miércoles, 5 de abril de 2023

LO CORTEZ NO QUITA LO CABRAL. 4ta. parte. Transcripción Juana Macedo.


Contaban los viejos que alguna vez en el pueblo hubo un dictador que no era un déspota sino un buen hombre al que dieron todo el poder porque era el mejor, por eso la gente puso al pueblo en sus manos, pero al poco tiempo se cansó de que todos le dieran la razón, de aguantar a las reinas de la primavera y de no tener con quién perder al póquer. Lo que no lo dejaron renunciar, lo mató la soledad del poder, pero antes dejó estas hermosas leyes, órdenes amorosas de un hombre bueno que amaba las bellezas de la vida: Ordeno que en este pueblo nada valga tanto como la vida, entonces la verdad será lo que buscaremos tomados de las manos. Ordeno que cualquier día de la semana tenga la luminosa categoría del domingo. Ordeno que haya flores en todas las ventanas, que permanecerán abiertas para que llegue a las casas el verde canto de la primavera. Ordeno que el hombre confíe en el hombre como el día confía en la noche como la noche confía en la lluvia y la lluvia en el viento. Ordeno que los hombres se liberen de las mentiras y de la coraza del silencio para que puedan sentarse con los hermanos a conversar la belleza y la justicia. Ordeno que recuerden al profeta Isaías: El lobo y el cordero pastaran juntos y la comida de ambos tendrá el mismo gusto a aurora. Ordeno que todo pan tenga el sabor de la ternura. Ordeno que la alegría sea la única bandera del pueblo y el amor sea única arma. Desde este momento el dinero tendrá fecha de vencimiento para que nadie pueda acumularlo para tener poder sobre sus hermanos. Una sola aristocracia, la del espíritu, un sólo privilegio, la inteligencia.

F. C.

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