Autor: Facundo Cabral. 13/12/2007
MIS PAPELES
En un mundo inhóspito y cruel, demasiado cruel con
el diferente e indiferente al necesitado, en el mundo de refugiados, exiliados
y diferentes abandonados en los campos y las calles, sigo pensando que la
hospitalidad universal deberá ser puesta en práctica o desapareceremos todos
porque los hambrientos, que son mayoría, terminarán con los que comen y tienen
comodidades, que son minoría (es preferible aumentar la sociedad a vivir
escondidos, protegidos por guarda espaldas y defensas electrónicas).
Para Demócrito, el sabio era, ante todo, un ciudadano del mundo, un cosmopolita ordenado, como para Coercio el único orden era el de la naturaleza (el cosmos es la ciudad perfecta para los seres humanos, el cosmos que está constituido antes de nosotros, por eso todo es polis). La naturaleza es la primera forma conocida de la divinidad, y parece que no nos animamos a trascenderla, más bien tratamos de destruirla, en un deseo inconsciente de acabar con Dios, y los países se cierran en lugar de abrirse, hasta los que se creen solo Ecuatorianos pelean contra los que se creen solo Peruanos, como Clinton se mete en la tierra que Hussein cree propia, el Hussein que pronto aterrará a la tierra que Clinton cree suya, como la gente River se siente mal porque a la gente de Boca le va bien (millones festejan cuando en realidad solo juegan once). Por la globalización, que es una invasión más de un imperio, cobarde, es decir económico, todos vuelven al barrio a defender su identidad, cuando todos deberíamos avanzar hacia el cosmos, que es nuestro destino desde antes de nosotros, y el cosmos es la meta porque nunca podrá ser dividido, es decir mantendrá a la gran hermandad humana. Está claro que la patria en que vivimos es la misma, es uno el mundo del que no podemos escapar, es más, la redondez de la tierra impide que nos alejemos, y nuestro origen, nuestra constante es el caos porque la vida es movimiento, cambio permanente para seguir siendo.
La tierra es parte de una totalidad, por eso en cualquier lugar se puede ser poeta o asesino, todo puede ser si uno ha nacido y ha trabajado para ser un humano, es decir consciente de la muerte y dotado de un lenguaje, además de valiente para enfrentar los cambios de la vida. Todo es patria si uno se da cuenta, de lo contrario son todos extranjeros, es decir son todos homicidas y suicidas, que es como se sienten ahora todos en el mundo, además, todos venimos del mismo Padre, aunque se haya manifestado en la plaza de Atenas o en la cosecha de la papa en Balcarce, en el país de Rodin o en la Lima de Chabuca. Todos somos huéspedes de todos, por eso es una tontería peligrosa menospreciarnos o maltratarnos porque nacimos un poco más cerca de la selva o un poco más lejos de las montañas. Somos de naturaleza cósmica, parte de un proyecto que nunca conoceremos, orden de un aparente desorden, estamos para acomodarnos dentro de un orden anterior a nosotros.
Regreso a Lima a contar algunas cosas a la televisión, la querida Lima donde se discute si se le declara o no la guerra a Ecuador, entre muchas cosas terribles que pasan en el planeta, pero detrás siempre nos espera la luz, de donde viene el fuego que alimenta a mis salmos (cada instante de mi vida es un salmo), que cada día armonizan más con las infinitas sinfonías de la vida. De juego en juego pasan los años, que no me preocupan porque sé, desde los salmos bíblicos, que la hierba que brota en la mañana es segunda en la tarde, al fin y al cabo, la vida es un solo día que se alarga, y mi día ya ha sido más largo que el de Jesús y el de Rimbaud...
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