Soy la peor parte de Isabel que es mi mejor parte, ella no puede vivir sin mí y yo la comprendo porque yo tampoco puedo vivir sin mí.
Soy el cantor de un pueblo que no me pertenece, en mi caso si se calla el cantor no pasa nada. Es decir, que estoy gozando los serenos privilegios del anonimato y a mi edad con derecho a los incoloros privilegios del escepticismo. A pensar como pensaba Mark Twain en su madurez que decía:
"A mi edad cuando me presentan a alguien ya no me importa si es bueno, malo, rico, pobre, negro, blanco, judío, musulmán o cristiano. Me basta y me sobra con que sea un ser humano, peor cosa no podría ser".
Soy moderadamente argentino y exageradamente Cabral. Algo así como un sargento underground. Y por mi pariente sargento hay gente que me odia, me dicen: "Mirá por haber salvado a ese que salvó cuantos vinieron detrás" (risas)
Estoy asombrado de ser parte del asombroso universo y orgulloso del hambre que me mantiene despierto. Soy inventor de mí mismo, porque esa es la tarea que me ha encomendado el Señor. El Señor o el diablo, porque son la misma cosa. El diablo es un seudónimo que tiene el Señor para cuando tiene que crear alguna cosa de dudosa moral para no quemar su buen nombre, utiliza el seudónimo.
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