LA PÉRDIDA DE LA VIRGINIDAD
La familia cenaba tranquilamente cuando, de pronto, la hija de 11 años comenta:
Papá, mamá...tengo una mala noticia.
¡Ya no soy virgen!
Y empieza a llorar, visiblemente alterada, con las manos en la cara y un aire de vergüenza.
Silencio sepulcral en la mesa. Y empiezan las acusaciones entre ellos.
El padre culpa a la madre y a la hermana por no vigilarla. La madre culpa al padre por no haber impuesto respeto en la familia. Y todo se iba acalorando más y más.
Desconsolada y al borde de un colapso, la madre, con los ojos llenos de lágrimas y la voz temblorosa, toma tiernamente la mano de la hijita y pregunta bajito:
¿Cómo sucedió eso hija mía?
Y, entre sollozos, la niña responde:
- ¡La maestra me sacó del pesebre!
La Virgen ahora es Vanessa, y yo voy a ser la vaca.
Incentivemos la lectura.
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