La inteligencia, es la que ve antes de ver, la que escucha antes de escuchar, la que sabe a donde va, con lo que se está diciendo, las grandes consecuencias de la mínima actitud, y sólo el que está presente, puede comprenderlo todo. El que bebe directamente de la fuente de lo esencial, sabe que todo puede suceder, nada lo aflige, es más, al aprender de los errores, los transforma en aciertos. Nadie tiene derecho a la ignorancia, lo pagará caro, y lamentablemente ensombrecerá el camino de todos, por lo tanto la ignorancia es una manera inconsciente del mal. Así como el ideólogo, que al separar, pude llegar a provocar una guerra, el sabio, sabe que la tarea es hacerse cargo de uno mismo y armonizar diferencias. Separar además de empobrecer es un suicidio, por esa razón hay muertes hasta en las canchas de fútbol. El sabio no separa, todo es parte del todo, sólo está atento para ver las conexiones.
El sabio, está en el río que une todo. En la energía que lo entreteje todo, el sabio sabe que es un sueño más de Dios hecho realidad; salvo que lo que llamamos realidad, sea otra manera del sueño.
Donde el ignorante ve dos cosas, el sabio ve una, y ese uno es la verdad. El sabio se ve en lo que ve, es iluminado e ilumina, es consciente de que él también es luz, - es decir el estado más elevado del ser-.
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