miércoles, 25 de julio de 2018

LAS CONFESIONES DE SAN AGUSTÍN. LIBRO DÉCIMOTERCERO. 4

4. En cuanto a lo que dijiste sobre las primeras creaciones: Hágase la luz y la luz fue hecha, entiéndolo yo no incongruentemente de la criatura espiritual, porque era ya una cierta vida, a la que habías de iluminar. Pero así como no había merecido de ti ser tal la vida que pudiera ser iluminada, así tampoco, siendo ya, pudo merecer de ti el ser iluminada. Porque ni aun su informidad te agradara si no fuese hecha luz, no siendo, sino intuyendo la luz que ilumina y adihiriéndose a ella, para que lo que de algún modo vive, y lo que vive felizmente, no lo deba sino a tu gracia, convertida por una conmutación mejor en aquello que no pueda mudarse en cosa mejor o peor. Lo cual eres tú solo, porque tú solo eres simplicísimamente, para quien no es cosa distinta vivir de vivir felizmente, porque tu ser es tu felicidad

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