FACUNDO CABRAL ENTREVISTA
de Juan Carlos Mareco
(Transcripción Juana Macedo. Fragmento 2.wmv)
De ahí en adelante un día bajé de un tren en Pekín, se me había la mano, salvamos la casa, que fue lo primero, que se yo, y que, conocí todo el mundo, caminé hasta, todo casi todo, 140 países más o menos, era una desesperación de conocer, conocer, me crucé con todo el mundo, conocí la gente de la Madre Teresa, el año que viene voy con la Madre Teresa dos meses a la India, y bueno una fiesta.
Y un día voy a tomar un café a Hong Kong, había tenido un accidente en la pierna, fue el peor momento, y fui a ver a un acupunturista que era una posibilidad de sacar los dolores, y entro a un café en Hong Kong, fue tan hermoso, me siento y escucho “No soy de aquí” en japonés, en la música funcional, y dije: “no puede ser, es igual a la mía, me la robaron o yo la robé”. Y no me entendía nadie, ni en inglés, ni en nada y era mi canción, ya había 22 versiones en japonés.
-Y ¿qué sentiste en ese momento?
Y me senté y me puse a llorar, deme otro café, le dije. Me tomé un café doble y dije: “Soy un idiota”, sentí una gran felicidad y un gran dolor, yo quiero compartirlo con mis amigos, esto no es para mí, que se yo, el Tano Pagliaro, Cafrune, el Tano Nosi, parala que se yo, mis amigos, sentarme y que hago yo sentado como un idiota escuchando mi canción en japonés en Hong Kong, casi se me vino en contra. Después me puse contento y me acordé de Cafrune… (tristeza y casi lágrimas de Facundo)
-Anda por ahí el turco-
Mi madre se bajó en El bar Truco en Las Flores ¿Conoces?
Y me dice: Hay un tipo fenómeno que te canta, no sabía que era Cafrune, lo escuchaba por primera vez en su vida en el radio las Flores en el bar Truco y me dije: Hay si el turco supiera que está en Hong Kong la canción, un día la cantó el coro de los Mormones, 400 voces en California cantando mi canción, Pedro Vargas, prendo la televisión la primera vez que voy a Italia y Doménico cantando la canción en italiano, Julie Record en Paris y yo andaba comiendo los restos de la pizza en la pizzería de la calle La Valle. Yo no sabía que era un éxito y el éxito se lo debía a quién, a Cortez.
-Él lo sabe y lo dice. Decime una cosa Ronald Reagan te gravó “Pobrecito mi patrón”?
(Risas) de que se ríen, estamos a fin de año y se ríen. (Mareco)
No, no porque siempre tuvo la idea de que el patrón es el rico, yo no conozco al patrón, es más todos lo conocemos. Yo gané mucha plata también, y la dejé y la perdí, gané un millón y medio de dólares, Si Señor, que se yo, con un solo señor 750,000 dólares en dos años en Europa, con Bermúdez el empresario.
-¿Ese el de la gran vía?
Claro se llama Francisco Bermudez, me dijo: ¿Cuándo querés ganar?
Ah Raúl Vilarino, amigo nuestro, le dijo: escúchalo a este tipo y lo llevó a Bermúdez de prepo y lo metió a un Boliche, y vino Bermúdez, me escuchó y me dice: ¿Cuánto querés ganar?
A mí me pagaban cien dólares por día que era un montón y el Hotel Cuzco en Madrid, un hotelazo, todo de mármol. Y le dije 350 mil dólares en dos años, pero fue un chiste, como vos dijiste Ronald Reagan te gravó El patrón.
Y lo miro a Waldo De los Ríos que estaba en el camarín y Waldo me hace (gesto), lo miro a Cortéz y me hace (gesto), lo miro a Pachan Dion que venía todas las noches y me hace (gesto) claro y yo dije: ya metí la pata, yo debí haber dicho: dame lo que quieran Paco, dos años yo me quedo, qué voy a hacer en Buenos Aires, dame lo que quieras déjame estar, déjame vivir mi libertad , quiero ser libre y cuando pueda… quiero ser libre.
Y me dijo no puedo, 350 mil dólares, no sería moral me dijo, no sería digno. Y claro dije: mucha plata. Y me dice: Te voy a dar 750 mil dólares por dos años porque yo sé lo que voy a ganar con vos.
¡Cara de asombro!, ¿cuánto?, 750,000 dólares. Si y llamé a mi hermano a Argentina y le dije: edifícalo el terreno de al lado… (risas).
-Pero con esa guita no lo llamó, le dijo venite en avión que tengo que hablar con vos. (risas)
Y me puso un manager el chileno que ahora es el representante de Rafael, Raúl Peña que seguramente lo conociste seguramente lo habrás conocido, trabajaba con Cortez el empresario y lo llamó y le dijo: Este es Cabral, no tenés que comprarle ninguna camisa, nada, vos déjalo así como está, dejalo que viva en el hotel que quiera, vos déjalo, vos solamente decile a las 8 en tal lugar, andá a buscarlo y canta, luego tráelo y déjalo que haga su vida.
Y bueno y Mill venia y me decía te gusta el vino, y traía el vino, y decía a qué hora vas a venir a dormir, no sé, a qué hora tengo que estar en el aeropuerto, yo vivía libre. A los dos años fuimos al banco frente a José Antonio frente a la oficina de él, nos atendió el gerente, me hizo ir al sótano, y me dijo: ¿que va a hacer Señor Cabral?, porque yo tengo 750,000 dólares suyos, para esto ya me habían pagado todos los gastos, vivía como un Conde y eso era libre, un auto, me compraron un Jaguar, 4 puertas sabes qué es eso, vivía como un campeón, pero claro trabajaba como loco, hasta Plaza de toros hacía. Habían 750,000 dólares y me dijo: ¿queres el doble?
¿Y que hay que hacer?. (risas)
Y le digo vamos a América y fue terrible, fue hermoso, y Jacobo Zabludovsky debute y no me conocía nadie, al otro día tenía al Teatro del Palacio de Bellas Artes lleno todos los días. Una vez en un parque metí 40,000 personas Barroso Paga, México, Venezuela, y bueno se llegó a un millón y medio de dólares, un día voy a Montecarlo a cantar en una escuela Mónaco y salgo con el auto y me dice Verni, escucha el casete que hicimos anoche, siempre lo escuchaba y lo pongo en el auto y yo iba en un Jaguar, tablero de madera que costaba 27,000 dólares, cuando un Mercedes costaba 20.000, como un campeón en mi Jaguar íbamos para Roma, yo vivía en Roma, toda esa plata ahí junta, y pongo el disco y escucho “Lo importante no es el precio sino el valor de las cosas, pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo”.
Llegue a Italia, dejé el auto, dejé todo completamente, me tomé un avión a Tel Aviv, de Tel Aviv me fui a la India, todo de nuevo, y me recuperé porque no era yo, yo llevaba un fangote de plata, yo era una especie de siervo de mi plata… (Sigue 3)
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