FACUNDO CABRAL - FERROCABRAL - I parte (Transcripción Juana Macedo)
Prepárense, que vamos a partir, este es el tren de la muerte que cruza por la vida.
Vamos a escapar de la nostalgia que nos condena al pasado, basta de parientes que nos extorsionan con enfermedades.
Qué nos importa el viejo que fuma y fuma y fuma sentado en el umbral, qué nos importa Malena que llora como ninguna. Chao a la casita de los viejos, a la esquina donde se pudren los mejores frutos de la vida.
Vamos a despertar la canción del presente para no perder el tren de la eternidad.
Este es el viaje más terrible y maravilloso, el más delicioso, el más absurdo, el más alucinante. ¡Adelante, pueden subir todos! Sólo es necesario que hayan nacido, no importa dónde: en los barrios caros o en los barrios bajos, hijos de generales o degenerados, explotadores, explotados, dirigentes, dirigidos, presidentes, presididos o presidiarios.
Este es el viaje más extraordinario vean qué espectáculo:
A la izquierda los revolucionarios, a la derecha los reaccionarios, en el medio los hombres, los que deciden su propia vida, es decir, tres o cuatro.
Enciendan el fuego que comenzó la fiesta, traigan el vino y los tambores, desaten a la alegría, liberen a la pasión, canten y bailen con furia quijotesca, con la misma convicción del Bautista o de Moisés.
Hagan las cosas sólo por amor, porque aquel que trabaja en lo que no ama, aunque lo haga todo el día es un desocupado.
Hagan el amor a las mujeres en los ómnibus y en la plazas, a las buenas y a las malas, por la buenas y por las malas jaajaaa y en solo 9 meses nacerán hijos locos, benditamente locos y por locos tan libres y por libres tan bellos que harán un paraíso de este maldito infierno, donde las banderas se pudren patrióticamente y las madres alimentan a sus hijos para la guerra.
Yo los conozco, hace mucho tiempo que andamos a la deriva en el mar del tiempo. No sé si se acuerdan de mí.
Yo soy Facundo Cabral y ahí no termina la cosa, yo soy el hijo de Sara y con eso es suficiente, soy el orgullo de mi abuela que es la vergüenza de mi familia.
Por mi abuela comencé a leer la Biblia a la altura de la Magdalena. Solía decir: "Decir que no a una propuesta de amor es decirle que no al mismísimo Dios de los Cielos que es el mismísimo amor y yo soy una mujer creyente y respetuosa del Señor".
Mi abuela pensaba que hacer el amor alargaba la vida. Por eso le llamaba la atención que Borges haya vivido tantos años (risas) (por lo menos escribió, hay gente que ni eso).
Soy la peor parte de Isabel que es mi mejor parte, ella no puede vivir sin mí y yo la comprendo porque yo tampoco puedo vivir sin mí.
Soy el cantor de un pueblo que no me pertenece, en mi caso si se calla el cantor no pasa nada. Es decir, que estoy gozando los serenos privilegios del anonimato y a mi edad con derecho a los incoloros privilegios del escepticismo. A pensar como pensaba Mark Twain en su madurez que decía:
"A mi edad cuando me presentan a alguien ya no me importa si es bueno, malo, rico, pobre, negro, blanco, judío, musulmán o cristiano. Me basta y me sobra con que sea un ser humano, peor cosa no podría ser".
Soy moderadamente argentino y exageradamente Cabral. Algo así como un sargento underground. Y por mi pariente sargento hay gente que me odia, me dicen: "Mirá por haber salvado a ese que salvó cuantos vinieron detrás" (risas)
Estoy asombrado de ser parte del asombroso universo y orgulloso del hambre que me mantiene despierto. Soy inventor de mí mismo, porque esa es la tarea que me ha encomendado el Señor. El Señor o el diablo, porque son la misma cosa. El diablo es un seudónimo que tiene el Señor para cuando tiene que crear alguna cosa de dudosa moral para no quemar su buen nombre, utiliza el seudónimo... (Sigue parte 2)
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