LA MUJER PERFECTA |
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n muchas ocasiones -demasiadas- suelo sentir vergüenza ajena al respecto de la mujer. Y tiene su sentido que lo diga puesto que, en calidad de mujer prefiero mirar siempre en mi interior. Recordemos que, tanto los noticieros como las marcas comerciales logaron enloquecer a la mujer para que todas, sin distinción, obtuviéramos el “certificado” de mujer perfecta. Así nos lo han querido vender y, para nuestra desdicha, así nos lo hemos creído.
La mujer perfecta no existe, habrá excepciones, como todo en la vida, pero de ahí a la perfección media todo un océano de imperativos muy difíciles de lograr. Sin embargo, nada es más cierto que ese segmento de la sociedad dedicados a la mercadería, erróneamente, le hicieron creer a la mujer que la belleza total puede existir mediante la cirugía plástica y, en realidad la hicieron sentir como una vulgar mercadería, algo que ella creyó para su desdicha permanente.
Si una mujer pretende conquistar a un hombre mediante sus encantos físicos, sin duda alguna, estamos frente a la pobreza más absoluta de una señora. Un cuerpo bien proporcionado es lindo para cualquier mujer, pero ese físico soñado que nos venden desde cualquier frente comercial para que todas las mujeres cometamos el mismo error, como es notorio, es una mentira implacable. Atentar contra la naturaleza, como ocurre a diario por aquello de querer cambiar la imagen de un cuerpo, además de aberrante es tentar a la misma naturaleza que, sabia como nadie, nos ha dado a cada cual aquello que tenemos. Mejor o peor, hasta podrá ser discutido, pero siempre inalterable. ¿Quién puede discutir la sagrada obra de Dios como es el ser humano y si para mayor dicha es mujer?
La mujer es mucho más que un cuerpo perfecto; su única perfección viene dada por tener la gracia divina para ser madre y si para mayor dicha es admirada como ser humano, la gloria está servida. El error mayúsculo ante la búsqueda de una quimera inalcanzable llamada perfección, ha dejado malheridas a cientos de miles de mujeres por el mundo; esa reducción de estómago, nalgas, nariz, boca, orejas, esos pechos artificiales a base de silicona……decenas de intervenciones quirúrgicas que, más tarde han pasado su factura como podemos ver mediante los noticieros en todo el mundo; tampoco hace falta irnos muy lejos para la constatación de tales miserias puesto que, en mi país, Venezuela, las he podido palpar y si se me apura, desde muy cerca de mí persona.
La perfección viene desde muy adentro; perfecta era la Madre Teresa que, para dicha de la humanidad, ni se molestó en ejercer como mujer; su marido era Dios y sus hijos la humanidad. Ante tal ejemplo, ¿cómo no concienciarnos todas las mujeres del mundo ante la belleza interna, la que Dios nos ha dado y que en realidad es la que hará felices a cuantos nos rodean?
Yo desearía tener un cuerpo perfecto y buscaría todos los medios si ello fuera un bien eterno; como quiera que la cirugía siempre sucumba ante la Madre Naturaleza, es por ello que le doy gracias a Dios por cuanto tengo y, lo que es mejor, invito a todas las mujeres del mundo para que recapaciten y, antes de pasar por un quirófano en la búsqueda de la perfección inalcanzable, que busquen en su interior y, como me sucedió a mí, allí hallarán la mujer soñada. ¿Soy fea, guapa…..? Soy la que soy y así aprendí a quererme, por tanto a vivir muy cerca de la felicidad. |
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