Pero es la razón mi madre tenía una fórmula para la felicidad, parece insólito, porque yo me acuerdo que dije una vez en televisión pública de Nueva York que es maravillosa no, la primera vez que iba al programa, entonces el señor que me iba a presentar dice: ¡Voy a presentar a un señor insólito! Dijo: Insólito tiene una fórmula para la felicidad, me imagino que todo el mundo se está clavando y levantando el volumen de nuestra emisora.
Claro y no sé yo tengo una fórmula para la felicidad porque me la enseñó mi madre y yo la comprobé. Ella decía: "Para llegar a la felicidad, aun en el medio del cáncer o de la miseria o del exceso, para llegar a la felicidad hay que escuchar al corazón antes de que intervenga la cabeza", la cabeza que nos lleva de conflicto en conflicto porque siempre pregunta porque nunca aprende, la cabeza que puede hacer cosas fenómenas a nivel material, tecnológico, pero que no tiene nada que ver con la vida. El corazón sabe una sola cosa y la ejecuta AMAR. Yo desde muy temprano tuve la suerte de conocer una frase de San Agustín que yo le escuchaba a mi abuela paterna, que era un personaje maravilloso anarquista y que nunca olvidé, con los años supe que era San Agustín, él decía ese es un gran secreto para vivir bien. Él decía: "Ama y después haz lo que quieras", si lo que estás haciendo es por amor, te liberas de la responsabilidad, compromiso y deber, que son palabras feas que no dicen nada y agobian desde que uno las pronuncia, el amor, por amor, sino no sirve.
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