa del mundo. Ahora mismo ustedes van a comprobarlo con sus propios ojos.
Decenas de personas se juntaron en torno al viajero ¿Una sopa mágica? ¡Eso había que verlo! La expectación era máxima.
Cuando el agua empezó a hervir, el extraño sacó una cuchara de su bolsa y la probó.
– ¡Uhmmm!… ¡Qué rica está quedando mi sopa! Claro que si tuviera algo de carne estaría más sabrosa…
Uno de los lugareños le dio un pedazo de jamón que acababa de comprar.
– Pruebe a echarle esto, a ver si ayuda a mejorar su sabor.
Al rato, el viajero la probó de nuevo.
– Realmente está más rica, pero con un poco de verdura quedaría aún más exquisita – exclamó en alto para que todos le escucharan.
Una mujer que salía del mercado y se había unido al curioso grupo, también quiso contribuir a esa curiosa receta.
– Tenga… unas zanahorias y unas berzas para añadir al caldo.
El hombre las aceptó encantado, las echó al a olla y se llevó un poco de líquido caliente a los labios.
– ¡Qué maravilla! Pocas veces he comido algo tan delicioso… ¿Alguien tiene papas y un poco de sal para realzarla un poco más? ¡Esto casi está!
– ¡Yo tengo! – dijo un muchacho deseoso de probar la sopa – Espere un momento que me acerco a casa y ahora mismo le traigo lo que le falta.
Tal como había prometido, el chico apareció minutos después con las patatas y la sal, que fueron a parar a la cazuela junto con los demás ingredientes.
Cuando la sopa estaba en su punto, el viajero dijo a todos los allí presentes que fueran a buscar un plato ¡Tenían que probar aquella maravilla!
Hombres, mujeres y niños degustaron la sopa de piedra y la encontraron espectacular. El viajero había conseguido que la gente del pueblo creyera que estaba tan rica por los efectos mágicos de la piedra, cuando en realidad, estaba buenísima porque entre todos habían llenado la olla de buena comida y sabrosos condimentos.
Una vez que el hombre sació su apetito y se sintió con fuerzas, lavó la piedra y se la metió en el bolsillo ¡Probablemente volvería a necesitarla para poder comer!!!
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