miércoles, 9 de junio de 2021

EL VENADO Y EL CAZADOR. Reflexión

 

Un compadre a otro le dice:

-¿Qué le pasó compadre, que lo veo tan desanimado?
- Compadre,
¡la desconsiderada de mi mujer!.
Usted sabe que somos muy pobres, me voy con mi escopeta, arriesgándome con los peligros del monte, víboras y animales salvajes, garrapatas, mosquitos, frío hasta los huesos, con suerte logro cazar un venado, tengo que cargarlo a mis espaldas el largo camino de regreso y subir la loma hasta la casa, no termino de llegar, cuando aparece mi mujer con cuchillo en mano y empieza a repartir el venado entre los vecinos y sus familiares.
Que una pierna pa'doña Juana,
que otra para doña Paquita,
que este lomito pa'mi mamá,
que las costillitas pa'mi hermana,
a los dos días de nuevo sin nada que comer, el tonto, otra vez de cacería. Pero ya me cansé
y esta noche me separo.
El compadre le dijo: invite a su mujer de cacería, no le diga las penurias que pasa, píntele bonita
la cosa.
El compadre siguió el consejo
y por supuesto la convenció;
ella, entusiasmada fue con falda larga, que poco a poco se le desgarraba con las púas en el camino; la blusa le quedó toda dañada, los zapatos se le rompieron por las piedras y las espinas la hicieron sangrar.
El cabello se le maltrató le quedó tieso como estropajo.
Se le pegaron garrapatas y bichos. Las manos con ampollas y llagas, casi un infarto al toparse con una víbora.
Por fin, después de tantos martirios encontraron un venado.
El hombre se acercó a su presa, disparó y el venado cayó muerto.
La mujer no cabía de júbilo pensando en que su sufrimiento había terminado, pero no era así.
- Ahora mija, cargue el venado para que vea lo bonito que se siente.
La mujer casi se desmaya,
ante la desesperación por regresar a su casa, ni para protestar tuvo alientos. Cargó el venado en su espalda hasta su casa, casi muerta con las piernas temblando, jadeando y a punto de desmayar,
al llegar tiró el animal en la sala
de su casa.
Sus hijos y vecinos salieron a recibir a la pareja de cazadores acostumbrados a la repartición, gritaron con alegría:
- ¡¡¡Vamos a repartir el venado!!!
La mujer tirada en el piso,
hizo un esfuerzo sobrehumano para levantar la cabeza y con los ojos inyectados de sangre,
volteó a los vecinos y agarrando aire, les gritó:
- ¡¡¡El que me toque ese venado,
lo mato!!...

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