Faltaba que llegara la mujer de mi vida, era previsible, yo vi que me daba tantas cosas, que dije: caramba creo que el Padre hasta debe tener una mujer para mí y la tenía, porque cuando te da, te da todo. Nunca es la mitad, ni un tanto por ciento, ni a pagar, no, no, el único deber que debemos tener con lo que nos da, es vivirlo y cuidarlo porque atrás viene otro. Gozá la flor donde está, no la cortes, no la mates, porque otro viene a gozar de esa flor. Los chinos dicen cuida los escalones de la escalera por la que subes, porque por los mismos escalones descenderás, cuidado con eso, siempre.
Un día estaba tomando café en San José de Costa Rica, donde vamos esta tarde y había una gringa al lado (no sé como le llaman ustedes) una norteamericana, una gringa, la mujer más bella que vi en mi vida, este… que fue otro milagro. Mi mujer… cuando yo la conocí a ella, quince días atrás había sido portada de Playboy y una foto de ella desnuda mostrando su belleza porque pensaban que era de ella, ella pensaba que su belleza era obra de ella y estaba hasta la cabeza con la droga. El amor es extraordinario, el amor no anda buscando situaciones ideales, uno ama, no sabés por qué?
Mi madre me decía: No busques a tu mujer, porque Dios te la va a poner ahí. Vas a saber que es tu mujer. No sé cómo se sabe eso, porque yo hablaba poco inglés y ella nada de español. Estaba sentado al lado y le dije: “Oye tu eres mi mujer” (aplausos y risas) Y ella lo sabía, ese es Dios.
Yo estoy seguro que le pongo otra ropa a la Madre Teresa y la siento por aquí y hasta el último que entre, sabrá que esa es Teresa, hay una luz, no sé qué es. Yo me imagino cómo habrá visto el bautista a Jesús, hasta sospecho cómo se dio cuenta, más allá de que después la paloma en el hombro… estoy seguro, porque hay una cosa, uno sabe.
Y ella me dijo: “Si soy tu mujer”, extraordinario, yo tenía 40 años, ella 20, parecía la canción de José, se lo conté un día a José, es un gran amigo, y se puso a llorar, se emocionó mucho, casi es nuestra esa canción, pero lo que diferencia es que nosotros fuimos muy felices, no había pleito con eso.
Y estaban los padres azorados ahí, a mí me costó mucho hablar en inglés esa frase “sos mi mujer”, me presentó a los padres y le dije: Bueno despídete de ellos no? Y se despidió. Hoy, pero vean lo que es la vida, que maravilla, yo me fui de aquí, te acuerdas? Cuando yo me fui de aquí, después de estar aquí trabajando, al otro día que me fui de aquí la conozco, y ahora me voy también para allá, y voy a pasar en el auto frente al hotel donde yo la conocí, hasta llegar al centro de la ciudad, con felicidad, porque cuidado lo que uno amó nunca muere, sino no es amor, nunca muere, y no depende de lo que te dé y como actúe, eso es el amor, eso es extraordinario.
El amor hace que uno tome lo malo con gracia y que no discuta aquello con lo que no está de acuerdo y que sigas dando amor, es la otra mejilla. El amor nunca pide, el amor es dar, nunca se agota… Y me la llevé, eran las 10 de la mañana, ya me la llevé conmigo, te alquilan… te dan la ropa hasta acá…, hasta donde llega la foto, el smoking, el vestido de novia hasta acá, para la foto es, eh… (risas) porque fue el primer lugar, ella sabía que Dios la había puesto para mí, yo también sabía, entonces estaba tan claro no… que en cualquier lugar nos metimos y nos casamos.
Después nos dijeron que no era del todo legal y que había que hacer… bahh, nos casamos en Las Vegas y pagamos 15 dólares más y nos tiraron arroz y nos cantaron una canción lamentable… (risas). Y tuvimos una hija maravillosa, un año y pico después, bella como ella...