viernes, 19 de febrero de 2021

ENTREVISTA A FACUNDO CABRAL, CÉSAR HILDEBRANDT. (Completo) (Transcripción Juana Macedo)

ENTREVISTA A FACUNDO CABRAL, CÉSAR HILDEBRANDT. (Completo)
(Transcripción Juana Macedo)

-El cantautor Facundo Cabral está con nosotros.

-¿Conociste a tu padre a los 46 años?, eso me pareció increíble, hay un personaje de una novela de Vargas Llosa que conoce a su padre como él, porque es autobiográfico a los 10 años, ya es digamos como una especie de revelación tardía, deslumbramiento.

Yo lo odie mucho

¿Tú lo odiaste mucho?

Lo digo sin vergüenza, lo digo sin vergüenza, porque por suerte, tanto caminar y de tantos golpes y algunos aciertos, hacen que uno pierda la famosa culpa cristiana porque la que millones no viven.

-¿Lo odiaste?

Lo odie, me dolía tanto odio, no podía vivir, no hablaba

-¿Tu dijiste alguna vez yo era un tipo lleno de rencor y solo.

-¿Por qué lo odiaste porque te abandonó?

Porque se fue un día antes que yo naciera, yo me sentía una basura, mi autoestima te imaginas cómo estaba.

-¿Cuándo te enteraste de eso?

Cuando yo tenía cuatro años.

-¿Qué se fue un día antes que tu nacieras?

Le pregunté a mi madre, ¿quién es mi padre?

Me dijo el padre de todos, me dijo: Dios, yo no lo entendí, le dije mi padre, mi padre hombre tiene un nombre, yo sé que se llamaba Rodolfo, mi padre.

Ella tenía un gran sentido del humor, hizo todo lo que podía hacer por nosotros mi amor, irse, bueno seguí andando.

-¿Casi huyó de ti?

Si, él nunca quiso que yo naciera, pero pasaron muchos años, uno cambia.

Un día mi madre me dijo una frase espectacular. Te imaginarás yo soy un edípico total, me dijo:

Caminas mucho, lo vas a encontrar, no cometas el error de juzgar a tu padre, honrarás al padre y a la madre:

Primero ese hombre que vas a tener en frente, es el hombre que más amó, más ama y más amará tu madre.

Segundo y esto es una orden, dale un abrazo y las gracias porque por él estás en este mundo.

Pasan los años, yo tengo 46, termino de cantar en un teatro en Mar de Plata donde se enfermó Alberto, salgo y está mi padre, era igual que esa foto que tenía mi madre, una foto amarillenta pero con el pelo cano, era igual pero con el pelo blanco, muy elegante, él siempre fue, es porque somos muy amigos, tiene 96 y está ahí

-¿Y qué te dice, soy tu padre?

Y me dice soy tu padre y volvió todo el odio de aquella adolescencia infancia, pero cuando avanzo hacia él con una alemana muy señora, muy honorable, muy…

-¿El con la alemana?

Si, treinta años con ella, una mujer maravillosa y en esos dos pasos que doy recuerdo la frase de mi madre y nos damos un abrazo, lloramos mucho, claro.

¿Te costó?

Y yo me quedé muy liviano porque era el último enemigo que me quedaba y vivir sin enemigos es extraordinario, era el último enemigo y era mi padre y cambió mi vida por completo.

-!Qué maravilla!.

Cambió mi vida por completo y hoy es mi amigo y cuando pude hablar le dije (Porque nunca me preguntó por mi madre), le dije: Te doy las gracias por la mitad del Nilo, por la mitad del Amazonas, la mitad de Neruda, la mitad de Yupanqui, la mitad de Chabuca, la mitad del desierto de Neguev, la mitad de todo, porque la mitad de este regalo que me han hecho de traerme al mundo es tuya, te lo digo a ti, gracias por haber enamorado a mi madre, sino yo me hubiera perdido a Rembrandt a Picasso, a Borack a Debussy y es mucho perder, lloró mucho porque es un hombre interesado en el arte, muy culto, mi padre es un hombre muy refinado.

-¿Fuiste a su casa, viste su biblioteca, te enteraste que él leía casi lo mismo que tu?

Lo mismo.

-¿Los mismos gustos que tú?

Los mismos, yo escribo con la misma letra.

-¿Las mismas manías que tú?

No, las mismas cosas, yo soy por comodidad, siempre tengo un jean, pero es por comodidad.

-No era tu padre era tu hermano mayor.

Pero yo sería un tipo que si tuviera que, si no me gustara andar solo y anduviera con alguien yo llevaría, a mi me gusta verme cómodo con un traje, yo ando con la ropa muy casual por comodidad por no andar cargando y mi padre es eso, es un tipo siempre bien vestido. Y leyendo y empiezo a ver Brush, Flover todos los autores dilectos míos, Shakespeare, un trabajo de la Luz de Plotino, que nunca yo pude conseguir, la Divina Comedia, Diecisiete volúmenes de Las Mil y una Noches.

¿Y no le dijiste nos hemos perdido 46 años?.

No me los perdí, no me los perdí porque él siguió muy vivo, porque crees que yo fui al Quijote, de alguna manera indirecta era como una orden genética.

-¿Pero te costó mucho trabajo superar eso?, porque has contado que a los 11 años por ejemplo bebías?

A los 10 empecé, a los 10 yo robaba para beber, llegué a beber una botella de alcohol por día, no quería ver.

¿Te volviste un alcohólico precoz, eso era parte del odio?

Si no quería ver, y otra cosa más grave yo me estaba haciendo mucho mal a mí, pero era un mal social porque empecé a robar para beber, yo robaba para beber una botella de alcohol, robaba la botella, fui a la cárcel por eso, pero…

¿Cuántas veces?

Estuve un tiempo largo, había robado unas cuantas botellas, en total creo que sacamos la cuenta, hoy serían como 120 dólares que robé que en total, por eso me dieron cuatro años.

¿Botellas de qué?

Ginebra, de ron de lo que sea.

¿Y te lo tomabas?

Claro

¿A esa edad, estabas perdido?

Si, si estaba perdido, no quería vivir ni dijera que tomaba con gusto, era algo que me obnubilaba.

¿Estabas muerto?

Pero era aquí que me encontré con un Jesuita que me metió a dormir en el único lugar donde no me peleaba con nadie, porque iba peleando con todo el mundo, acá nadie te va a molestar porque nadie entra. ¿Qué crees que era? La biblioteca, y estaban estos libros que amo ahí, San Agustín, Freud, Román Rolan contándome a Gandhi antes que la revolución que ya sospechaba un éxito Rolan, la biografía que hizo de Michelangelo, este Pavese, Lorca, Vargas Vila yo lo conocí a esa edad.

-¿Vargas Vila en una biblioteca Jesuita? ¡Caray! ¿Qué sucede?

Si Señor “Yo vi la daga certera que templaba la hoguera” eso lo recuerdo del primer libro que leí.

-Licencia de Jesuita

Si los jesuitas son muy abiertos, maravillosamente abiertos.

-Ah sí, sí

-¿Y eso te salvó?

Si porque yo me iba enterando de otro mundo y yo sentí casi un honor de no tener quien cuidar y estar solo, yo me sentía el Quijote sin un Sancho, o un Sancho sin un Quijote, yo era Zorba el griego, yo era un hombre olvidado del ejército de Bolivar, era Facundo Quiroga solo, después de la última batalla, malentendido y abandonado.

Después por un vagabundo conozco un documento, un programa de vida excepcional “El sermón de la montaña” y empiezo a sentir orgullo de pertenecer a la única clase que no tiene nada que cuidar y eso me salvó la vida por eso empecé a cantar, eso me salvó la vida.

-¿Qué infancia tan dura no?

Sí, pero bella.

-¿Cuatro hermanos perdidos, es cierto?

Si, de hambre y de frio en 7 años.

-¿En la Patagonia?

Los vi morir día por día.

-¿Cómo es eso?

No sé.

-¿Pero cómo fue eso, no entiendo?

No sé, insoportable, mi madre hizo tres mil y pico de kilómetros en 7 años, porque huía de la sociedad, y adonde fue, donde no hay nadie, en la tierra de fuego, e íbamos pasando de campo en campo, de patrón en patrón…

-¿Por qué huían Facundo?

Mi madre huía, no quería ver a nadie.

-¿De amargada que estaba?

Estaba enojada con todo, de pronto transformó su furia en fuego y empezó a ser una gran iluminadora, no fuego que quema, fuego que ilumina, eso era.

-¿Bueno huyeron hasta el extremo?

Hasta el extremo, me hizo pensar, me adelantó el feminismo mi madre, empecé a sospechar que entre mil años el hombre ha hecho más de cinco mil guerras y la madre, la mujer ha respondido a eso dando vida, que estamos cerquita del siglo en que la mujer va a tener en la mano el poder, empecé hablar esas cosas, viendo trabajar a mi madre que hizo una obra excepcional, empecé a darme cuenta que la sociedad humana no podía funcionar porque no había equilibrio, somos una sola obra dividida en dos y una sola en acción y la otra esperando en la cocina, o esperando en el castillo, o esperando en la pocilga, pero esperando.

-Facundo disculpa que insista, ¿Cómo murieron tus cuatro hermanos? Sucesivamente…

Despacito, por falta de comida y por frio.

¿Tu madre no los podía mantener?

No, se salvaron dos porque a uno lo metió en un tren y lo salvó un tío mío y lo puso en un cartón, mi madre no escribía, era analfabeta, yo le enseñé a leer y escribir después, un cartón que decía por favor busquen a Luis Camilla en la ciudad de La Plata y lo encontraron, lo llevó la gente lo fue llevando mi hermano se salvó.

-¿Y tú cómo te salvaste?

Porque yo llegué a Eva Perón, mi vida no es una vida es una saga.

-¿Cómo es eso llegaste a Eva Perón?

Yo escuché el nombre de Perón en el año 46, me dijo un turco que andaba medio enamorando a mi madre, entonces dijo Sara… yo lo escuché, tenía un almacén cerquita a Ushuaia.

¡Sara están sufriendo en vano!

¿Por qué dijo mi madre?

Porque ahora hay un presidente que parece que le importan los pobres, mira la frase, la inocencia maravillosa del pueblo, Hay un hombre que parece que le interesan los pobres, está casado con una mujer que está decidida ayudar a los más pobres y escuché el nombre Eva Perón, no me lo olvido más, yo tenía 8 años y me fui a caminar, tardé tres meses y medio y llegué a Buenos Aires, ni le avisé a mi madre, mi madre me dio por perdido, a los tres meses y medio llegué a Buenos Aires, en un desfile llegué hasta el auto de Perón y Eva en Mar de Plata, me detuvo un policía y justo Perón estaba saludando a la gente y dijo: Déjelo no ve que quiere llegar al auto y me acerqué al auto que tenía como estribo todavía, te acuerdas como escalones y me subí y me dice: Querías hablar conmigo?

Le digo: Si, se murieron cuatro hermanos no teníamos donde vivir, mi madre se está muriendo, me dijeron que a usted le importan los pobres.

Eva escuchó y se acercó llamó a un señor de la guardia, de los que van al costado, guardaespaldas, y le dijo encárguese del niño y hágame saber dónde está, me llevaron a un lugar, me duché después de tres meses y medio, primera ducha que tuve con agua caliente en mi vida a los 8 años, comí comida caliente, me dieron ropa nueva y una camiseta de Boca Junior, nunca me voy a olvidar y la llevo tan prendida en el corazón como a Eva, para siempre, yo soy más de Boca que de Argentina en el mundial, ya quedó una marca para mí y le dijo a los tres, tuvimos suerte mi amor Evita, conseguimos una escuela, conseguimos, tuvimos suerte, conseguimos una escuela en Tandil, van a vivir ahí, van a limpiar la escuela y a cuidarla y van a dormir en la escuela y a cuidarla, eran 160 pesos de sueldo como es ahora cuatrocientos dólares y yo me voy a encargar que a tu madre se le trate como se le debe tratar y dice mañana a las 6am quiero que lo lleven al niño a Buenos Aires que está a una hora en automóvil, a las 6 estoy en la oficina, me presenta a tres señores, dos pilotos y un médico. Fuimos a la tierra del fuego, mi madre azorada, subí al avión con mis dos hermanos, nos llevaron a Tandil, mi madre no podía creerlo y de ahí en más pensó que yo podía conseguir todo y yo también y después me perdí.

-¡Un auténtico rescate¡

Me fui a vivir solo al campo y ahí empezó…

¿Tu mala época?

Si

¡Cuánto duró tu mala época o tu infierno digamos impúber?

Cuatro años, casi cinco años, después vino la revelación, las letras, después vino la liberación, después vino la noticia que yo pertenecía a la clase de un Señor que alguna vez caminó sobre las aguas. Por ejemplo, ese Señor me abrió la puerta para salir a jugar, el que caminó sobre las aguas, porque no me encontré con disciplinas increíbles y budismo, me encontré con los derviches mendicantes en Teherán, me encontré con Rubinstein, o sea lo mejor de Chopin, la mejor manera de interpretar a Chopin, me encontré con Golda Meir, me encontré con Indira Gandhi, me encontré con la Madre Teresa, bueno después me encontré con Borges, me amplió la biblioteca.

¿Y con esa infancia, no crees en la depresión?

No para nada creo que no hay depresión hay distracción, si yo estoy atento a este diálogo y lo vivo totalmente contigo no puedo deprimirme, me deprimo si me descuido del presente y voy a la memoria que siempre en general recuerda malas noticias frecuentes, es casi como la primera plana de un periódico, de las otras casi ni se habla, pero si estoy atento a lo que vivo entonces no puedo deprimirme, como no puedo pre-ocuparme, yo puedo ocuparme en el momento en que suceden las cosas, no antes ni después hay solo presente, imposible es distracción, además es más fácil sufrir que ser feliz, es mucho más fácil, por eso hay tanto tango y un solo Whitman, es mucho más fácil. La felicidad no es para cualquiera, hay que ser valiente, además no es algo que llega de afuera, es una adquisición yo lo decido.

¿El incendiario se ha convertido en bálsamo?

No, fíjate que un colega tuyo el otro día me dijo: “Cabral perdió el fuego” y le dije: No, no ganó en calidad, antes quemaba ahora ilumina, el fuego tiene más calidad que nunca, si yo perdiera eso estaría muerto, no yo cualquiera, pero en mi trabajo, yo no debo perderlo. Nadie sale de su casa casualmente, se va a sentar el viernes, el sábado que de paso te doy la hora, viernes y sábado a las 8 y el domingo a las 6 en la universidad de Lima, o crees que sale de la casa inconscientemente porque si, inspira algo y yo lo tengo porque lo viví, está esperando esa noticia.

Me dijo una mujer muy humilde, “yo siempre que venga al pueblo lo voy a escuchar Cabral, no lo entiendo mucho, pero siempre lo voy a escuchar”.

Y le pregunte: Señora, si no me entiende ¿Por qué viene cada año que yo llego?

Me dijo: Porque me gusta ver un hombre libre y feliz un rato.

Fue uno de los piropos como decimos en Argentina más bellos que recibí en mi vida, en mi vida, porque a mí también me gusta de vez en cuando ver un hombre libre y feliz, no importa si es de izquierda o derecha, analfabeto o Jorge Luis Borges, pero feliz, algo que siempre le he pedido a Sábato, inténtelo maestro, inténtelo usted es un tipo inteligente, pero parece que la inteligencia es una traba para la felicidad, parecería que si buscamos por el lado del intelecto solo, el intelecto es muy lindo como juego…

-Desde esa perspectiva, tú deberías ser muy infeliz.

Claro, si, y sin embargo es al revés, no, soy feliz,

-¿Has derrotado a la inteligencia?

No, está al servicio mío.

-¿La has domesticado?

La felicidad es escuchar a este (señala su corazón), antes que intervenga esta (señala su cabeza).

Le preguntó un periodista a mi madre ¿qué es el dinero para usted?

El dinero para mi es un esclavo que viene detrás mío pagando lo que come la señora, no es mi jefe, no es tampoco el paradigma, no es el punto a seguir, o el punto a buscar, no es el horizonte.

-¿A quién admiras más que a tu madre?

Parece una locura lo que te voy a decir, a mi ahijado, creo que es el amor más grande de mi vida.

-¿Por qué te has llamado canciller de tu madre, no?

Sí, yo soy una especie de canciller, también ella solía decir que yo era un mal plagio de ella, también cuando estaba molesta por algo que me había escuchado que no le gustaba, me decía: Me estas plagiando mal y Krishnamurti me dijo: Creo que viniste a este mundo ayornar las frases de tu madre sos su antólogo me dijo y fue un gran honor.

-¿Y tu madre aprendió a leer contigo?

Conmigo. Sabes ¿Por qué?

Porque me vio leyendo muy emocionado la carta de un amigo mío, de cuarenta y pico de años, cincuenta y la mujer de 47 o 48, me escribía de San José del querido Uruguay. Diciéndome hermano tengo la más grande noticia para ti, sé que vas a llorar de felicidad, soy padre por fin, me vio llorar leyendo la carta y me dice: 
¡Que te emocionó tanto, que dice tu amigo y le conté y me dijo: !Caramba que bello debe ser leer la carta de un amigo, enséñame! Y empezamos, cada viaje que iba, y al final le traje un diploma, una broma un diploma que me hicieron en Paris en francés en la Sorbona y en la universidad de Buenos Aires, también me regalaron, apoyaron mi broma e hicieron un diploma un doctorado.

¿Vive tu madre?

No, se fue hace 12 años.

¿Qué era el diploma?

Diciendo que era un maestro ya, no que había aprendido a leer y a escribir, porque siempre fue un maestro y terminó leyendo cualquier cosa del Gago, hasta la nota periodística, amaba a García Márquez desaforadamente, leía a diario “Hojas de Hierba” de Whitman, el Eclesiastés de Salomón, el libro de Isaías, eran sus dilectos y estaba muy fascinada con "La familia de Pascual Duarte" de Camilo José Cela, estaba fascinada, esa era su lectura diaria.

Estamos hablando de “Lolita” la gran novela de Vladimir Navocov.

Además la velocidad extraordinaria con la que escribía ese hombre.

-Si, siendo ruso escribió esto en inglés y el inglés más perfecto que uno puede imaginar.

¡Que extraordinario!

Más imaginativo, creativo, un genio auténtico Navocov.

¡Caramba! Ahora que milagrosa la palabra, porque la palabra…
¡La palabra es utópica Sara!, le dijeron en un reportaje a mi madre, puede ser bella, pero es una utopía la palabra, la palabra manzana no es el objeto que están nombrando, la manzana es otra cosa.

Cerca por ahí, le dijo mi madre: ¡Vea usted, mi marido cuando lo conocí me dijo tres o cuatro utópicas palabras al oído y por esas utópicas palabras nació este señor que ahora va a cantar una milonga!

-Si pues, utópicas palabras en ese caso,

Lo que puede la palabra.

Millones de seres humanos hemos amado a la Lolita que inventó Navocov.

¡Y la hemos imaginado¡, que decepción cuando la vimos en el cine, porque no se parecía, para nada.

No coincidía, es como Mafalda con voz.

-Si un gran riesgo.

-Tú has dicho, el ego es ese argentinito que llevamos dentro. Que buena frase ah.

Un argentino es un señor que siempre tiene un problema para cualquier solución.

-Si, si pero que buena frases es un argentinito que llevamos dentro, hay una frase tierna.

No es mía la frase eh.

-¿Dices que morirás en el escenario? Que jamás te retirarás, ¿qué es eso una obstinación, un capricho?

No, porque es mi manera de… es un coito, un concierto es el más bello coito espiritual que puedas tener, es en ese momento, es una familia maravillosa la que te rodea y de la que sos parte, todos somos uno, estamos en la misma idea en el momento de un concierto. No me imagino la vida sin cantar, casi me la puedo imaginar sin comer, hasta sin dormir te diría, pero no me la imagino sin cantar.

¿Sólo muerto entonces, sólo muerto?

Sí, porque además cuando uno canta, mira que frase extraordinaria de Tagore: “Cuando el hombre trabaja Dios lo respeta, más cuando el hombre canta Dios lo ama”. Mi madre decía: “El pobre que anda sin copla por esta vida prestada, más que pobre es un fantasma y más que fantasma es nada, por eso cuando muere un Gardel, los pobres son más pobres que nunca, cuando muere José Alfredo Jiménez. Cuando muere Chabuca, los peruanos son mucho más pobres, son piezas irremplazables, cuando murió la Piaf en Paris, todos los franceses fueron un poco más pobres, eso es un cantor popular. A mí me afectó mucho, no con dolor, me sentí mucho más pobre cuando murió Yupanqui, cuando murió Borges.

¿Tú te pareces a Yupanqui?

No, yo nunca estuve tan enojado, tampoco jamás escribiré las coplas con la precisión y la belleza y la pureza de Yupanqui, jamás, yo tengo mejor humor, soy más irresponsable que él.

-¿Pero quizás como Yupanqui también no eres de masas, también eres minoritario?

No, un día yo le dije tengo una mala noticia maestro, porque yo lo quería mucho.

¿Qué mala noticia tienes? 
Hace años que intento escribir una copla como Yupanqui, le dije a él como hablando en tercera persona, no lo logro.

Me dijo: Vamos a tomar un café tengo una idea, en el café me dijo: !Sabes que estuve pensando ese rato que estuve en silencio, que tal vez nunca pueda escribir una copla como Yupanqui, pero yo creo que usted puede escribir una copla como Cabral!, !maravilloso!, porque yo quería ser Yupanqui, esa fue una de las cosas que quise hacer primero en mi vida, yo quería ser Yupanqui; ya estaba Yupanqui, como superar el Alazan, el Payador perseguido, en Luna Tucumana y de pronto descubrí mi voz, cuando dejé que el corazón trabajara sin la anuencia de la cabeza, entonces descubrí lo que tenía que decirlo, porque era tan fácil, decirlo, después puede ser bueno o malo, le puede gustar a la gente o no, pero puede hacer daño, hacer bien, pero ya estaba dicho, había que decirlo.

-¿Cuándo saber si el amor se ha acabado?

No se acaba el amor, cambia de lugar, la mujer que uno pierde la gana otro, la mujer que otro pierde la gana uno. Por ejemplo, yo suelo contar, que esto no es un chiste, es en serio. Yo salí de mi pueblo dejando una novia y volví encontrando una cuñada, veinte años después cuando ví en que se había transformado aquella bella muchacha, una noche buena, mirándola, le dije a mi hermano: Gracias.

No muere el amor cambia de lugar, se llamaba Bárbara para mí el amor 1976, 77, 78, en 1984 el amor se llamaba Silvia, en 1987, 88 el amor se llamaba Guadalupe y era mexicana, después se llamó Francie y era de París y después se llamó Francesca y era romana y vaya a saber cómo se llama la próxima cara del amor, que ojos, que color de ojos tiene, el amor está siempre porque es anterior a nosotros, nosotros no hacemos el amor, el amor nos hizo y nos va modelando, por eso el arte nos hace mejores personas, el amor no es obra nuestra, nosotros somos obra del amor, es al revés.

-¿Quién es la persona que más has admirado?

Muchas, yo soy admirador nato.

-¿Y si no te diera a elegir, si te exigiera, si te apurara y te dijera una sola persona?

Ya, ya, ya, si, si Lao Tse, el libro más inteligente y bajo una premisa más simple, el libro oscuramente luminoso, si vale la frase, es el Tao te King, Lao Tse, sin ninguna duda, como si me dejarás en la Isla de Pascua unos dos años, me llevaría 2 o 3 volúmenes de las mil y una noche, era un amor que compartimos también con Borges, si seguro.

-¿Y el cantante que más has querido?

Yupanqui, Yupanqui lo he querido con devoción, lo admiro, siempre me conmovía su sabiduría. Estéticamente el que más me hizo gozar Sinatra o Tari Benet, cantante excepcional Bárbara Strain, de la música forclórica sin ninguna duda Mercedes Sosa, como compositores en nuestra lengua, a pesar que ni conozco su país ni lo conozco a ellos, o sea que aca no habla ni la amistad ni nada de eso, dos lujos de nuestra lengua, son Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, hay muchos que admiro, muchísimos, Alberto es uno de los que admiro.

¿Tienes pinta de loco y fama de loco y verbo de loco, de loco profético y lúcido, has ido alguna vez algún psiquiatra?

No, me lo han aconsejado mucho y yo a veces siento que estoy loco, estoy felizmente loco, porque no me gustan los cuerdos que me cruzo en la calle. No me gustan los cuerdos que dirigen ejércitos, que se meten dentro de un uniforme. No me gusta un hombre cuerdo que dirige un banco, a como sea tienen que avanzar. No me gusta que los cuerdos de la Bolsa decidan lo que comen mis hermanos en Montevideo, ni cuánto cuesta un jabón en la habana. No me gustan los cuerdos que bombardean Bagdad. No me gustan esos cuerdos. No me gustan los cuerdos que no quieren soltar el poder cuando ya no son útiles, si es que lo fueron. No esos cuerdos no me gustan. No me gustan los cuerdos que aman a una sola mujer para siempre que es mentira y es imposible. No, no me gustan, prefiero los locos desobedientes, como el Bautista, los locos como Moisés, me gusta la locura, ese loco hermoso que inventó Kazantzaki, Sorba, yo amo a esa gente, me gusta la épica, yo soy hombre de John Wayne, solo contra todos, por eso tengo tanto respeto por Enma Goldman, Pudon, esos locos me gustan mucho.

-Evita era loca también.

Evita era una loca maravillosa.

-Super loca.

-Si, caramba pero fíjate, loca divina, que maravilla, que lujo.

-Borges era probablemente el único cuerdo maravilloso que he conocido, no, el único?.

Si me permitis que no suene halago, dicho de corazón, es una de las mejores definiciones que escuché de Borges, sabes que sí, es el único cuerdo querible, como decía García Márquez, que el argentino más querido era sin ninguna duda Julio Cortes, pero Borges era eso, era un cuerdo querible.

-Si, Si. Facundo Cabral, con nosotros durante una hora, se nos ha pasado muy rápido, quisiéramos darle otra hora, pero así es la tiranía de la televisión, gracias Facundo.

A ti gracias por todo.

-Infinitas gracias por esta conversación. Luminosa

Placer grande.

Facundo Cabral
(Transcripción Juana Macedo). 

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