Mi duelo es sólo mío.
Algunos días me estoy curando y algunos días me rompo de nuevo...
Y es que el duelo no es una línea recta ni una escalera que se sube y un día se termina.
No hay un peldaño final donde de pronto todo esté bien, no funciona así.
Es más bien una espiral, una que me arrastra sin previo aviso entre recuerdos cálidos y punzadas frías de ausencia.
A veces creo que avanzo, que respiro mejor, que puedo reír sin sentir culpa, me levanto con la sensación de que la vida sigue y que, de alguna forma, yo sigo con ella, pero de pronto, algo me toca el alma de manera inesperada: una canción, un olor, una frase que alguna vez dijiste, y entonces me desplomo de nuevo.
Me desmorono como si el tiempo no hubiera pasado, como si la herida se abriera otra vez con la misma brutalidad del primer día.
Y ahí, en la penumbra de la noche, donde el mundo duerme pero yo no, donde la ausencia se hace más grande que la habitación, entiendo que este dolor es mío. Que no hay mapa, ni atajos, ni fórmulas universales, que cada uno vive su pérdida con el peso exacto de su amor.
Me han dicho que el tiempo lo cura todo... pero la verdad es que el tiempo no cura, el tiempo enseña, enseña a caminar con la ausencia, a respirar con el dolor, a recordar sin ahogarse. No se trata de olvidar, se trata de integrar, de transformar la herida en algo que duela menos, en algo que, aunque arda, permita avanzar.
No hay reglas en el duelo, hay días en los que puedo hablar de ti sin quebrarme, y otros en los que hasta pronunciar tu nombre me destruye y está bien, porque este es mi duelo, y lo vivo a mi manera. Porque sólo quien ha amado profundamente entiende la magnitud
de este vacío.
Pero también sé que no estoy estacionado en la oscuridad, sé que hay una luz, aunque débil y distante. Porque si algo me ha enseñado este duelo es que la ausencia duele, pero no borra el amor y ese amor, ese que aún habita en mí, es el que me empuja a seguir.
Hoy no sé si me estoy curando o si me estoy rompiendo de nuevo, pero aquí sigo, avanzando en mi espiral, reconstruyéndome entre nostalgias y recuerdos.
Porque la vida no se detiene, y aunque me duela, yo tampoco lo haré.
Fernando d Sandi .
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