FERROCABRAL - FACUNDO CABRAL - III Parte
Estación de la verdad (Transcripción Juana Macedo)
ESTACIÓN DE LA VERDAD.
Llegamos a la verdad; donde nos detendremos el menor tiempo posible para que no haya un suicidio en masa.
En esta estación debo reconocer que estoy cansado de ser este que soy, un eterno rebelde que para confirmar su desubicación social, debutó cantando canciones de protesta con Nacha Guevara en Punta del Este, para evitar intermediarios (risas).
Ahora volvió Nacha estuvo en el teatro el otro día me dice: ¿Cómo te va? Y le digo: más o menos, yo nunca coincido con la historia. Fíjate ahora que había llenado un montón de rabia y con eso había escrito unas canciones de protesta fantásticas, llegó la democracia y me arruinó.
Nacha me dice: Espera hay que darles tiempo alguna macana van a hacer y si no seremos cantores de protesta desocupados, o estaremos políticamente desaparecidos. Ahora les tocará a nuestros padres ir a la Plaza de Mayo a preguntar por nosotros. Como si yo supiera quién es mi padre.
Le pregunté a mi madre y me dice: Y qué se yo loco, había tanta gente. (risas) ¡Thank you!
De todas maneras dice mi madre, tu padre hizo lo único que podía hacer por nosotros, irse; aunque no, no era tan inteligente como para irse, para mí que se perdió.
En realidad si el final es la muerte la única ciencia es sobrevivir. Maradona con los pies, Moria con las tetas, Borges con la cabeza y Rockefeller con el sudor de la gente. (risas, aplausos)
Al fin y al cabo todos ejercemos la mendicidad de alguna manera, salvo los hombres como Pedro Mendizábal que al igual que la madre Teresa tienen la libertad que solo nos puede dar la pobreza. La pobreza que uno elige por supuesto, no la que decide Martínez de Hoz.
“Yo soy Pedro Mendizábal pa lo que guste mandar, de lo que ve por acá casi todo lo hice yo, desde la mesa del peón, al techo del capataz.
Hice el cajón de mi padre y la cuna de mi hijo, alambre el campo de risas, pinté la casa de Elena y ayudo a pintar la escuela desde el año 35, aprendí lo suficiente pa’ tener lo necesario: el pan, el vino, el amor y la milonga que canto.
Hice el rancho donde siempre faltaba algo o alguien, la cama donde mi madre se murió sin una queja, a pesar de la pobreza que ya traía en la sangre, aunque siempre he dudado del cura y sus promesas. Le hice nueva la iglesia donde el pobre sueña el cielo para que el estanciero pueda señorear sobre la tierra. Hasta organicé la huelga que no trajo solución, que me dejó en prisión un tiempo bastante largo, pero de ese trago amargo no bebo. No Señor.
Hice el muro de cemento que paró a la inundación y el banco de la estación donde mi mujer se sienta a esperar todas las siestas…
En el final de mi vida, tengo la cuenta muy clara, pa’ los otros hice todo, pero para mí no hice nada. (aplausos)
Vamos cruzando por la vida del tren de la muerte viendo como el progreso acaba con la gente.
Por defender mi libertad me quedé solo y tal vez ese sea el premio. No será porque hace mucho tiempo aprendí que un lobo es una maravilla, pero muchos una jauría.
Solo absolutamente solo, egipciamente solo como el Sinué, bíblicamente solo como Job, oficialmente solo como el poder, políticamente solo como el Alsogaray, naturalmente solo como Néustar, si Néustar hubiera participado en el éxodo de Moisés, lo habría hecho fracasar porque hubiese estado a favor del Faraón.
Es más, ya ni siquiera estoy prohibido que para un cantor de mi calaña es una vergüenza, solo como Margaret Tacher en Cosquín, solo como Hitler en el Once.
Bueno solo dentro de lo posible, porque nadie puede estar absolutamente solo aunque lo quiera hasta Ortega necesitó de Gasset...(Continua IV Parte)
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