miércoles, 2 de marzo de 2022

RELACIONES TÓXICAS. Reflexión

RELACIONES TÓXICAS
Un cuento muy sabio sobre 
las relaciones tóxicas:
 «Érase una vez una niña. 
Era muy feliz y le encantaba perseguir 
las mariposas, corriendo por 
los hermosos campos verdes donde vivía. 
Un día soleado ella, como de costumbre, iba detrás de una mariposa azul, 
cuando, de repente, 
se topó con un sapo 
enorme lleno de verrugas.
¡Qué asco! -exclamó la niña, 
tapándose la boca. 
-Es posible que te dé asco, 
pero soy un príncipe encantado.
NO puede ser -dijo la niña incrédula.
-Es verdad afirmó el sapo-. 
Una bruja me lanzó un hechizo. 
En realidad soy un príncipe 
muy guapo, apuesto y rico. 
Si rompes el hechizo, 
me casaré contigo y 
viviremos felices. 
Cada día te llevaré en brazos 
y te regalaré flores y joyas...
-¿Cómo puedo romper el hechizo?-preguntó la niña.
-No será fácil. 
Me tienes que llevar a tu casa, 
cuidarme, darme de comer, dormir conmigo en tu camita, darme muchos besitos, sacarme a pasear, 
hasta que un día te despiertes 
y veas que me he convertido 
en un príncipe. 
Entonces tu vida será 
como un cuento de hadas.
La niña escuchaba al sapo 
y ya no veía su piel llena de verrugas, 
sus ojos saltones y su boca babosa, 
solo veía a un joven guapo y apuesto, 
con cabello moreno y ojos verdes, 
también se veía a sí misma 
a su lado con un vestido blanco majestuoso, bailando 
en un castillo grande y lujoso.
Reprimiendo el asco, 
la niña llevó al sapo a su casa. 
A partir de aquel día su vida 
cambió por completo. 
Dejó de ir al campo para perseguir 
las mariposas, dejó de cantar 
y pasársela bien. 
Solo cuidaba al sapo que resultó 
ser muy caprichoso; 
le pedía cruasanes para desayunar, spaghetti con salsa bechamel 
para comer y ensaladas 
exóticas para cenar.
Dormía en la cama de la niña, 
dejando sus babas asquerosas 
por toda la sábana. 
La niña no paraba de fregar, 
cocinar y lavar la ropa de cama. 
No tenía tiempo para cuidarse; 
ya no se ponía vestidos bonitos, 
ni hacía peinados con 
lazos de colores.
Pasaron tres años y el sapo 
seguía siendo asqueroso; 
no se convertía en 
un príncipe azul.
A veces la niña lo miraba
 y le entraban ganas de echarlo
 a la calle para vivir como antes, 
pero luego empezaba a dudar 
y tenía miedo de equivocarse
. «¿Y si falta poco?» «¿Y si mañana se despierta y el sapo se ha convertido en un príncipe con ojos verdes? 
Y otra aprovecha lo que yo hice? 
Y si no encuentro a otro príncipe
 y me quedo sola?
Pasaron meses. 
Ya nadie la podía reconocer. 
Estaba hecha un desastre. 
El sapo se hizo dueño 
de la casa y la niña se convirtió 
en su sirvienta.
Un día el sapo le gritó a la niña 
por haberle traído tarde su comida. 
Ella empezó a llorar y se fue de casa. 
Por el camino se encontró 
con un pajarito.
¿Por qué estás llorando?-
le preguntó el pajarito.
-Un sapo repugnante y asqueroso
 vive en mi casa. 
Cada día limpio sus babas, le cocino 
y le cuido; estoy muy
cansada y no quiero seguir haciéndolo.
-¿De quién es la casa?-preguntó el pajarito.
-Es mía -respondió la niña, 
secándose las lágrimas.
-¿Y quién te trajo el sapo?
-Lo hice yo.
-¿Por qué?
-Porque me prometió 
que si lo cuidaba, se convertiría 
en un príncipe y se casaría conmigo, 
pero han pasado años 
y nada ha cambiado.
-¿Por qué no le echas de casa?
-¿Y si es verdad? ¿Y si ya queda poco para que ocurra el milagro? Me he esforzado muchísimo y me sabrá muy mal
 si lo dejo y se convierte en un príncipe.
-¿Y si pasas toda tu vida 
cuidándolo y jamás se convierte 
en príncipe?
-Ojalá lo supiera con seguridad -
dijo la niña desesperada.
De repente sus ojos se llenaron de esperanza:
Podría ir a ver a la bruja 
que vive en el bosque. 
Es vieja y sabia, seguro que me dirá si el sapo se convertirá en un príncipe o no. 
Se puso muy contenta 
y se fue a ver a la bruja.
-Me gustaría saber si el sapo 
que vive en mi casa 
es un príncipe encantado.
La bruja miró su bola de cristal 
y dijo:
-Es solo un sapo repugnante 
y jamás será un príncipe.
La niña se puso muy triste 
y decepcionada.
«La bruja puede equivocarse. ¿Qué sabe esta vieja sobre los príncipes? Voy a ver a una hechicera», pensó la niña. 
La hechicera vivía en un castillo 
bonito con tres torres altas.
-Estoy tan cansada del sapo, 
pero me da miedo de que si lo echo 
de casa, perderé mi oportunidad de casarme con un príncipe.
La hechicera empezó a hacer sus rituales mágicos y al día siguiente le dijo:
-Es solo un sapo. 
Nunca será un príncipe. 
Es mejor que lo lleves al campo. 
La niña escuchó a la hechicera
 y se marchó. Estaba furiosa:
-¡Me tienen envidia! -exclamó enfadada. Claro, ¿quién no querría casarse con un verdadero príncipe? 
Estoy segura de que todos 
mis sacrificios no han sido en vano.
Y la niña volvió con el sapo. 
Tuvo que escuchar muchas palabras desagradables por haberse marchado. Limpió la casa de la baba del sapo, le preparó la cena, le baño y le acostó.
El sapo se durmió contento. 
La niña, se acostó en la cocina, 
en una colchoneta pequeña 
e incómoda. 
Antes de dormir, 
como de costumbre, 
soñaba con casarse con un príncipe, 
con tener muchos hijos
 y un jardín lleno de flores. 
Se durmió y tuvo un sueño: 
iba por un bosque y vio su casa 
que estaba a punto de derrumbarse. 
En el patio estaba sentada 
una anciana que parecía 
una bruja malvada. 
La anciana llamó a la niña y le dijo:
 -¿Me reconoces?
-No, nunca te he visto antes contestó la niña muy asustada. 
Yo soy tú en el futuro. 
Todo el mundo me decía 
que era un simple sapo, pero estaba cegada por el deseo 
de casarme con un príncipe. 
Pasaron muchas años 
y el maldito sapo asqueroso 
murió ayer. 
Lloré mucho por todos los años 
perdidos, por haberme convertido 
en una bruja vieja y amargada 
que nunca más pudo perseguir
 las mariposas, lloré por un 
príncipe con el que jamás me casaría.
-Mírame, mírame, soy tu futuro.
 -No, no, -gritó la niña asustada.
-No me dejas dormir -oyó la voz del sapo. La niña abrió los ojos 
y vio al sapo en el suelo.
-Llévame a la camita y cállate-
le ordenó el sapo. 
La niña recordó las palabras
 de la bruja del bosque 
y de la hechicera: «Es sólo un sapo».
Se levantó, le agarró fuerte 
y se acercó a la puerta. 
El sapo sintió el peligro.
-Eh, tú, ¿a dónde me llevas?
La niña abrió la puerta de 
par en par y tiró al sapo 
lo más lejos que pudo. 
-¡Fuera! 
Y no vuelvas nunca más. 
No te voy a cuidar 
y acostarte en mi camita. 
Es mi casa y voy hacer lo que me dé la gana. Volveré a correr por el campo, perseguir las mariposas 
y disfrutar de la vida. 
Ya no creo en tus 
falsas promesas. 
Eres un simple sapo repugnante 
y asqueroso. 
Cerró la puerta y sonrió 
por primera vez en muchos meses.
Es un cuento con un mensaje 
muy profundo que nos enseña 
que no tenemos que aguantar humillaciones, 
malos tratos y desprecios 
a cambio de falsas promesas 
que nos dan nuestras parejas. 
Nadie nos puede hacer felices, 
ni tampoco hacer que nuestra 
vida sea un cuento de hadas. 
La única persona que es capaz 
de crear una vida de ensueño, 
eres tú, cariño. 
Confía en ti, mímate, cuídate 
y jamás permitas que tu 
felicidad y alegría dependa 
de un "sapo".
Tomado de la web

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