domingo, 27 de julio de 2025

SÍNDROME DE DOWN. Reflexión

Cuando nació Sofía, los médicos no solo estaban preocupados por ella.
Estaban preocupados por sus padres.

María y Juan eran jóvenes y se enfrentaban a un diagnóstico inesperado: síndrome de Down.
Cuando la noticia llegó, algunos amigos y familiares les aconsejaron que no siguieran adelante.
Pero María y Juan tomaron una decisión: criarían a su bebé con todo su amor.

La gente no creía en ellos.
Los especialistas dudaban.
Los conocidos hablaban a sus espaldas.
Incluso sus propios miedos les decían:

"No pueden hacer esto".

María y Juan simplemente abrazaron a su bebé y le susurraron:

"Míranos".
No tenían un manual. No sabían qué esperar.
Pero se despertaban cada noche para alimentar a Sofía.
Buscaban terapias y programas de estimulación temprana.
Y le leían cuentos para dormir con más paciencia que palabras perfectas.

Pusieron pictogramas en la pared.
Ahorraron para comprar materiales didácticos especializados.
Y cada vez que Sofía se frustraba, María y Juan sonreían y decían:

"No necesitas alas para volar alto. Solo necesitas un corazón que no se rinda".
A los 10 años, Sofía actuó en la obra de teatro de su escuela.
A los 16, fue la capitana del equipo de natación adaptada.
A los 21, se graduó de la universidad con un título en educación especial, inspirando a todos a su alrededor.

En su primer día como maestra, trajo a sus padres con ella.
El director les estrechó la mano a María y Juan y les dijo:

"Su hija es una de las educadoras más dedicadas que hemos conocido".

María y Juan sonrieron, con los ojos llenos de lágrimas, y dijeron:

"Siempre supimos que alcanzaría sus sueños... pero nunca pensamos que inspiraría tantos otros".
Ahora, cada vez que Sofía ayuda a un estudiante a superar un desafío, siempre hay algo que guarda consigo:

Una foto en el bolsillo de su bata:
de sus padres,
jóvenes y esperanzados,
sosteniendo a un bebé dormido con una pequeña sonrisa.

El mundo una vez les dijo a María y Juan que no podían criar a una hija con síndrome de Down.
Pero esa hija ahora ilumina el mundo...
y todavía dice:

"Mis padres son la razón por la que estoy aquí".

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