A CADA QUIEN SU RESPUESTA
(Transcripción Juana Macedo. Reflexión)
Cierta vez un joven discípulo le pidió a su guía espiritual que le permitiera asistir a las entrevistas que el concedía a los que iban en busca de consejo y de sabiduría.
La primera visita fue la de un hombre que preguntó:
-Venerable señor, ¿Dios existe?
-Si –dijo el sabio guía.
La segunda visita fue la de una mujer que también preguntó:
-Señor, ¿Dios existe?
-No -contestó en esta oportunidad.
La tercera visita fue la de un joven, quién preguntó:
-Gran maestro, ¿Dios existe?
En esta ocasión, el sabio guardó silencio, y el joven se manchó sin una respuesta.
Fue entonces que el discípulo, desconcertado por la conducta de su guía, le preguntó:
-Señor, ¿Cómo puede ser que a tres preguntas iguales hayas respondido de modo diferente cada vez?
-Lo primero que has de saber –le respondió el maestro- es que cada contestación va dirigida a la persona que pregunta.
En el primer caso, se trata de un hombre en el que moraba la divinidad, pero que ahora vive un momento de duda; por eso, he querido apoyarlo.
En el segundo caso, se trataba de una mujer beata que ha descuidado a su familia por atender el templo y, por ese motivo, es bueno que aprenda a encontrar a Dios entre los suyos.
En el tercer caso, solo se trataba de un joven que vino a verme por curiosidad y que, sencillamente, improvisó esa pregunta.
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