martes, 26 de septiembre de 2017

FACUNDO CABRAL 3.


FACUNDO CABRAL 3.

El Mesías prometido.

El Mesías y con ella, con Eva… hermosa… mi Dios. Ese vendedor de la plaza fue mi primer socio. Muchos años después, cuando empecé a ser conocido y había aparecido en televisión, siempre que iba a un programa preguntaba por el tipo de la plaza y un día lo reencontré, muy viejecito. Mira lo que es la vida. Él me pagó el tren y fue mi primer viaje pago. Me compró un sándwich glorioso y yo salí y pasé toda la noche en la Catedral. A la mañana siguiente empezaron a llegar multitudes y a las doce llegó el auto espléndido, un auto descapotable, delante el chofer, el gobernador, que era un coronel mercante, y atrás, de pie, a la izquierda, la señora Eva. Fue la primera cosa bella que vi en mi vida. Yo descubrí a la mujer con Eva Perón. ¡La belleza, con un vestido!... Y a la derecha, estaba Perón con su uniforme de gala, ¡espléndido! Corrí hacia el auto y cuando estaba llegando me cazó un policía, pero Perón estaba saludando por ese lado y lo vio y le dijo: “Déjelo que venga”. Y fui hasta el auto, me subí al estribo y entonces me dijo: “¿Querías hablar conmigo?” Y le digo, “Sí ¿hay trabajo?”. Hizo parar el auto en medio de la multitud. Le repito “¿hay trabajo?”. Y la señora Eva, que iba al lado, escuchó, se acercó y me dijo: “¡Por fin alguien que pide trabajo y no limosna! Por supuesto que hay trabajo, mi amor, siempre hay trabajo. Encárguense del niño”. Me llevaron a un lugar, me dieron ropa nueva, me bañé después de meses, comí comida caliente. Me sentí respetado, sentí que era parte de la sociedad. La señora Eva llegó como a las tres horas, ante el asombro de toda esa gente, y dijo: “Mi amor, tuvimos suerte, ya conseguimos un trabajo para tu madre”. Así fue como nos fuimos a vivir a una escuela en Tandil, a 400 kilómetros al sur de Buenos Aires, en la Provincia de Buenos Aires. Mi madre estuvo internada un año, le salvaron la vida... (Sigue 4)

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