LUMINOSA REVELACIÓN. Facundo Cabral (Completo)
Si las casas se confunden con el paisaje, si jamás lo rompen, si son como gigantescos animales de colores, divertidos y felices de estar en este mundo, si cada casa es una luminosa revelación, una cuna sin límites, si el verde continúa a su amarillo y los cerros al verde, si los muebles surgen de la tierra y la casa, de lejos, es un hongo llegado de otro planeta, una casa construida por Senosiain, un alfarero que le hubiera encantado a Gaudí, al que tal vez lo sospechó Octavio Paz cuando escribió: Reverdecía el cuarto donde nadan los árboles y el agua, habla ramos y sonrisas entre las sábanas y anillos a la medida de la dicha, y pájaros imprevistos entre tus pechos, y plumas relampagueantes en tus ojos...
Dijeron los que estuvieron antes que nadie en la tierra mexicana: Aunque sea de jade se quiebra, aunque sea de oro se rompe, aunque sea de plumas de quetzal se desgarra, nada es para siempre en la tierra, todo es un momento, pero cada momento es la eternidad. Hay ciudades que por estar al lado de mares y de dos se van de viaje a cada rato, y suelen volver enriquecidas, y hay otras entrañablemente encadenadas a sus estrellas. Sospecho que en una de estas me quedaré a esperar a la eterna vencedora, que me llevará de la mano hasta donde la vida es liviana y para siempre...
Las ruedas de prensa son ejercicios literarios, un pretexto social para jugar con las palabras, para transformar todo testimonio en un cuento, al fin y al cabo eso es la vida. Estoy feliz con mi tarea, que es poner luz nueva sobre viejas verdades.
El arte es lo único que está a salvo de la muerte porque es la manera más bella del amor, el único que puede modificar a la obra de Dios, y esto porque el artista se anima a la bendita semejanza con el Creador, por eso el arte es la más alta religión, la armonía de todas las formas, la más bella de las metamorfosis, una constante meditación, la más elevada espiritualidad, y es tanto lo que veo por el arte que no lo puedo contar todo, eso es el banquete de la vida, interminable y excitante desde las deliciosas vasijas de barro negro que hacen en Oaxaca a la poesía que me acercan en donde sea que me detenga a celebrar la vida (eso es un concierto mío), desde las encantadoras andaluzas con sombrero al saludable silencio de los tarahumaras, desde la voluntad que me pone de pie cada mañana a ese desierto donde la Historia cambió de dirección.
Es tanto lo que me ofrece la vida que tengo que elegir constantemente (un pretexto para ejercitar la inteligencia), de todas maneras, los caminos me llevarán a todas partes porque a la canción la trae y se la lleva el viento, por eso León Felipe escribió: El viento es un exigente cosechero, es el que elige el trigo, la uva y el verso, el buen vino y el poema eterno, el que sella el buen pan, mi antólogo. Cada mañana, cuando me siento a escribir, recuerdo a Thomas Carlyle, que dijo que el arte de la escritura es la cosa más milagrosa que imaginó el hombre. Y el hombre es lo que hay que salvar, y también el salvador, y se salva para perdurar, para continuar en los otros, y eso alcanza el verdadero artista, y si hablo de salvación, la recuerdo naciendo para todos en el cristianismo y elevando a tinos pocos despiertos en la alquimia, y escribir es una manera de la alquimia: jugar con las palabras hasta encontrar las frases de mejorarlo todo.
La poesía es la presencia del sueño en la vigilia, el inconsciente haciéndose oír, altos datos que nos acerca la intuición, la poesía me despertó y me crece constantemente con sus hijos dilectos: Hornero, Whitman, Rilke, Verlaine, Rimbaud, Neruda, Blake, Dickinson, Vallejo, Goethe, Quevedo, altas voces que me enseñaron que no es suficiente escribir poesía, que es necesario vivir poéticamente. Para un cantor, Patacho es un paraíso porque todo el pueblo se dedica a la fabricación de guitarras, y esto en el corazón del Michoacán de los purépechas, que se mueven como sombras entre los templos de cobres, y en ese ámbito, las canciones están al alcance de la mano, solo hay; que estar atento porque suelen ser muy sutiles.
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